NOTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
La licencia única universal que exentará de revisión sanitaria a la carne que se importe en México podría generar “desiertos alimentarios” en aquellos lugares donde no haya supermercados, afectaría a la producción local y no garantizaría la protección al consumidor final, advirtió el Dr. Abdiel Hernández Mendoza, profesor responsable del Observatorio de Negocios Internacionales de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM, Campus Juriquilla.
El especialista aclaró que esta medida debe entenderse en el contexto histórico que se vive a nivel mundial y nacional, que imposibilita cumplir con el objetivo de hambre cero de la ONU para 2030.
Aunque dijo que la carne importada de países como Argentina debe cumplir con estándares de calidad, reconoció que sí existen riesgos para el consumidor y para los productores locales que no tienen mercados asegurados.
“Es un programa muy específico que pretende tener los productos alimentarios que no se tienen en México, pero que no responden, necesariamente, a las necesidades de seguridad alimentaria del país, que es seguridad nacional”.
¿Cómo entender la licencia única universal que exentará a la carne importada de las revisiones sanitarias?
Cualquier propuesta de esta índole siempre se propone no leerla en la inmediatez, sino en el contexto que se está dando. En el contexto internacional estamos en una era de grandes cambios, acontecimientos impactantes para la humanidad, el más reciente que tenemos es la pandemia por SARS-CoV-2, y justo ahora una guerra en el territorio ucraniano, que se combina con más de 25 guerras de manera simultánea en el mundo, y una crisis en la cadena de suministros que es global, que durante la pandemia se recrudeció, tampoco fue su origen.
La ONU, a través de la FAO y la OCDE, señaló hace unos meses que el objetivo de desarrollo sustentable número 2, hambre cero, no se va a cumplir para la agenda 2030. Estamos en un problema muy grave de inseguridad alimentaria a nivel mundial.
A nivel mundial también están la crisis energética, en el caso de Rusia y Ucrania, son suministradores de alimentos a nivel mundial, suministran mucho grano a países en vías de desarrollo, en específico en África, pero también son suministradores de fertilizantes, de pesticidas, que son fundamentales para garantizar el ejercicio agroalimentario. Hay más elementos que tienen que ver con estancamientos políticos, surgimientos de grupos armados, desplazamientos forzados, violencia organizada y riesgos de conflicto a nivel mundial, que impiden que la seguridad alimentaria se cumpla.
A esto hay que sumarle que, en el caso de lo local, México tiene una de las mayores inflaciones de su historia. Desde hace 22 años no se veía una inflación de este tipo, una inflación de 8.7 por ciento, donde hay elementos fundamentales para nuestra ingesta. Hay que considerar que toda alimentación tiene un vector cultural que hay que cuidar, y uno de estos es, para nosotros como mexicanos, la tortilla, que sigue en aumento, el jitomate sigue en aumento, la cebolla sigue en aumento; y otro caso importante a nivel nacional es que muchas empresas dedicadas a la agroindustria no venden necesariamente sus alimentos en México, sino que se dedican a la exportación. A todo eso hay que sumar otros factores: la sequía en el norte del país, en Zacatecas se estaba advirtiendo que no se iban a tener las garantías para suministrar al país de productos cárnicos, y la sequía en el norte afectó varias cosechas.
Aunado a esto, México, a través de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), implica la garantía de que lo que vamos a comer no sólo tenga los requerimientos nutrimentales, sino que ha pasado por un proceso de inocuidad muy severo, por ejemplo, en algunos de los rastros locales están comprometidos a sacar diferentes tipos de certificaciones como la TIF.
Algo que se ha criticado, curiosamente desde las posiciones de izquierda, es el tema de la facilitación del comercio. Este gobierno es algo bien curioso, porque en algún momento, en estas declaraciones que hace, señaló el fin del neoliberalismo, pero no hay medida más neoliberal que facilitar, a través de este tipo de medidas, eliminar barreras arancelarias y no arancelarias para que pueda pasar la carne, en algunas empresas que firman este Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic), a un grupo de 15 empresas, con la posibilidad de que más empresas se integren, pero es un grupo controlado; y es curioso que primero se lance la iniciativa y después se digan las letras pequeñas para mantener la canasta de alimentación básica de 24 productos en un precio alrededor de los mil 40 pesos, con una reducción del 8 por ciento respecto a lo que se venía comprando en una de las empresas, Walmart, que está dentro de este pacto.
Es un programa muy específico que pretende tener los productos alimentarios que no se tienen en México, pero que no responden, necesariamente, a las necesidades de seguridad alimentaria del país, que es seguridad nacional.
Era, por lo menos, tener una pedagogía alimentaria que implicara la defensa de la soberanía alimentaria como un marco, pero también garantías de accesibilidad y de innovación tecnológica, y de procesos en la cuestión de todas las actividades económicas primarias mexicanas, que son las que garantizan la alimentación, no sólo el agro, sino también los ríos, los mares, que nos dan alimentos.
Hay un énfasis en algo muy importante, que es la cancelación de la exportación del maíz, el frijol, de la sardina, de la chatarra de aluminio y del acero, en un momento en que se vaticina que el futuro seguirá en constante guerra a nivel internacional; que la inflación, pese a que los pronósticos del gobierno federal dicen que llegó a su pico y que empezará la declinación, se está previendo que no sea tanto así, lo estamos viendo con estos desajustes que se hacen con la crisis energética en Europa, el desabasto de gasolina, por ejemplo en Francia, y que invitan a pensar que viene un proceso de desabasto probable de algunos productos de la canasta básica en México.
¿La medida que anunció el gobierno federal es un riesgo?
Es un riesgo, todo lo que lleva la facilitación del comercio sin regulación es un riesgo, pero también hay que tener presente algo, estamos hablando de mercados internacionales, en donde toda nación tiene regulaciones, aunque a veces no se sigan como tendrían que seguirse. Por ejemplo, el caso más sonado y que se ha utilizado más como referente, la carne argentina, resulta importante saber que, para que la carne argentina salga, ellos deben tener también cierto tipo de certificaciones, porque no es solamente que pase por un rastro en Argentina la carne y salga en la exportación hacia el mercado mexicano, sino que lleva todo un proceso, y las empresas como Walmart tienen la posibilidad de garantizar los productos que ellos van a poner dentro de su cadena.
Sí es un riesgo, el riesgo más grande es que se señale que ellos van a ser responsables directos de lo que suceda al respecto de los productos que vendan, porque lo que nos están diciendo es que, si se enferman, o si a las personas que están consumiendo esto les da una enfermedad, ya actuaremos en consecuencia. Es como dicen los sabios en la cultura popular mexicana: muerto el niño, a tapar el pozo. Parece que estamos en esa cuestión de mucha ambigüedad respecto a esta medida.
¿En términos económicos hay un riesgo para los productores mexicanos?
El riesgo está sobre todo en las empresas pequeñas. Hay otras empresas en la industria tomatera, que va a ser de las primeras que van a dar una respuesta; en el caso de los productores de Sonora, ellos ya tienen mercados asegurados, no solamente nacionales, sino internacionales.
La producción que se va a ver afectada va a ser la producción local, la producción que no tiene grandes mercados. Lo que se está favoreciendo con esta licencia en específico es a las cadenas de supermercados, pero no tanto a los mercados locales, a los mercados pequeños. Lo que está pasando ahí, en términos de seguridad alimentaria, se le conoce como la probable creación de desiertos alimentarios, aquellos espacios donde no haya un Walmart cerca van a tener probables problemas de desabasto, del precio de los productos básicos de su canasta; y quienes vayamos a comprar a los centros comerciales, pues no iremos con la seguridad en específico de que se esté protegiendo el riesgo del consumidor respecto a los productos que estén ahí.
Tampoco vamos a estar seguros de lo que es el control de calidad de los productos en estos tipos de venta que se están facilitando, y es difícil de comprender que la responsabilidad ya no sea del Estado, sino que la responsabilidad pase a las empresas respecto a los riesgos sanitarios, eso es lo más agravante. En otras épocas se hubiera comprendido esta cuestión de la exención de regulaciones y del pago del Impuesto General de Importaciones, el famoso IGI, pero en esta donde vemos un control férreo del ejército en las aduanas y vemos la no facilitación del comercio por todo lo que tardan los trámites, pues resulta dudoso que esto no tenga tanta regulación. Responde obviamente a una cuestión política que tiene que ver con el aumento de los servicios de consumo nacional y que probablemente se verían más afectados si tuviéramos, a la par, un aumento en los precios de la energía.
Abdiel Hernández Mendoza concluyó que desde hace tiempo: “México se encuentra en una creciente descomposición de su sistema agroalimentario y perdió su capacidad productora en algunos casos muy específicos, donde tenemos problemas de sequía, de inundaciones, de tecnología inalcanzable para productores nacionales. Nos enfrentamos como país a la manipulación de los precios internacionales, a las inestabilidades regionales, donde no existe un programa de pedagogía alimentaria, no para que nos enseñen a comer, sino que se enseñe a producir lo que necesita el país para garantizar su seguridad alimentaria”.