Autoría de 2:21 pm Tec de Monterrey: Investigación transformadora

Cómo evitar situaciones de riesgo a través del lenguaje no verbal – Jhaneffer Ortega Alcántara

El pasado mes tuve dos experiencias llenas de tensión que me recordaron la importancia de cultivarme en comunicación no verbal. Esta se divide en tres: proxemia, paralenguaje y kinesia. La proxemia hace referencia a la distancia física que dejamos con nuestros interlocutores para sentirnos seguros, o bien, acercarnos a la persona amada. Estas distancias pueden ser íntimas, personales, sociales o públicas. La distancia dependerá de nuestra relación con los demás y del contexto. La paralingüística se refiere a la voz: volumen, tono, ritmo, timbre, silencios y velocidad al hablar. La kinesia está formada por los gestos o expresiones faciales, la mirada, las manos y las posturas. Se encarga de estudiar el significado de los movimientos humanos (cruzar las piernas, frotarse las manos, fruncir el ceño, entre otros).

Gracias al conocimiento de estas herramientas pude detectar, en mi primera experiencia, que un técnico de una empresa de cable desconectaba ilegalmente a los usuarios, y tanto su reacción nerviosa como su postura agresiva al dirigirse a mí me indicaban que aquel hombre estaba haciendo algo indebido. Al acercarme se puso a la defensiva, estaba visiblemente alterado y las manos le temblaban mientras intentaba grabarme alegando que yo estaba invadiendo su privacidad.

La segunda experiencia fue aún más desagradable. Mientras estaba en una parada esperando el trasporte público alrededor de las 7 de la mañana, cuando aún había oscuridad, un hombre se sentó cerca de una chica a tres asientos de mí, por lo que la distancia social entre aquel individuo y yo era la adecuada, pero no era adecuada para la joven, pues prácticamente se sentó al lado de ella y empezó a cuestionarla. Mi vista estaba en dirección opuesta a la ubicación de ambos, pero escuchaba que el hombre murmuraba.

Mi primera señal de alarma fue ese murmullo y la voz de la chica insistiendo: “¿mande?, ¿mande?”. Volteé varias veces, pero la pasividad de la joven me hizo pensar que iban juntos. Mi segunda señal de alarma fue ver que el hombre se retiraba casi corriendo al ver llegar a otro hombre, quien desafortunadamente se fue enseguida al pasar su transporte. El individuo murmurante regresó y siguió cuestionando a la joven. “Definitivamente vienen juntos –pensé–, la chica no se escucha incómoda”.

Preocupada, pero alerta, decidí voltear una vez más y vi a aquel hombre masturbándose mientras hablaba con la joven, quien traía en sus piernas una mochila grande que le bloqueaba la visión del acto. Salté de mi asiento sumamente alterada y grité: “¡Qué te pasa estúpido!”. Tal vez no fue la mejor reacción, pero quise mostrar coraje, aunque temblaba y mi corazón estaba agitado. El hombre salió corriendo y no volvió.

Por sentido común y sin tener conocimiento profundo en temas de comunicación verbal y no verbal, se pueden identificar señales de peligro. No entendí por qué aquella joven no se impresionaba o se inquietaba con el hombre, pero sin duda considero que debemos estar alertas y aprender a interpretar las señales para impedir conflictos, evitar riesgos o salvar la vida.

La maestra Jhaneffer Ortega Alcántara es profesora en el Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro

jortegaa@tec.mx

Twitter: @JhaneOrte

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Last modified: 23 octubre, 2022
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