Tras despedirse con un icónico y hollywoodense “Hasta la vista, baby”, el todavía primer ministro del Reino Unido (RU), Boris Johnson, marcó lo que sería su última comparecencia en Westminster con los demás miembros del Parlamento británico. Probablemente fue una despedida espectacular, pero el tema central que continúa en la política del archipiélago anglosajón no es ese evento, sino la sucesión en el número 10 de Downing Street. ¿Cómo va la carrera entre los contendientes?
De una oncena de candidatos formada hace unos días para suceder a Johnson, la lista se ha reducido a dos nombres: Liz Truss y Rishi Sunak. En la contienda, se ha relegado a personajes importantes en el Partido Conservador (PC), como el caso de Sajid Javid y Jeremy Hunt, de quien se esperaba un mayor rol en la plataforma de los tories.
Por un lado, encontramos a Truss. Seguidora aún de Johnson, se muestra como la continuación del gobierno del primer ministro. Por el otro a Sunak, a quien se le percibe como el borrón y cuenta nueva, puesto que, al ser el ministro de peso cuya dimisión accionó la avalancha de renuncias, se le considera como la oposición del gobierno actual en el PC.
Los candidatos llegan a la última parte de la contienda con múltiples conversaciones que han estado en el centro de los debates público y político. Ciertamente, el Brexit sigue motivando un diálogo importante para la política británica, pero ya no de primer orden, como sí lo hacen dos temas esenciales: la zona aduanera entre la República de Irlanda, perteneciente a la Unión Europea (UE), e Irlanda del Norte, que es parte del RU; y la interrogante de China.
Haciendo a un lado los ataques personales entre ambos candidatos finalistas, sus comentarios en el debate en torno a los dos temas señalados anteriormente evidencian cuál es la política que seguirían de convertirse en primer ministro. Primero, Truss busca cambiar de facto las condiciones de la zona aduanera, ya que, a sus ojos, actualmente representa una amenaza para el RU. Ello significaría alterar de manera unilateral un tratado internacional, generando un conflicto con la UE, justo como cuando el conglomerado europeo de naciones decidió detener el flujo comercial para evitar que pasaran vacunas hacia las islas británicas.
Respecto a lo anterior, Truss mantiene cierto apoyo de los legisladores conservadores, pero todo apunta a que esa propuesta sería un disparo en el pie, puesto que para salir de la inflación en la que el RU está inmerso en la actualidad se necesitan varias acciones, entre ellas mantener el comercio con agentes clave, como lo es la UE. Por su parte, Sunak ha adoptado una postura mucho más mesurada en este aspecto. Entiende las vicisitudes por las que atraviesa la nación, pero comprende que necesita mantener y fortalecer el acuerdo aduanero entre Irlanda del Norte e Irlanda para mejorar la economía y respetar el acuerdo de paz entre ambos países.
El otro punto medular del debate actual entre los contendientes es la postura que los británicos tendrán con China en los siguientes años. A decir verdad, este punto es trascendental, no sólo para RU, sino para Europa y Occidente. El ascenso en muchas cuestiones del gigante asiático es sumamente evidente, opacando en varios sentidos a los antiguos líderes globales. Además, las amenazas que ha representado el país de los ríos azul y amarillo en cuestiones tecnológicas, de ciberseguridad, derechos humanos, etc. generan eco en otras partes del planeta.
Por ello, los candidatos han puesto el acento en esa situación, pero ambos se han culpado mutuamente por sostener una postura débil con China en sus labores gubernamentales en el gabinete de Johnson. Sin embargo, con la intención de capturar el apoyo de los sectores más duros del PC y ganar terreno ante Truss, Sunak ha solidificado su plan contra Beijing, restringiendo la presencia china para evitar ser víctimas de la influencia y control que pueda tener. Es una tarea muy difícil para los dos contendientes, pues, a decir verdad, el gigante asiático tiene sus tenazas hasta el otro lado del mundo.
