Deben estar muy contentos en Palacio Nacional. Lograron encontrar la figura legal que les permite superar los impedimentos que los ambientalistas habían conseguido, apoyados en las leyes vigentes, para detener la construcción de un “Tren maya” que amenazaba gravemente a los ecosistemas de una región muy frágil: la selva húmeda del sureste mexicano. El tren maya se construirá sobre todo y sobre todos y a pesar de los amparos y argumentos de los científicos y activistas preocupados por el medio ambiente.
El presidente de la nación deja, entonces, un mensaje muy claro: no permitirá que, mediante argumentos legales, se detengan sus proyectos. Su voluntad es la ley.
Desgraciadamente, su posición también envía otro mensaje: su administración no tiene el menor respeto por el medioambiente de todos y carece de la visión de futuro imprescindible en esta época para intentar mitigar la peor crisis nunca acaecida a la humanidad, la que generará el Calentamiento Global Antropogénico.
La administración de AMLO será recordada no sólo como la que destruyó selvas y manglares sino como la que, desoyendo los gritos de ambientalistas y científicos, continuó quemando combustóleo para generar electricidad, construyó refinerías, subsidió gasolinas y siguió abonando en la construcción de un país centrado casi exclusivamente en la quema de combustibles fósiles.
La administración de AMLO será otra más de aquellas que, en los años críticos, en los últimos con los que contó la humanidad para intentar detener la grave crisis climática futura, no hizo nada para remediarla. Y su administración se impone cuando innumerables estudios científicos (el 6to informe del Panel Internacional sobre Cambio Climático del 2021/2022,[1] los del Copernicus Marine Service 2021,[2]el Global Climate Report de la NOAA 2021,[3]el 2021 Anual Report de la World Wildlife Fund[4] y demás) y cumbres mundiales sobre el clima (como la COP26 de Glasgow, realizada en noviembre pasado) levantan sus voces para indicar la inobjetable emergencia climática en la que nos encontramos.
En el párrafo precedente escribí “crisis climática futura” aunque, desgraciadamente, en algunas regiones de la tierra ya se encuentra presente. Así atestiguan los habitantes de las inundadas islas de polinesia (Kiribati, Tuvalú, Fiji), los de la inundada Bangladesh o los habitantes de las regiones más áridas de la tierra, la Aridoamérica mexicana incluida, los cuales son obligados a emigrar a causa de que sus secas tierras ya no les permiten cultivar los alimentos que requieren.
Me permití, también, denominar “futura” a la crisis climática que viene porque la que aparece actualmente es infinitamente menor a la que vendrá. La frecuencia e intensidad de los fenómenos hidrometeorológicos (inundaciones, sequías, ondas de calor, huracanes) que ocurrirán pasada de mitad de este siglo harán parecer ridículos a los que actualmente nos afectan. La pérdida de la criosfera (polos y glaciares), así como los escapes de metano del pergelisol harán inercial el fenómeno e impedirán a la humanidad detenerlo.
Tal y como indicó Johan Rockström, el director del Postdam Institute for Climate Impact Research,[5] esta década es decisiva para lograr detener la crisis climática. Nos corresponde reducir a la mitad las emisiones de CO2 antes del 2030. Si no lo logramos, será imposible detener el incremento de la temperatura global en los 1.5 grados centígrados (lo promulgado en el Acuerdo de Paris de 2015) y el clima de la tierra se desbocará. En consecuencia, muy poco podremos hacer por la humanidad venidera. Nuestros errores los pagarán nuestros hijos y nietos, los cuales intentarán sobrevivir en un mundo devastado.
El colapso civilizatorio que producirá la crisis climática, sin embargo, no acabará con la vida en la tierra, solamente lo hará con las condiciones de vida buena para la humanidad, así como la de innumerables ecosistemas que nos acompañan. Cucarachas, bacterias y virus, así como innumerables especies que actualmente denominamos “plagas” seguirán floreciendo en el mundo, su resistencia les permitirá hacerlo.
Lo que la humanidad actual, con el apoyo de sus ciegos gobiernos, está destruyendo es, simplemente, la posibilidad de futuro de su propia descendencia. Y, a pesar de que nuestros mejores científicos intentan alertarnos, muchos de nuestros gobernantes e innumerables ciudadanos sin educación ambiental, prefieren voltear a otro lado o, incluso, aplauden acciones vergonzosas como las realizadas por el actual presidente de México. No será necesario que pasen muchos años para que la humanidad reconozca tales acciones como lo que siempre fueron: crímenes contra la naturaleza y la humanidad.
Cuernavaca, Morelos, 21 de julio de 2022.
[1]https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/
[2]https://marine.copernicus.eu/es/node/19118
[3]https://www.ncei.noaa.gov/access/monitoring/monthly-report/global/202113
[4]https://files.worldwildlife.org/wwfcmsprod/files/FinancialReport/file/7g37j96psg_WWF_AR2021_spreads.pdf
[5]https://www.almendron.com/tribuna/negocios-verdes-despues-de-la-cop26/