HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
*Las fotos de Catalina que ilustran esta historia fueron tomadas antes del accidente
El pasado 16 de enero Catalina pudo formar parte de las estadísticas de muertes de ciclistas en Querétaro, cuando un motociclista invadió la ciclovía mientras ella se dirigía a su trabajo. No era la primera vez que ocurría un choque similar. En días pasados le tocó ver al menos tres accidentes iguales porque los conductores de motos ingresan a las ciclopistas para librar el congestionamiento vehicular.
Con dolores de cabeza y afectaciones en la cadera que le impiden caminar bien, Catalina Ramírez pide a las autoridades que hagan algo para controlar la invasión de los motociclistas en las ciclovías al poniente de la ciudad, porque su caso no es el único y pudo perder la vida. Además, se suma a las voces de quienes llaman a colocar infraestructura suficiente que proteja a los ciclistas y peatones.
“Tengo miedo. Amo andar en bici, es mi medio de transporte predilecto, tengo miedo de quedarme con alguna secuela. Platicando con los doctores y las enfermeras me dicen que, si hubiera caído diferente, no lo estaría contando”.
Accidentarse camino al trabajo
Catalina Ramírez Pedraza vive en San Pedro Mártir y trabaja en el centro de la ciudad, así que todas las mañanas hace un recorrido sobre la prolongación Bernardo Quintana, Carrillo y Tintero. Antes de los trabajos de 5 de febrero salía a la carretera del campo militar para tomar Universidad, aunque ahora debe ir hasta el puente de la Comisión Estatal de Aguas (CEA).
El lunes 16 de enero salió a las 7 de la mañana de su casa. En el trayecto no hay muchas ciclovías y uno de esos pocos tramos se encuentra en Espuela del Ferrocarril que conecta a la carretera del campo militar. “Es un puente con los topes amarillos. Iba bajando y justo cuando salía un camión de una empresa, una moto invade mi carril y me impacto con él, por la fuerza que llevaba, porque es una bajada, fue muy rápido, el impacto fue muy fuerte, me impacté de cara y el motociclista se fue, no supe si era un hombre o mujer y nadie me auxilió en el momento”.
Catalina perdió el conocimiento durante unos minutos. Cuando recobró la conciencia, no podía ver bien ni escuchar. Poco a poco regresó su vista y logró comunicarse con sus familiares. “El semáforo sobre la carretera de los parques industriales está desactivado por las obras, pero hay agentes de tráfico y mis familiares me dijeron que si podía caminar, intentara llegar a ellos mientras me buscaban porque había mucho tráfico”.
Con su bicicleta dañada y las lesiones, Catalina caminó hasta el sitio, pero no se encontraban los agentes de tráfico, sino un auxiliar vial que no supo qué hacer o cómo ayudarla, pero detuvo el tráfico para que ella esperara la ayuda en una parada de camión. Ahí, ella misma se comunicó al 9-1-1 donde le enviaron un paramédico en motocicleta que llegó en alrededor de 20 minutos. Dos minutos después llegó un familiar.
Tras descartar fracturas, la enviaron a urgencias del IMSS, donde estuvo todo el día mientras le realizaban una revisión más exhaustiva. Cuando llegó, ya no sangraba por nariz y boca, pero le pidieron esperar hasta descartar convulsiones, mareos o pérdida de conocimiento. En su casa la historia fue diferente, 15 días después no puede caminar bien y su cadera le duele, igual que la cabeza por lo que espera el resultado de nuevos estudios para definir cuál es el daño.
Común que motociclistas invadan ciclovías
Amigos de Catalina pidieron ver las grabaciones de las cámaras de seguridad en la zona, pero se les informó que no había material fílmico de ese día y tampoco hay negocios que cuenten con cámaras de seguridad ni se puede ubicar a testigos de ese momento.
Sin embargo, Catalina y otros ciclistas sostienen que la invasión de los motociclistas sobre la ciclopista no es una situación fuera de lo común, porque al incrementarse el tráfico en la zona y ante la falta de infraestructura que proteja a quienes se mueven en bici, es frecuente observar que quienes manejan moto se metan al espacio reservado.
“Es el pan de cada día. Como el tráfico inicia desde Carrillo, al dar la vuelta a las vías del tren, los motociclistas llegan a invadir la ciclovía y hasta la banqueta, que es muy pequeña, la invaden para sortear los carros. Hay días que sí hay algún agente de tránsito justo en la bajada del puente y los días que se ponen sí llegan a detener a los motociclistas, no sé si aplican multas o sólo les hacen la observación, pero es muy recurrente y se enojan si alguien les dice que respeten la ciclopista”.
Justo una semana antes del accidente de Catalina, le tocó a observar una discusión de otro ciclista con un motociclista que iba atrás de él sobre la ciclovía. “Aceleraba y lo presionaba para que se quitara o se apurara y el ciclista se bajó y le hizo frente al motociclista. Me tocó ver tres choques entre ciclistas y motociclistas y otras veces donde los motociclistas ya no te dejan pasar porque les reclamas”.
Sin recuperarse todavía, Catalina sabe que el día de su accidente pudo convertirse en un número más de ciclistas que mueren en las calles y ahora solamente pide que las autoridades se aseguren de que esto no vuelva a ocurrir.
“Ya antes me había caído de la bici o choqué con puertas de autos cuando abrían sin fijarse que venía, pero ahora vi la muerte de dos personas en el libramiento, otro ciclista en Corregidora, tengo miedo, tengo sentimientos encontrados muy fuertes, amo andar en bici, es mi medio de transporte predilecto, tengo miedo de quedar con alguna secuela que me impida volver a agarrar la bici, estoy consternada porque platicando con los doctores y las enfermeras me dicen que si hubiera caído diferente, no lo estaría contando”.
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