En las décadas por venir se espera que la cantidad de datos que generemos las personas alcance una cantidad estratosférica. Hay estimaciones que sugieren que en los próximos años la información que producirá la humanidad comenzará a aumentar exponencialmente, lo que impondrá severos retos para su almacenaje, procesamiento, pero de manera especial para su transmisión, pues es durante esta etapa que la información queda vulnerable a la lectura por individuos ajenos, cuyos propósitos podrían resultar dañinos para los dueños de estos datos.
Cuando se requiere almacenar datos, estos normalmente son codificados previamente mediante programas informáticos que utilizan algoritmos matemáticos con claves rebuscadas, las cuales siempre son susceptibles de ser develadas por las mismas máquinas que se usan para encubrir, pues cuando dicha información necesita ser procesada tiene que ser desencriptada. Si el procesamiento de los datos se realiza en la misma computadora en la que están almacenados, entonces se mantienen relativamente protegidos de la vista o el hurto de terceros.
Sin embargo, dado que los volúmenes de información crecen constantemente, su procesamiento resulta también más complicado o hasta imposible de llevar a cabo en computadoras aisladas, y por ello el uso de cómputo en la nube se ha convertido más frecuentemente en la única opción viable para realizar estas tareas. El problema en este escenario es que, para que la información pueda ser enviada a las redes de servidores que integran la nube en la que deberá procesarse, los datos también deben viajar sin la protección que les brinda la encriptación. Con ello, los datos sensibles de las personas quedan expuestos durante lapsos prolongados, lo que aumenta considerablemente la probabilidad de que puedan ser leídos, duplicados o alterados por personas con intenciones perversas.
Adicionalmente, las rutinas de encriptación y desencriptación consumen grandes cantidades de energía, pues son realizadas mediante procesos electrónicos sujetos a la resistencia eléctrica presente en los microcircuitos semiconductores que llevan a cabo las operaciones lógicas programadas en los algoritmos de codificación. Y aunque el aumento de la capacidad de cómputo eventualmente permitirá realizar el procesamiento de datos encriptados, los tiempos que se requerirán para realizar las numerosas operaciones matemáticas seguramente terminarán por convertirse en otra limitante para esta forma de tratamiento de la información.
Por fortuna, con la llamada encriptación óptica, la luz ofrece una alternativa a esta problemática pues, gracias a sus varias propiedades, las ondas luminosas pueden codificar la información, trasladarla casi instantáneamente a enormes distancias y hasta procesarla en estado codificado, reduciendo su vulnerabilidad de esta forma. Entre las muchas características de la luz que están siendo utilizadas por empresas como la británica Optalysys para desarrollar su técnica de codificación, transmisión y procesamiento ópticos, llamada Encriptación Completamente Homomórfica —FHE, por Fully Homomorphic Encryption—, están la fase y la amplitud.
La fase de una onda de luz es el registro que nos permite conocer el momento exacto en el que esta fue generada, de manera que siempre podemos determinar su grado de sincronización con otras ondas, ya sea que provengan de la misma fuente o de otra distinta. La amplitud es una medida del desplazamiento que es capaz de realizar una onda de luz y puede regularse a través de la potencia con la que opera la fuente emisora. Si se producen combinaciones de fases y amplitudes de distintas fuentes luminosas, el número de posibilidades para codificar los datos se torna prácticamente infinito, por lo que la información resulta indescifrable mientras viaja protegida por FHE dentro de las fibras ópticas.
La FHE también puede procesar ópticamente los datos por medio de la interferencia controlada de los distintos haces dentro de unas lentes diseñadas especialmente para ello, y con la ventaja de que este cómputo no consume energía.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.