Autoría de 1:18 pm #Opinión, Jorge Díaz Ávila - Disonancias

Ms. Kiesler (III de III) – Jorge Díaz Ávila

VIII

            Cuando entré al museo casi me fui de espaldas. Era mi primer viaje a Europa. En la sala principal del Museumsquartier de Viena, docenas de fotografías, carteles y ampliaciones murales de notas periodísticas, de todo el mundo, cubrían las paredes. En vitrinas se exhibían vestidos, calzado, pelucas y joyas femeninas. Mi asombro no se debió a los artículos expuestos, sino a que la dama retratada ―que desde la entrada del recinto daba la bienvenida a los visitantes― era idéntica a una vieja foto en blanco y negro que mi padre casi veneraba y que me legó junto con multitud de extraños objetos, casi todos sin valor, coleccionados a lo largo de su azarosa vida.

Museumsquartier en Viena

            La exposición se titulaba Homenaje a Hedy Lamarr y fue montada en honor de esa actriz en ocasión de celebrar su cumpleaños número 85. La exhibición incluía la proyección de algunas de sus películas, ninguna de las cuales había yo visto, ni pensaba ver, pues no incluían subtítulos en español. Toda la muestra hacía énfasis en el epíteto que la diva se ganó con sus interpretaciones: “La mujer más bella del mundo”. Realmente lo era, o lo es, las innumerables fotografías expuestas no daban cabida a la duda.

            Al regresar a México, lo primero que hice ―incluso antes de desempacar― fue revisar el baúl de las fotos familiares. De un sobre de grueso papel extraje la fotografía. Sí, en efecto, la dama que aparecía en esta, junto a un hombrón, era la misma, o increíblemente parecida a la del museo. Al reverso, la foto tenía pegada una etiqueta con la letra de mi padre, que no obstante los años y lo burdo de la escritura perfectamente permitía leer: El Colorado, Tijuana. México. Domingo 5 de marzo de 1939.

IX

Por razones que no vienen al caso explicar, presenté mi renuncia al despacho publicitario. En una cajita de cartón acomodé todas mis cosas: marcadores, tiralíneas, disquetes, tipómetros, borradores, diccionarios, etcétera, y procedí entonces a descolgar la imagen que, a pesar de no pertenecerme, ya consideraba como mía. Y que a pesar también de saber quién era la retratada prefería seguir observando como si lo ignorara.

Semanas después, frente al escritorio de mi flamante despacho propio coloqué aquel cuadro. El marco, bastante anticuado y basto, desentonaba por completo con los muebles alquilados de estilo italiano; además, el vidrio lucía rayado y opaco. En medio de un ataque de ansiedad arranqué de su prisión cristalina la ilustración que tanto había observado. Un marco nuevo y una cubierta antirreflejante realzarían su estupenda calidad, pensé.

Al desmontarlo, en su reverso, aprecié una holgada firma de trazos finos y elegantes; E. Kiesler Markey se leía ―el pintor, creí―. Más abajo, con letra de molde se consignaba: El Colorado, Tijuana. Domingo 5 de marzo de 1939. Otra cosa, juro que el papel olía a perfume.

X

Existe una ficha de arresto en Beverly Hills por hurto de 51 dólares. La convicta, una exactriz, fue acusada de robo de mercancías por el encargado de una tienda de conveniencia en los inicios de la década de los 70. Como simple ladrona, esta mujer fue juzgada y, pagada la fianza ―por uno de los cinéfilos que admiraron su hermosura en la pantalla―, liberada.

Esta mujer, catalogada como la belleza número 43 del siglo XX por la chauvinista revista Playboy pasó sus últimos días en la miseria. Los ojos, sus ojos, exuberantemente expresivos, impronta del celuloide de los años treinta, dejaron un día de funcionar y le precipitaron a una muerte que la sorprendió sola, casi en la indigencia, exiliada de la fama y la fortuna. Hedwig Eva María Kiesler fue la primera mujer que posó desnuda para una cámara de cine. Irrumpió en Hollywood como proscrita del Tercer Reich, y con un invento en el regazo arribó a América para desbancar, sin miramientos, a las rubias platinadas que monopolizaban los papeles protagónicos. Tan influyente presencia será recordada incluso por aquello que no llevó a cabo: fue la primera elección para el papel de Ilsa en la cinta Casablanca, que finalmente filmó Ingrid Bergman.

“Hedwig Eva María Kiesler fue la primera mujer que posó desnuda para una cámara de cine”.

En su tiempo, proclamada “la mujer más hermosa del mundo”, conquistó con su sublime rostro y su explícita mirada a un sinnúmero de hombres, entre los que se contaban los más ricos y respetados de la época, con quienes se casó y divorció en repetidas ocasiones.

Además de bonita, esta mujer fue asombrosamente inteligente; patentó en los Estados Unidos un sistema de guía a distancia para proyectiles que, sin exagerar, confirió ventaja a los aliados durante las batallas que se libraron en el mar. De hecho, huyó de Europa no para buscar el éxito en Hollywood, sino para evitar que su invención cayera en manos de los nazis, ella, como descendiente de judíos, sabía lo que esto podría significar. De su invención se derivaron dispositivos que impulsaron el desarrollo de la industria militar y de telecomunicaciones. En la actualidad, buena parte de la telefonía móvil, la defensa antisatélite y las armas teledirigidas se basan en el principio que esta diva diseñó a mediados de los años 30.

“Los ojos, sus ojos, exuberantemente expresivos, impronta del celuloide de los años treinta, dejaron un día de funcionar y le precipitaron a una muerte que la sorprendió sola, casi en la indigencia, exiliada de la fama y la fortuna”.

Los diarios consignaron su deceso. Murió en un suburbio de Florida a los 86 años. Su fallecimiento fue investigado como un hecho fortuito, como la defunción de una anciana solitaria y mísera que, invidente, no pudo sortear más los obstáculos de esta vida.

Aun cuando el exacerbado patrioterismo estadounidense le privó del estelar de Casablanca, su osadía le permitió trascender en medio de una industria feroz que truncó más carreras de las que vio nacer. Algiers, su debut en Hollywood, en 1938, remite simbólicamente a aquel desembarco aliado que tuvo, entre muchos otros propósitos, valorar el desempeño de un prototipo militar basado en una idea suya.

Tal vez sus películas no hayan sido las mejores de entonces, ni sus caracterizaciones las más notables, pero su hermosura si fue, es ―gracias a la memoria fílmica y fotográfica― la más significativa y singular, aquella que nadie pudo opacar. Entre una plétora de rubias vacuas, la palidez de su rostro y la negrura de su cabello la destacaron como “la mujer más bella del mundo”.

En México no fue muy conocida, pero ella sí conoció México. Tijuana y Acapulco fueron los sitios que frecuentaba, pero también se sabe que visitó Oaxaca, la ciudad capital, y las cumbres del Xinantécatl, en Toluca. Durante sus fugaces incursiones a territorio mexicano, la emocionaron lo pintoresco de los pueblos y la cordialidad de su gente. Tal era el agrado que sintió por nuestro país que aceptó con entusiasmo interpretar en el filme Tortilla Flat ―basado en una novela de John Steinbeck― el papel de una mujer mexicana.

“Entre una plétora de rubias vacuas, la palidez de su rostro y la negrura de su cabello la destacaron como ‘la mujer más bella del mundo'”.

            Hizo mucho por la fábrica de sueños hollywoodense y con sus inventos contribuyó a que Europa no cediera ante los nazis, pero en una tierra extraña y xenófoba lo único que no le perdonaron fue que aunara belleza, talento e inteligencia. Con su sola presencia demolió los arquetipos de la rubia ―insulsa― objeto sexual. Paradójicamente, aun antes de la acuñación del término, ella fue una auténtica sex symbol.

Me interesé en la vida de esta actriz cuando un amigo entrañable me obsequió un dibujo que ella se hizo de sí misma. No creo que sea un autorretrato como tal, sino que es una interpretación de su figura en otro tiempo y lugar. Lo tengo en mi estudio ―soy arquitecto―, y aunque algunos me lo han querido comprar sé que lo voy a conservar hasta mi muerte como un emblema de los exiliados; al fin extranjero, conozco lo mucho que cuesta realizarse en una patria ajena. Además, la obra es un alarde de dominio técnico pictórico, una más de las cualidades de esta inusitada diva.

Fin

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Last modified: 17 febrero, 2023
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