NOTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
El Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO) advirtió que persiste la brecha de ingreso por género en el país, ya que por cada 100 pesos que un hombre ocupado percibió en ingresos laborales en México, una mujer recibió 86 pesos, una brecha del 14 por ciento y si ella quisiera tener el mismo ingreso promedio que un hombre, debería trabajar 51 días más que él.
En el estudio “Brecha salarial de género. Un comparativo sectorial e internacional”, el IMCO resaltó que las mujeres representan el 52 por ciento de la población de México y aportan el 40 por ciento de la fuerza laboral del país. De cada 10 mexicanas trabajadoras, 7 ganan menos de 2 salarios mínimos. Las brechas se sostienen incluso en aquellos sectores donde las mujeres representan la mayor parte de la fuerza laboral.
En los últimos 17 años, la participación laboral de las mujeres de 15 años o más que trabajan o buscan un empleo osciló entre 40 y 45 por ciento, que contrasta con la participación de los hombres que se ubicó por encima del 70 por ciento en el mismo periodo de tiempo.
A esa subrepresentación de las mujeres en la fuerza laboral, se suma que ellas obtienen menores ingresos por su trabajo que los hombres. “En 2005 las mujeres percibían 21 por ciento menos ingresos promedio que los hombres. En 2022, por cada 100 pesos que un hombre ocupado percibió en ingresos laborales, una mujer recibió 86 pesos, lo que implica una brecha del 14 por ciento”.
De acuerdo con el IMCO, esto significa que a nivel nacional “si una mujer quisiera tener el mismo ingreso promedio al año que un hombre, tendría que trabajar 51 días más para obtenerlo”. Los empleos de las mujeres se concentran en aquellas actividades relacionadas con el cuidado o servicio al cliente, donde se obtienen menores ingresos y los hombres obtienen puestos con habilidades calificadas, lo que aumenta la brecha de ingresos por género.
Asimismo, el 2.6 por ciento de las mujeres en México son empleadoras, contra el 6.5 por ciento de los hombres ocupados en esta misma condición y el 6.4 por ciento de las mujeres trabajadoras no reciben una remuneración, contra el 3.3 por ciento de los hombres que se enfrentan a la misma situación.
“Mientras que 7 de cada 10 mexicanas trabajadoras que reciben ingresos ganan menos de 2 salarios mínimos, 6 de cada 10 hombres están en ese rango. La diferencia se acentúa en la proporción de trabajadores y trabajadoras con ingresos más elevados, donde 11 por ciento de las mujeres ocupadas tiene un ingreso entre 2 y 5 salarios mínimos, a diferencia del 16.8 por ciento de los hombres ocupados en el mismo nivel de ingresos”, destacó el estudio.
Las diferencias en los sectores
El estudio del IMCO señaló que, por sectores económicos, las menores diferencias entre los salarios de hombres y mujeres se encuentran en el transporte y almacenamiento, servicios profesionales, científicos y técnicos, así como servicios de apoyo a los negocios, a diferencia de lo que ocurre en los medios masivos, otros servicios no gubernamentales y comercio al por menor, en donde los hombres ganan más que las mujeres.
Entre los servicios no gubernamentales se encuentran aquellos dedicados a la reparación, mantenimiento de bienes, lavanderías, talleres mecánicos, seminarios religiosos y conventos. Sin embargo, sí existen sectores en los que las mujeres tienen un mayor ingreso que los hombres, como los servicios inmobiliarios, la construcción y la minería.
En sectores como la educación, el hospedaje, la preparación de alimentos, el comercio al por menor y otros servicios no gubernamentales más de la mitad de quienes trabajan son mujeres y la brecha de ingresos promedio es de 21 por ciento en favor de los hombres.
“Por el contrario, en los sectores donde hay pocas mujeres, la brecha de ingresos tiende a ser en favor de ellas, es decir, que en promedio ganan más. En los sectores de construcción y minería, dos industrias donde existe menos participación de mujeres, ellas representan el 4 y 13 por ciento de la fuerza laboral respectivamente y la brecha promedio en ambos sectores es de 29 por ciento en favor de las trabajadoras”.
En sectores como el de servicios no gubernamentales las mujeres ganan 27 por ciento menos que los hombres; lo mismo sucede con el sector de comercio al por menor, en el que 51 por ciento de las mujeres ganan hasta un salario mínimo en contraste con 33 por ciento de los hombres.
El nivel educativo tiene un papel importante en estas diferencias: en los tres sectores con mayor brecha de ingresos en favor de las mujeres, como los servicios inmobiliarios, construcción y minería, más de la mitad de las mujeres estudiaron una licenciatura. Sin embargo, en empleos donde hay una brecha salarial en favor de los hombres, como medios masivos, el 51 por ciento de las mujeres tienen estudios de licenciatura, cifra ligeramente mayor en comparación con los hombres, ya que el 49 por ciento alcanza este nivel educativo.
“Cuando la brecha de ingresos es en favor de las mujeres, la representación de mujeres es menor. Cuando las brechas son en favor de los hombres, la representación de mujeres se acerca al promedio nacional de cada país”, sostuvo el estudio.
Las brechas en los estados
El IMCO encontró que Oaxaca, Colima e Hidalgo son las entidades con mayor disparidad de ingreso laboral entre hombres y mujeres, con diferencias del 27.2, 25.3 y 24.9 por ciento respectivamente. Por lo contrario, Chiapas, Veracruz y la Ciudad de México presentan la menor brecha de ingresos, al obtener cifras del 10.2, 6.2 y 7.7 por ciento respectivamente.
Aunque la Ciudad de México es la entidad que ofrece las mejores condiciones laborales para las mujeres, Chiapas presenta una situación atípica: es el único estado con una brecha de ingresos por género en favor de las mujeres. “En promedio, por cada 100 pesos que perciben los hombres por su trabajo, las mujeres ganan 110 pesos”.
Estas condiciones, señaló el IMCO, muestran que la brecha de ingresos no es un tema regional, que no hay una explicación única ni generalizada de esta situación y que hombres y mujeres no enfrentan las mismas condiciones laborales.
Para reducir la brecha, propuso romper con la segregación ocupacional de género para que más mujeres participen en los sectores tradicionalmente masculinos con mejor remuneración, mediante la educación continua, la seguridad social, la flexibilidad laboral y mejorar la calidad de los empleos.
De igual forma, planteó realizar un autodiagnóstico de la brecha de ingresos entre hombres y mujeres dentro de los centros de trabajo y avanzar hacia la diferencia salarial en los puestos laborales, así como eliminar las prácticas que pueden perpetuar la desigualdad de ingresos y establecer los salarios con base en competencias, sin olvidar que se tiene que fomentar el balance vida-trabajo.