Esta señora un día sostuvo ante sí misma que le había llegado el momento de dejar de intentar cosas nuevas, como atreverse a asistir de oyente a un curso de filosofía. ¡Cómo había deseado en el pasado entrar en los secretos de lo que ella llamaba “el mundo del pensamiento”!
“Ya no soy joven” –se dijo, y aparecieron sus dos nietos detrás de la parte oscura de sus ojos–. ¡Cuánto los quería! La mayor tenía seis años y le retribuía toda pérdida, cuando la abrazaba y le decía ¡abuela!, con su vocecita de campana.
Tal vez esta señora no veía el mundo con alegría porque no se había bañado ayer. “¿Para qué? –se dijo– si no voy a salir, no espero a nadie…”. Si su hijo y su nieta pasaran de vez en vez a saludar, se bañaría, pero ¿para qué, si no?
Revisó el periódico y otra vez las noticias la hicieron llorar: “Tendría que dejar de enterarme de todo también” –se dijo–. ¿Qué caso tenía? Usaría ese día sin relieves para recoser la ropa, lavar un poco y poner orden; se bañaría después, antes de acostarse, porque lo que era ahora ¿para qué? –se dijo.
Pero ¡qué tarde se había hecho! No sabía que pensar llevara tanto tiempo, ¡casi las dos! Hora de comer y nada en el refrigerador… y ni manera de salir en ropa de dormir y sucia de dos días. Dos vueltas inútiles por toda la casa, más el hambre, la ayudaron a decidir: saldría “de incógnito”, compraría y volvería rápido, rápido sin levantar los ojos más que para cruzar la calle.
Se aplacó el cabello con un poco de agua, se borró las ojeras del rímel de antier, se puso pants, playera y unos aretes “para despistar” –se dijo.
A mitad de camino, mientras avanzaba por la banqueta de la cuadra larga, un hombre que venía hacia ella se inclinó con cortesía, y luego que la tuvo cerca le soltó: ¡Estás preciosa!, con lo que ella brincó, pues al venir de incógnita una no se deja ver ni adivinar, pero tampoco puede ver ni adivinar a los demás.
Siguió su camino después del brinco, pero buscó con disimulo a alguna adolescente preciosa, es decir, a alguna destinataria más natural para un piropo. Nadie. Además, recordó cómo el tipo se había inclinado hacia ella tanto, que cuando la frase la hizo levantar la mirada vio la cara del sujeto sonriente, atendiendo a la cara que ella pondría. ¿Sería el pobre tan miope como ella? ¿Querría distraerla para sacarle el monedero? No. El monedero seguía allí. ¿Sería uno con problemas de Edipo trasnochado? Porque si bien el hombre no era un jovenzuelo –lo supo por la inclinación de cabeza, propia de un caballero antiguo– tenía el cabello oscuro y no como ella, pero para eso existen los tintes, ¿no? ¿Estaría un poco mal de la cabeza? No era vanidad, pero no lo parecía… ¿O practicaba sus dotes de seductor azuzado por algún folletito de autoayuda? “Estás preciosa” le soltó un desconocido por la calle ¡ja!
Después de las compras, en casa, se preparó comida y comió con buenísimo apetito, pero se cuidó de no pasar ante ningún espejo: no quería argumentos para contradecir al bicho loco. Pensó otro rato y decidió que intentar cosas nuevas nada tendría de malo. “Y voy a bañarme ya” –se dijo.
La ilustración, como siemore, muy acertada. Feliz 2023 al ilustrador y a José Antonio.
Me gustó mucho porque alguna vez viví una depresión y también pasaba días sin bañarme.
Problemas recurrentes en nuestro diario vivir. El, “estás preciosa”, del bicho raro, le agradó, le ayudó, tanto que hasta se bañó.
Muy bueno.
Saludos.
El rito de bañarse se convierte en la antesala de la muerte en vida, o el renacer a ella.
Y sólo una mirada puede recordarnos que está ahí esperandonos a disfrutarla.
Un motivo, un aliciente y aquello que no nos seduce se transforma…
Muy ilustradora la historia de cómo un simple piropo puede ayudar y hacer reaccionar a la dama para no dejarse al abandono de su vida y retomar sus hábitos naturales y nuevas actividades y oportunidades del día a día. Muy buena. Felicidades.
Interesante forma de ilustrar el desánimo que suele atacar a las personas que caen en soledad. El baño, acciòn con la que nos preparamos para iniciar la aventura del diario vivir.
Muy bien Paty, adelante!!
genial, pensamientos entrecruzados, sensaciones de la vida, momentos existenciales que siempre nos rodean, lugares diversos para visitar…, y ahora ¿qué sigue…?…
En algunas ocasiones la gente se siente menos, la percepción de la edad o algún rasgo físico que puediera causar alguna incomodidad a las personas está distorsionada, la obsesión de las personas hace que dicho rasgo no lo vea como realmente es , sino que lo distingue de una manera más exagerada.
FELICIDADES PATY,una narrativa,muy importante, analítica conjugado lo físico con lo psicológico,de tantas y tantas personas que su situación de vida,se dejan,se conforman y caen en un abandono, ojalá y pudiéramos decirles,estás sola,pero vales mucho,alguna cualidad debes tener,no te arregles para otros arréglate para ti, siéntete feliz contigo misma,siempre hay un lado positivo,no esperes,ni estés supreditada,a otros seres humanos,HAY TANTO POR HACER,solo tenemos que buscarlo,
Tengo un tinte para el pelo que compré desde el jueves. Me miró al espejo y digo ¿Para qué? Si mi hijo no vendrá, es invierno y apenas salgo de casa.
Y encontrarme con una agenda nueva, un libro de hábitos saludables y tu texto es el impulso que necesitaba para dejar de ser una mujer sin bañar.
No dejes de escribir, sabes cómo entrar en las vidas de los demás con tus letras.
Gracias, Patri.
Pati: Escribes de una manera inesperada, logras un punto de tensión en su momento exacto, y finalmente das un toque de una vivencia que a veces se nos presenta como algo que nos hace preguntar; para qué?
No sé espera que un caballero le diga que está preciosa…
El encontrar una motivacion que te rompa la cotidianeidad.
Muy bueno!!! Uno se baña para sí mismo, no para los demás. Ja ja ja… Te lo dice alguien que si anda en “fachas”, no se quiere ni asomar a la ventana… “Como si alguien estuviera esperando verte…”. Dicen por ahí… Felicidades!!! Cada vez me gusta más tu lectura.
A veces nosotros somos los únicos que no podemos ver lo hermosos que somos por dentro y por fuera, más allá de los factores externos que nos hacen sentir felices o tristes, es bonito encontrar esa inspiración, ese motor y ese amor propio que viene desde dentro, a veces lo que sentimos es solo nuestra percepción, y hay veces que es bonito dejar que cualquier persona o cosa que parace no tan importante en ese momento de soledad o tristeza, nos vuelva a conectar con nuestra esencia. A veces también es bueno abrazar nuestros días malos, disfrutar no bañarse, y al otro día disfrutar si bañarse, dejarnos fluir, no ser tan duros juzgandonos y ser empaticos con los demás por que nunca sabemos las batallas que cada uno trae. Aprendamos de nuestros días buenos y de los no tan buenos también.
Además, pareciera que la pérdida de interés por el decoro personal aparece solo con la edad avanzada, pero no es así. La lucha diaria por la propia seguridad de ser en el mundo y con los demás, se da en todos los momentos de la vida y si es verdad que se va entrenando, siempre pasa algo que a una la hace dudar. ¿Valdrá la pena? Y la respuesta siempre es sí, porque el tiempo en este plano es corto y qué mejor que andar bien bañada y comida y bebida, por supuesto. Ahora, la intimidad tiene esa deliciosa confianza de los propios jugos, que cada tanto se disfruta y se hace con rebeldía: hoy huelo a madres, estoy para colección de terror, jajaja, lo siento mucho mundo, pero ahí voy.