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Entrevistan en Canal Catorce a algunas personas adultas que se han visto beneficiadas con el apoyo social de la administración obradorista. Un hombre, con el periódico La Jornada en su regazo, dice que lo que está haciendo el presidente es populismo puro. No dice nada del dinero que ya recibe, sino está enfadado porque no puede entender el supuesto populismo desbordado que vive el país.
Es un hombre que no está agradecido, como muchas otras personas que por vez primera son visualizadas por el funcionariato mexicano, sino se halla hondamente consternado por la actitud populista de un mandatario populista. ¡No puede ser posible, aunque no olvida retirar su dinerito puntualmente cada dos meses!
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Con lo vertido ahora por los denominados “críticos del sistema”, cuya presencia se ha estabilizado a través de los años, cada vez más me doy cuenta, hasta cierto punto horrorizado (sobre todo por mi ingenua creencia en sus decires anteriores, sobre todo porque los creía autónomos, sobre todo porque los creía plurales), de la deficiencia de sus discursos, de la ligereza con la que los emiten —o sueltan—, de las manidas articulaciones con las que los van ensamblando. Por ejemplo, Sergio Aguayo acaba, por fin, de aprobar las mañaneras obradoristas a causa de, según su sabia apreciación, la información de primera mano que el mandatario deja flotar, pero… pero… pero…
¡Pero la mañanera es una información centralizada, porque las poblaciones fuera de la Ciudad de México están en el abandono!, afirmó Sergio Aguayo como siempre encontrándole un pero a la situación política obradorista.
¿Y estos son los críticos de los que México se ufanaba por sus conceptos radicales, autónomos, veraces, persuasivos, imparciales?
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Otra persona me dice que, como en las pasadas administraciones, los congresistas de la LXV Legislatura hablan de acuerdo a una línea política previamente establecida por el partido en el poder, de ahí que veamos todavía estas prácticas aleccionadoras de acarreo en los sitios predecibles, como en las alcaldías, los mercados, ciertas zonas de colonias populares, asambleas juveniles, congregaciones de género, etcétera.
—¿O vas a una alcaldía, Roura, y te recibe el servidor público que para eso precisamente ocupa ese lugar?
Ciertamente, no.
Un conocido me dice que vende en el ambulantaje citadino sólo proporcionando “una lanita” a localizados dirigentes urbanos que continúan con la práctica de la ilegalidad corruptora a todo lo que da, sin conmoverse de la pretensión obradorista de acabar con ese flagelo humano.
A un estudiante universitario no le permitieron cursar una materia por la supuesta falta de pago en su respectiva inscripción, pero cuando el joven mostró la copia del recibo correspondiente de su responsabilidad financiera, los servidores públicos de la UNAM adujeron que nada podían hacer por la caída del sistema que no registró, vaya uno a saber por qué, la cuota del alumno, y aunque el educando demostrase su disciplina universitaria a las autoridades no los conmovió ni un gramo su irrefutable razón.
—No podemos hacer nada contra el sistema, está fuera de nuestro alcance —argumentaron los burócratas.
Y se acabó la posible intervención positiva de los administradores.
¿Acaso eso no es una especie de corrupción disfrazada de inoperancia burocrática?
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El pasado viernes 5 de agosto, durante la conferencia matutina, Andrés Manuel López Obrador emitió una sonora carcajada cuando fue exhibida una foto falsa difundida por el periodista y académico José Antonio Crespo, misma que el columnista de El Universal publicó desde su cuenta en Twitter; la imagen supuestamente real mostraba al hoy presidente de México posando a un lado de Carlos Salinas de Gortari; en cambio, la auténtica permite mirar —en el lugar en donde fue tramposamente insertada la figura del morenista— al ex director general de Comunicación Social y vocero de la Presidencia de la República de 1988 a 1992, Otto Granados.
Ante el notorio error cometido por el analista político José Antonio Crespo, el titular del Ejecutivo federal expresó:
—Todavía hay mucha influencia de los medios. La gente está muy consciente… en México no hay analfabetismo político; sin embargo, hagan un ejercicio: pongan el radio aquí en la Ciudad de México mientras van de un sitio a otro, si tienen vehículo, y escuchen los noticieros. ¡Van a terminar aturdidos! Aguantamos porque la gente está muy consciente, pero es una campaña constante en contra… todos los programas de análisis en la televisión, ¡en contra!
“Me da mucho gusto que hasta en Canal 22 y en Canal Once… ¡todos en contra y son canales públicos! Ahí están nuestros adversarios, analistas conservadores que no están de acuerdo con la transformación. Están enojados y hasta mienten. Hay un analista conservador que fue capaz de sacar una foto falsa… José Antonio Crespo… de esos sabiondos. Creo que está en Canal Once… ¿no es comentarista del Once? Porque debería de seguir ahí. ¡Nadie debe ser censurado! ¡Libertad absoluta y completa!”
Ese mismo día, Crespo aceptó la falsía de la gráfica montada, pero, en efecto, en el programa Primer Plano de Canal Once, donde participa jocosamente, el académico continúa impartiendo sus diatribas contra el obradorismo.
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El jueves 11 de agosto, en la Secretaría de Gobernación y en reunión con representantes de los huelguistas de Notimex, el funcionariato acordó reactivar los encuentros entre la directiva de la agencia del Estado y los descontentos sindicalistas, que lo que quieren es descabezar el proyecto de la periodista Sanjuana Martínez, encargada de limpiar dicho medio público tan acostumbrado a corruptelas y días grisáceos, informativamente hablando, en los cuales reinaban privilegios y, ni por asomo, la austeridad republicana venía a amargarles la fiesta. Probablemente al decir esto, dé inicio otro hilo de carretadas insultantes contra los trabajadores que no votaron la huelga dentro de esta agencia. A lo mejor me vuelven a decir que yo escribo igual que Enrique Krauze, tal como lo sugirió el iracundo Alejandro Meléndez, antes exaltador de Notimex pero después airado detractor de esta agencia a partir del día en que dejó de prestarle sus servicios.
Como el caso de la mujer que denunció en la dirección periodística el acoso de un reportero gráfico retractándose, días después, de su propia queja para proteger a su violentador sexual que, como ella, también se halla, pobre, en el desempleo. La acusación la había presentado cuando ambos trabajaban en la misma empresa, ¿pero cómo iba a saber ella, ¡diantres!, que los dos se quedarían sin chamba? De haberlo pensado un poquito más, callaba aquella injuria masculina.
Por eso ahora, a los cuatro vientos, grita que nada es cierto en su pasado, que todo se trató de un malentendido.
¡Estas autoridades que no entienden nada de los escozores accidentales de la vida!
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La corrupción tiene mucho de intransigencia y de exculpación, porque quien la comete, o acomete, pareciera no estar incidiendo en una falta ciudadana. Bastantes veces, incluso, se implica en ese acto como si fuera algo natural practicarlo, algo inherente al ser humano, una circunstancia ya normalizada, no extraña en los intestinos del hábitat social.
Por eso no le es raro al ciudadano común apreciar la renuencia del magnate Ricardo Salinas Pliego de pagar su obligación fiscal después de numerosos años de no hacerlo con la obsequiosidad de la clase gobernante, acostumbrada de exonerar a los pudientes en perjuicio de los más necesitados, de ahí que el dueño de TV Azteca esté instalado en la negativa de pagar su adeudo hacendario tasado en dos mil millones de pesos.
¿Por qué tendría que pagar el acaudalado Salinas Pliego tal cantidad de dinero si, por el contrario, el gobierno le está quedando a deber lo que aún no le deposita en su cuenta bancaria por concepto publicitario tal como anteriormente se hacía con puntualidad extrema, dinero que ahora, en un colmo inconcebido, va a ir a parar en las manos de adultos inconformes con el gobierno acaloradamente “populista” de López Obrador, como lo declarara un anciano a la televisión pública?
El quejoso Salinas Pliego, como ya se dice en esta ruleta indiferenciada de la política, se autonombra “perseguido político”, exactamente como lo han externado todos aquellos que han sido captados, o capturados, en sus entrampes corruptores… ¡en un acto legalizado hasta por la persona colocada en lo más bajo de la escala social!
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El anciano que asegura que el presidente de la República está inmerso en el populismo se apresura a tener la tarjeta de su pensión otorgada por el gobierno federal, la cual está destinada a apoyarlo en los años últimos de su vida… pero… pero… pero…
Pero sigue molesto con el presidente populista porque, dice de manera iracunda, el dinero que le ha caído es prácticamente “una miseria”.
—¿No podría el populista darnos más? —se pregunta el indignado anciano, verdaderamente molesto por estas injustas maniobras de la vida, según advierte, compungido.
No a todos se les va a dar gusto en sus íntimas comprensiones, finalmente: conozco a un hombre que se entrega completamente a su mujer atendiéndola incluso en pequeñeces, pero… pero… pero ella ama a su amante a espaldas de su cariñoso marido; y conozco a una mujer que ama enteramente a su marido sirviéndolo incluso en los detalles mínimos, pero… pero… pero el hombre se escapa en busca de prostitutas en cuanto le queda un poco de tiempo libre.
Y la vida sigue fluyendo de manera normal.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/
“El que paga manda”, dice Roura, mirándose las caspa pegada a sus uñas, y luego va a cobrar su cheque en Notimex que sigue en huelga.