Si alguno de los lectores de esta columna sabe cuáles son los “valores esenciales” que arreglarían los problemas de la humanidad, le suplico que nos regale el fulgor de su excepcional sabiduría y publique en cualquier sitio que le sea posible los estudios con los cuales llegó a la conclusión de tal dilema, pues durante milenios las personas más eruditas no habían dado con la “solución final” que al parecer hoy en día tanta gente averiguó. O, ¿no será acaso que confunden sus propias convicciones con valores? ¿Podría ser que caigan en el yerro de pensar que valor es lo mismo que virtud? Estoy casi seguro de que la respuesta a ambas preguntas es un ensordecedor “sí”.
No pretendo asumir que conozco la lógica de cada persona que farfulla por aquí y por allá que “se están perdiendo los valores”, que “el problema es la gente sin valores”, o que se congratulan por sí tener “valores”; sin embargo, me es imposible no dudar que entiendan lo que están diciendo. Para empezar, ¿qué son los valores? ¿Se lo han preguntado esas lumbreras guardianas de la respuesta a los conflictos de nuestro mundo?
Trece acepciones tiene la palabra “valor” para la RAE. Asumo, y espero no errar, que la más cercana a las ideas de nuestros amigos los advenedizos maestros de la ética y lo social es la décima, aquella que tiene que ver con filosofía, la cual reza: “Cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables”. O sea, cuando alguien manifiesta la “vieja teoría” de la pérdida de valores como origen de la decadencia lo que quiere decir es que “se están perdiendo las cualidades que hacen estimable algo (la sociedad, me imagino)”. Anotado, ahora, ¿cuáles son?
Ese cuestionamiento nos llevaría indudablemente a establecer qué es importante, qué es digno de admiración y qué actos se deben procurar. Llegaremos sin remedio a los terrenos del deber ser, de la moral. Sí, la moral, esa que es por completo contextual, temporal, mutable, no esencial. Y es que en ciencias sociales los valores son eso: cualidades que se definen como tales en un contexto, y pueden manifestarse como principios de acción o normas.
Vamos a un ejemplo. En una comunidad de narcotraficantes con seguridad habrá valores como la lealtad, la osadía y por supuesto la ambición (el anhelo de “estar cada vez mejor”, dirían los políticos). Sí, mi estimado lector, los narcos están llenos de valores, ¿por qué? Porque son humanos viviendo en sociedad, y eso es suficiente para la aparición de valores.
Pero, ¿el pasado no era mejor? ¿Será porque había más y mejores valores? Tengo muy serias dudas acerca de ambas primicias: hace 300 años en estas tierras era normal esclavizar gente, hace 200 se decía que las mujeres eran menos capaces y pensantes que los hombres, hace 100 ni chistábamos cuando se sugería para “mejorar la raza” el casamiento con alguien más blanco; desde la era industrial preferimos producir y consumir sin freno, de manera que el mercado crezca ad infinitum (o se intente), a analizar cuánto tiempo tenemos antes de acabar con todo aquello que tomamos y transformamos, vendemos, ingerimos y cagamos.
¿Cuáles serían entonces esos “mejores valores”? ¿Cuáles son esos tiempos dorados en los que regían nuestro mundo y lo hacían mejor? ¿En los tiempos de la esclavitud, de la misoginia, del racismo, en los del consumismo? Si alguna de esas “cualidades” son las que definían nuestros tiempos mejores como especie humana, ¡pues vivimos en el paraíso!, porque en este mundo globalizado están conviviendo todas ellas.
La cantidad de experiencias humanas en cada época es incalculable, y cada quien habla según cómo le va en la feria; ha existido gente feliz y gente miserable –al igual que en la inconmensurable cantidad de condiciones intermedias– en todos los tiempos. Los valores surgidos en la historia son factores fundamentales para definir nuestra existencia, sí, de igual forma lo son la clase social, la condición fisiológica, la mente, etcétera. De manera que lo invito, estimado lector, a que cheque qué tanto influye cada uno de los puntos anteriores en su biografía.
Los valores varían con las épocas, responden al devenir político y lo bonito que se digan o lean no garantiza el bien común. Verbigracia los “valores” de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad; más que verdaderos principios de acción, el eslogan más exitoso de la política moderna, muy falso, además. ¿A poco la burguesía triunfante vio como iguales a los plebeyos pobres, a los huérfanos y a los mutilados que su baño de sangre dejó? Quizá los valores reales de una guerra no se dicen de manera tan elocuente.
Cierro este desahogo verbal con algunas preguntas: ¿En verdad nuestros enemigos no tienen valores? ¿No cuidarán de su familia, no tratarán bien a sus amigos, no sabrán agradecer los favores? Regresando a los narcos, creo que muchos de ellos tienen bien introyectados los valores de la autosuperación, la constancia y la persistencia, lo que no valoran es la vida de los otros sobre sus ambiciones personales, su ego y su soberbia, ¿nosotros lo hacemos?
*Imagen principal: Restaurant de George Grosz.
Los valores no desaparecen más bien evolucionan, cuando alguien dice “ya no hay valores”, en realidad ese alguien está admitiendo que lo que valora hoy ya no es valorado y está siendo sustituido por otros conceptos de valor.
Excelente reflexión.
Gran texto, es muy común oír “los jóvenes de ahora ya no tienen valores.” Cuando realmente todos tenemos valores.
Felicidades Josué.