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Responsabilidad Social Empresarial, último llamado para actuar a favor del planeta – Jorge Díaz Ávila

Derivada de las críticas y cuestionamientos que la sociedad civil, algunos medios y diversas organizaciones no gubernamentales comenzaron a manifestar, desde mediados del siglo pasado, en torno a la actuación —irresponsable y abusiva— de ciertas empresas, principalmente de carácter transnacional, surgió la idea de que dichas organizaciones debían asumir un compromiso de conducta ética y responsable hacia los consumidores, sus propios empleados y trabajadores, el medio ambiente y la sociedad en su conjunto.

“… surgió la idea de que dichas organizaciones debían asumir un compromiso de conducta ética y responsable hacia los consumidores, sus propios empleados y trabajadores, el medio ambiente y la sociedad en su conjunto”.

Esta idea se tradujo en el concepto de Responsabilidad Social Empresarial, RSE, que en los años posteriores cobró relevancia ante la evidencia de los efectos nocivos y graves que la operación industrial estaba teniendo, principalmente en la salud de las personas y en la degradación de la naturaleza.

Fenómenos como el calentamiento global, la pérdida de la biodiversidad y la aparición de enfermedades mutagénicas fueron atribuidas a los desechos tóxicos que las empresas vertían en la atmósfera, las aguas y el suelo —frecuentemente sin ningún control— y a la escasa protección que brindaban a sus propios trabajadores, expuestos a sustancias o a desechos peligrosos, resultado de sus procesos industriales.

El concepto de la Responsabilidad Social Empresarial

En este contexto, el concepto de RSE comenzó a cobrar relevancia, dado que representaba para las empresas una forma de retribuir a la sociedad y al ambiente parte de lo que las propias organizaciones tomaban para su funcionamiento. Incluso, se percibió como un medio para subsanar, en cierto grado, los efectos negativos de sus operaciones.

Esta corriente ético-empresarial, denominada de igual forma “Responsabilidad Social Corporativa”, fue acogida y promovida por diversas organizaciones, públicas y privadas, también como un medio para fomentar su compromiso con el desarrollo de las comunidades en las que se asentaban, a través de la adopción de mejores prácticas productivas, la reducción del impacto ambiental de sus operaciones, mejores condiciones laborales para sus trabajadores, transparencia en sus relaciones con grupos de interés, cumplimiento estricto de las normas regulatorias y fiscales, entre otros aspectos.

Los términos responsabilidad social empresarial o responsabilidad social corporativa (o cualquier nomenclatura utilizada) son conceptos habitualmente utilizados para referirse a la responsabilidad social (RS), la cual se suele entender como un compromiso voluntario asumido por las organizaciones para un desarrollo sostenible (Porto & Castroman, 2006).

Tras este concepto, comenzaron a surgir posturas —a favor y en contra—, así como diversos enfoques que contribuyeron a perfilar un constructo más amplio, trascendente y significativo de la RSE.

La oposición ideológica a la RSE

Desde sus orígenes, en los años 70 del siglo pasado, la RSE encontró pronto grandes e importantes detractores. Milton Friedman, célebre y connotado economista —premio Nobel en 1976—, considerado uno de los más influyentes pensadores del siglo XX, fundador de la Escuela de Chicago y de la teoría denominada monetarismo, escribió el 13 de septiembre de 1970 en el prestigioso diario The New York Times:

¿Qué significa decir que el ejecutivo corporativo tiene una “responsabilidad social” en su calidad de empresario? Si esta declaración no es pura retórica, debe significar que debe actuar de alguna manera que no sea del interés de sus empleadores. Por ejemplo, que debe abstenerse de aumentar el precio del producto para contribuir al objetivo social de prevenir la inflación, aunque un aumento de precio sería lo mejor para la empresa. O que debe realizar gastos en la reducción de la contaminación, más allá de la cantidad que conviene a los mejores intereses de la corporación o que la ley exige para contribuir al objetivo social de mejorar el medio ambiente. O que, a costa de las ganancias corporativas (…).

En cada uno de estos casos, el ejecutivo corporativo gastaría el dinero de otra persona para un interés social general. En la medida en que sus acciones, de acuerdo con su “responsabilidad social”, reducen la rentabilidad de los accionistas, está gastando su dinero. En la medida en que sus acciones elevan el precio a los clientes, está gastando el dinero de los clientes. En la medida en que sus acciones reducen los salarios de algunos empleados, está gastando su dinero (Friedman, 1970).

Milton Friedman

Para Friedman, todo propósito que no sea incrementar la rentabilidad de la empresa, y por ende las ganancias de los accionistas, no tiene justificación. Igualmente, distraer recursos de la empresa para fines que no sean generar utilidad constituye un desperdicio y, asimismo, intentar actuar al margen de las fuerzas del mercado para disminuir la contaminación, el desempleo o la discriminación, más allá de las exigencias que los gobiernos o la ley establecen, va en detrimento de la libertad (de mercado) y constituye una actitud sediciosa:

Por eso, en mi libro Capitalismo y libertad lo he llamado una “doctrina fundamentalmente subversiva” en una sociedad libre, y he dicho que en una sociedad así “hay una y sólo una responsabilidad social de las empresas: utilizar sus recursos y participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias siempre que se mantenga dentro de las reglas del juego, es decir, participe en una competencia abierta y libre sin engaños fraudulentos (op. cit.).

Las aportaciones al concepto de RSE

En contraparte, hacia finales del siglo XX y principios del XXI, empujados principalmente por el contexto de crisis ambiental (cambio climático, destrucción de la capa de ozono, efecto invernadero, extinciones masivas, contaminación, agotamiento de los recursos, etc.) y social (migraciones por razones económicas y políticas, racismo, refugiados y desplazados por conflictos, explosión demográfica, etc.), algunos pensadores, desde diversas áreas del conocimiento, realizaron aportes que consolidaron el sentido y significado de la RSE.

En 1987, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, publicó el informe Nuestro futuro común, que al paso del tiempo se conoció como el Informe Brundtland, porque justamente fue resultado de los trabajos efectuados por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que estuvo presidida desde su creación en 1983 y hasta 1987 por la experta en salud pública y exprimera ministra noruega Gro Harlem Brundtland.

Gro Harlem Brundtland

Ese documento es relevante para la RSE porque en él se introduce por primera vez el concepto de desarrollo sostenible, entendido como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones (ONU, 1987).

El informe Brundtland marcó el inicio de la lucha global por lograr un mundo mejor a través del compromiso de los gobiernos y las instituciones para proponer estrategias —desde políticas para aminorar el incremento desmedido de la población, hasta políticas de cooperación entre naciones para favorecer el desarrollo económico y acciones para propiciar un crecimiento ordenado de las grandes urbes— en pro del ambiente y resolver graves desafíos y problemas sociales y económicos.

El presente de la RSE

Durante los años subsecuentes, la ONU respaldó iniciativas conjuntas para atender los rezagos en materia ambiental, económica y social.

Efectuada en septiembre del año 2000 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, EE. UU., la cumbre entre representantes de la mayoría de los países adscritos a este organismo supranacional tuvo por objetivo establecer una serie de acuerdos globales tendientes a abatir la pobreza y el hambre; disminuir la maternidad infantil, la contaminación ambiental, las brechas de género y favorecer un desarrollo más armónico y justo. Objetivos del Desarrollo del Milenio se denominó entonces a esa serie de ocho compromisos previstos para cumplirse, como fecha límite, en el año 2015.

Vencido el plazo, en septiembre del año 2015, los líderes mundiales volvieron a reunirse para analizar el avance en el cumplimiento de dichas metas, y si bien algunos de los retos tuvieron avances significativos ninguno de ellos se cumplió totalmente. Por el contrario, nuevos fenómenos poco visibles en el año 2000 comenzaron a agravarse en muchos países durante la primera década del siglo XXI: el cambio climático, pandemias, migraciones masivas y desplazados por conflictos regionales.

Los ocho objetivos originales del Desarrollo del Milenio se incrementaron a 17, bajo el nombre de Objetivos de Desarrollo Sostenible, o Agenda 20-30, dado que el periodo para su observancia se amplió hasta el año 2030.

Objetivos de Desarrollo Sostenible

A esta batería de propósitos se sumaron algunos más específicos vinculados a la protección de la naturaleza, tales como el impulso de las energías limpias, el consumo responsable, la protección de la vida marina y de los ecosistemas terrestres y la acción por el clima. A su vez, otros se ampliaron o complementaron con temas como el desarrollo económico, la paz, la justicia, las instituciones sólidas y la alianza para el desarrollo.

El Pacto Global de la ONU

Alineado con la Agenda 20-30, el Pacto Global de la ONU formula 10 principios que, integrados en cuatro ejes, Derechos Humanos, Estándares Laborales, Medio Ambiente y Anticorrupción, pugnan por la adopción voluntaria de buenas prácticas empresariales.

En la actualidad, constituye la principal y más importante iniciativa de RSE, cuyo enfoque, de carácter internacional, atiende las preocupaciones que, como especie humana, nos son comunes. Asimismo, extiende el concepto empresarial o corporativo de la RSE hacia organismos sociales, instituciones y gobiernos, a quienes llama a adoptar sus 10 principios, así como a contribuir al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, contenidos en la Agenda 20-30.

Sede de la ONU en Nueva York

Si bien existen otras iniciativas y estándares que promueven la RSE, tales como la ISO 26000, la SAI 1997, The Global Reporting Initiative (GRI) de 1997, el Pacto Global de la ONU es la más completa e importante propuesta de RSE.

Beneficios y limitaciones de la responsabilidad social

De manera general, los propósitos de la RSE se diferencian de la filantropía y de la caridad porque van más allá de sólo ayudar a quien pudiera necesitarlo o, en su caso, de la donación de bienes y servicios para apoyar una causa determinada (damnificados, desplazados, personas vulnerables o en situación de calle, enfermos, tercera edad, etc.).

Si bien, los patronatos de ayuda pueden encuadrarse dentro de alguna de las líneas de acción de la RSE, particularmente emprendidos por alguna empresa o institución, no representan en sí misma a esta, ya que la SRE se alinea con los objetivos de la empresa de acuerdo con su naturaleza y propósito, y se ejecuta como parte de sus tareas cotidianas, tal como lo define la estudiosa del tema, Adela Cortina, profesora de ética y filosofía política de la Universidad de Valencia:

…la responsabilidad social no consiste en mera filantropía, no se trata de realizar acciones de beneficencia, desinteresadas, sino en diseñar las actuaciones de la empresa de forma que tengan en cuenta los intereses de todos los afectados por ella. La idea de beneficio se amplía al económico, social y medioambiental, y la de beneficiario a cuantos son afectados por la actividad de la empresa. Como en algún lugar he escrito, la responsabilidad social debe asumirse como una herramienta de gestión, como una medida de prudencia y como una exigencia de justicia (Cortina, 2005).

Adela Cortina

La mayoría de los estudiosos del tema coinciden en que la RSE es una estrategia transversal que orienta en todas las actividades de la organización en dos dimensiones —interna y externa— hacia tres ámbitos principales de acción: desarrollo económico, mejoramiento de la sociedad, y preservación y rescate del medio ambiente.

El Centro Mexicano para la Filantropía, Cemefi, que en México gestiona el distintivo “ESR” (Empresa Socialmente Responsable) para reconocer a las empresas por sus buenas prácticas, a través del documento El concepto de la Responsabilidad Social Empresarial (Cajiga, 2018) la define así:

…es el compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la construcción del bien común (Cajiga, 2018).

Distintivo de Empresa Socialmente Responsable

En este sentido, la principal limitación de la RSE es su naturaleza ética que no obliga a nadie a adoptarla, sino más bien fomenta su asunción como un compromiso voluntario, emanado del pleno convencimiento de la responsabilidad que como directivos, dueños, líderes o socios de una empresa, gobierno o institución contraemos con el entorno natural y social de la organización, con las personas que la integran y con todos sus grupos de interés.

RSE para micro, pequeñas y grandes empresas

Sin importar el tamaño, naturaleza, giro, objetivos y propósitos de la organización ―siempre y cuando opere dentro de la ley y su existencia sea lícita―, toda empresa puede gestionar e implementar acciones de RSE.

Desde las pequeñas acciones que apunten a mejorar el ambiente laboral de la propia organización y la superación y seguridad de sus trabajadores, hasta los megaproyectos de reconversión de una planta productiva para sólo utilizar energías limpias. Todo lo que abone a mejorar y evitar el daño consciente al entorno natural, a la sociedad y los grupos de interés será RSE.

Diferencias entre RSE, el desarrollo sostenible y la sostenibilidad empresarial

Los términos arriba enunciados están vinculados estrechamente, dado que la RSE es un constructo que busca contribuir al desarrollo sostenible; la sostenibilidad empresarial, a su vez, es la operación de una empresa que reduce al mínimo sus efectos negativos y maximiza sus beneficios y generación de valor ―no sólo económico―, por lo que dichos términos están ligados, conformando un trinomio basado en la sostenibilidad.

Beneficios de la gestión de la responsabilidad social en el desempeño organizacional

De acuerdo con los estudiosos del tema, una adopción genuina de la RSE coadyuvará a que las organizaciones incrementen su reputación, prestigio y legitimidad que, en el marco de la competencia económica y comercial, pueden convertirse en ventajas competitivas:

El mercado global es un escenario que está en constante cambio, el cual exige un trabajo con empresas y economías que estén dispuestas a abordar esta nueva visión de negocio socialmente responsable. Se reconoce que las empresas son más competitivas si gestionan éticamente sus negocios (Agüeros, S., et al., 2011).

Y no sólo eso, a los ojos de los consumidores una empresa que, efectivamente, es ética y responsable en todos sus procesos (producción, distribución, venta, etc.) es una empresa honesta, congruente, legítima, legal y que, al tiempo de contribuir activamente al desarrollo económico de la sociedad, se preocupa por aminorar sus efectos en el ambiente, por respetar los derechos laborales de todos sus trabajadores, por actuar dentro de las normas locales y por cumplir con sus obligaciones fiscales.

Como efecto adicional, las organizaciones éticas y socialmente responsables atraen al personal líder con lo que su productividad se incrementa y se traduce, a grandes rasgos, en mayores utilidades.

La RSE como opción al capitalismo depredador

Algunos estudios apuntan a que la RSE ya ha sido superada, dado que su énfasis en acción social y desarrollo económico no resulta tan vital como la lucha contra el cambio climático que se avecina y que, sin exagerar, pondría al límite la supervivencia a la especie humana. Es decir, la orientación ecológica hacia la sostenibilidad de las operaciones empresariales constituye ahora el centro de las buenas prácticas, pues lo que está en juego es el futuro del planeta y de las presentes y nuevas generaciones. En este sentido, los nuevos teóricos de la RSE la han denominado sostenibilidad corporativa:

Estamos hablando de futuro, de conceptos, de transformación y de gestión. Estamos firmemente convencidos de que la “sostenibilidad corporativa” tiene más privilegios que la responsabilidad social corporativa para vincularse al core business de una empresa y convertirse en un motor de crecimiento (Pinillos, A. & Fernández, J. 2011).

“Algunos estudios apuntan a que la RSE ya ha sido superada, dado que su énfasis en acción social y desarrollo económico no resulta tan vital como la lucha contra el cambio climático que se avecina…”

Lo más importante será, atendiendo a la presunta contradicción que existe entre la ganancia que anima a la empresa y los recursos que podría destinar a fines que no son estrictamente lucrativos, el hecho de que estas asuman la RSE desde su planeación estratégica y alineen sus objetivos organizacionales con los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 20-30. Es decir, como lo plantean Daniel Vinsennaun y David Simonetta: que la RSE logre adecuarse a planes y objetivos tradicionales de la empresa sin generar una contradicción que impida la práctica (Vinsennaun & Simonetta, 2013).

El cambio climático que actualmente afecta a todo el planeta es el punto de inflexión que urge a la sociedad a modificar sus esquemas de producción y consumo. En el corto plazo, los efectos de este fenómeno se harán más evidentes y trágicos. En nuestro país, la prolongada y extendida sequía en los estados del norte ha causado una crisis hídrica sin precedentes.

La RSE no es la solución a todos los problemas que la humanidad enfrenta, pero sí constituye una opción para contrarrestar al capitalismo rapaz y depredador; al capitalismo a ultranza que coopta gobiernos, compra consciencias y acalla voces críticas y discordantes.

aves_urbanas@yahoo.com.mx

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Twitter: @Jorgediazavila

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https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/jorge-diaz-avila-disonancias/

Referencias

  • Agüeros, F., Rodríguez, J & Sandoval, D. (2015, octubre 20.) La Responsabilidad Social Empresarial como ventaja competitiva. La Administración y la Responsabilidad Social Empresarial, Vol. III, 2 – 21. 2 de diciembre de 2020, De “XV Congreso Internacional de Investigación en Ciencias Administrativas” Base de datos.
  • Cajiga, J. (2018). El concepto de Responsabilidad Social Empresarial. México: CEMEFI.
  • Cortina, A. (2014). Ética de la razón cordial. Educar en la ciudadanía. Asturias, España: Nobel.
  • Friedman, Milton. (1970, septiembre 13). La doctrina Friedman: la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios. The New York Times, CXIX, 17. 21 de diciembre de 2020, De https://www.nytimes.com/1970/09/13/archives/a-friedman-doctrine-the-social-responsibility-of-business-is-to.html
  • Organización de las Naciones Unidas. (1987, agosto 4). Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Nota del Secretario General. Nueva York, EE.UU: ONU.
  • Padrón, C. (2010). Los intereses por la ética de la empresa. En Ensayos sobre problemas de ética en las organizaciones (148). México: UNAM – Porrúa.
  • Pinillos, A. & Fernández, J. (2011). De la RSC a la sostenibilidad corporativa: una evolución necesaria para la creación de valor. Sostenibilidad Corporativa, III, 5 – 21. 20 de agosto de 2022, De Research Gate Base de datos.
  • Porto, N. & J. Castromán (2006, septiembre-diciembre), “Responsabilidad social: un análisis de la situación actual en México y España”, Contaduría y Administración, Núm. 220, pp. 67-87.
  • Vinsennaun, David & Simonetta, David. (2013). Perspectiva funcionalista sobre la RSE -experiencias derivadas de casos- Revista de la Asociación de Docentes de Administración General de la República Argentina, No. 3, 16- 29. 22 de diciembre de 2020, De Dialnet. Base de datos.
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Last modified: 8 septiembre, 2022
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