El calentamiento global es, sin duda, el mayor reto que ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Nunca antes el mundo había sido conducido a un punto de no retorno en cuanto a su viabilidad como albergue de vida, como ha sucedido al ser arrastrado por la contaminante actividad industrial del siglo y medio más reciente. De acuerdo a los estudios presentados por el panel de expertos en cambio climático, la situación es verdaderamente crítica, al extremo de que la fecha fatal, que hace unos meses se pensaba ocurriría en una o dos décadas, ahora se presagia que podría llegar en tan sólo un par de años. Si la especie humana no logra detener el ritmo de incremento de la temperatura media global y esta llegase a cruzar el grado y medio Celsius, en unos años más es muy probable que las catástrofes en cascada se detonen y la población de todo el mundo se encontrará imposibilitada para atajar las impredecibles consecuencias que se deriven.
Aun con esta espada de Damocles pendiendo sobre la Tierra y todos sus pobladores, entre ellos nosotros, las personas, es inexplicable que todavía haya muchos jefes de gobierno que parezcan no asimilar la real urgencia por la que todos debemos participar en la descarbonización de la economía mundial. Tristemente, uno de ellos es el presidente de México, quien recién ha difundido orgulloso los avances en la construcción de una refinería de crudo que, en la eventualidad de que llegase a ser concluida, seguramente resultará totalmente inútil, pues las principales economías del orbe dirigen cada vez más sus esfuerzos hacia el abandono de los combustibles fósiles, entre estos los hidrocarburos y, por otra parte, a la migración hacia la generación de energías limpias y renovables, principalmente la solar fotovoltaica y la eólica, pero también otras como la mareomotriz o la geotérmica.
Como una bofetada de la realidad a esta esquizofrenia que en materia energética parece sufrir al primer mandatario, mientras él transmitía desde la obra de la Refinería Olmeca, la Unión Europea convocaba a una votación acerca de la prohibición para comercializar vehículos y furgonetas de combustión interna a partir del 2035, lo que significa un adelanto considerable de las fechas fatales que algunos países miembros ya tenían establecidas, además de la reducción del 65 % en las emisiones para el 2030; esto con la intención de regresarle la viabilidad a la meta de alcanzar la neutralidad de carbono en el viejo continente.
Por otra parte, horas después de ese acto realizado en la refinería de Dos Bocas, trascendió que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) había negado el permiso de operación de una planta fotovoltaica a la armadora germana Audi, hecho que nuevamente golpea en la confianza de los inversionistas extranjeros, pues este tipo de proyectos requieren de mucho tiempo de planeación y habitualmente se realizan para alcanzar metas específicas de exportación hacia países cuyas regulaciones en materia ambiental demandan una baja huella de carbono. De mantenerse tal prohibición por parte de la Semarnat hacia la fábrica alemana, esta podría optar por utilizar energía procedente de fuentes sucias y con ello enfrentar las prohibiciones para vender sus automóviles en ciertos mercados y pagar los impuestos al carbono correspondientes o, lo más probable, desmontar las líneas de producción y migrarlas hacia países en los que no encuentre este tipo de restricciones por parte de los gobiernos, lo que traería una considerable pérdida de empleos para muchos mexicanos.
El acoso a las empresas que buscan generar energía limpia para su consumo propio y el fomento del uso de los combustibles fósiles mandan señales muy malas al mundo entero, que evidencian la falta de compromiso del actual gobierno de México para luchar contra el cambio climático. De seguir así, la comunidad internacional podría reaccionar con medidas que afectarían más la ya tambaleante economía mexicana, por ejemplo, con la imposición de tarifas al carbono por parte de aquellos bloques regionales con los que tenemos firmados acuerdos de comercio libre.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.