CRÓNICA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS: JESÚS ARRIAGA/LALUPA.MX
Soy la suma del amor de mi familia, de mis amigos, de los médicos y los científicos que no me conocen, soy la suma del amor, afirma Josué Quino, al hablar de sus años como superviviente del VHI, minutos antes de iniciar la caminata silenciosa contra el Sida.
Codo a codo con otros activistas, avanza desde el Panteón de los Queretanos Ilustres a Plaza de Armas dónde se colocará un moño rojo, con las fotos y nombres de las personas que fallecieron por la enfermedad.
Les mueve el interés de que se cambien las medidas públicas para proteger a las personas, pero también los llama el recuerdo, la necesidad de rendir honor a las víctimas de esa pandemia, la que los llenó de miedo hace al menos tres décadas, que llevó a discriminar a los enfermos porque se les consideraba condenados a muerte.
Solamente Josué recuerda a más de 200 personas que murieron por la enfermedad, de la que él sobrevive gracias a los tratamientos médicos, gracias al afecto de las demás personas, por lo que se siente bendecido todos los días.
“Es una alegría infinita, porque soy la suma del amor de mi familia, de mis amigos, de mis compañeros de trabajo, de los médicos, de los científicos que ni me conocen, soy la suma del amor por la vida que toda esta gente me ha tenido y me tiene, siento eso, felicidad, alegría y un amor infinito por la vida”.
La caminata avanza silenciosa en recuerdo de los más de 40 años de que se detectó el primer caso de Sida en el mundo y de las luchas para recibir apoyo, sobre todo después de que en 1983 se realizó, en San Francisco, la primera actividad de encendido de velas para recordar a las víctimas de la enfermedad.
En el país, en 1985, Juan Jacobo Hernández hizo el primer encendido de velas en un rincón de la zona rosa en la Ciudad de México y un año después se inició la primera caminata silenciosa. En Querétaro se inició en 1996 con la organización de la maestra Liz Contreras y otras académicas de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) para realizar caminatas silenciosas.
Quino reconoce que se dejaron de hacer porque parecía que ya todo estaba resuelto, “había investigaciones, medicamentos, pero hace cuatro años el presidente retiró todos los apoyos a la sociedad civil y el trabajo de décadas de prevención e información se fue a la basura”.
“Los casos se han triplicado, en Querétaro se han quintuplicado y no se vale, por eso queremos recordar a las.personas fallecidas por Sida y decirle a gobierno que las investigaciones están hechas, que los medicamentos existen, que existe la forma de evitar que los jóvenes se siga contagiando, que hagan caso, que tengan los medicamentos que se deben tener y regresen los apoyos a la sociedad civil organizada”.
La caminata sigue adelante y Josué lleva el recuerdo de la primera muerte que enfrentó. Miguel de Jesús Ronquillo Guevara, con quién estudió teatro en Veracruz en 1974. “En 1983 supe que estaba enfermo de algo raro, no sabíamos qué pasaba, estudiaba fotografía en San Francisco y cuando fui a ver a su familia en Guerrero pregunté cómo estaba Miguel de Jesús y me dijeron ya no hay Miguel de Jesús. Sentí que el mundo se me caía y fue el primero de más de 200 que yo he conocido”.
Por ellos y más, la caminata avanza despacio hacia Plaza de Armas, dónde cada nombre y cada foto serán un homenaje frente al Palacio de Gobierno, en espera de que su silencio se note.
La presencia de tantos jóvenes le dio a esta Caminata un ambiente fresco, independientemente del frío que hubo. La asistencia de personas que no forman parte de la Comunidad LGBT+ nos hizo entender que la sociedad ya entiende que, ni el VIH ni el SIDA, son condiciones de salud exclusivas de una grupo estigmatizado.