El CXL Aniversario Luctuoso de Karl Marx
Quien sea capaz de negar que los análisis efectuados por Karl Marx a través de su extensa obra (sociológica, política, económica, filosófica) contribuyeron de manera invaluable a la comprensión del funcionamiento de la civilización moderna, o es un ignorante o un necio.
Quien además se atreve a achacarle a sus ideas el origen de más de 100 millones de muertes, esclavitud, dictaduras, genocidios, hambrunas y miseria por doquier, es, sin duda, un obcecado que, puedo asegurar, ni de lejos ha leído alguna de las obras de Marx.
Sin abordar ni aun someramente algunas de sus teorías, de manera general y simple coincido con el autor (Josué Méndez) en que sus postulados pugnan por liberar a los trabajadores de la opresión y explotación de la que son objeto por parte de los dueños del capital (el dinero, las tierras, la maquinaria y, en general, los medios de producción); situación que conlleva a una dinámica de conflicto (lucha de clases) que conduce a un cambio (revolución) en el rumbo de la historia (tesis, antítesis y síntesis).
La herencia real de Marx es la reivindicación de los trabajadores, que a lo largo del siglo XX se tradujo en mayores libertades y prerrogativas que hasta el día de hoy constituyen conquistas laborales indiscutibles (jornada laboral, seguridad social, libertad de asociación, etc.).
Quien critica el pensamiento de Marx a partir de los regímenes que se han ostentado como marxistas incurre en una falacia de asociación porque, en realidad, los gobiernos así autodenominados poco o nada tienen que ver con las ideas y postulados del filósofo alemán.
La mercadotecnia no es una corriente filosófica, ni una escuela de pensamiento, ni una postura política
En cuanto a la afirmación del autor de que uno de los gremios más detractores de sus ideas son los mercadólogos, manifiesto mi desacuerdo porque la mercadotecnia no es una corriente filosófica, ni una escuela de pensamiento, ni una postura política a través de la cual se pueda ejercer crítica epistemológica. No, la mercadotecnia es una técnica, una herramienta que se ubica al centro de la actividad económica porque su fin es promover el intercambio, mutuamente beneficioso, entre quien produce o brinda bienes y servicios, y quien los requiere para atender una necesidad.
Para quienes la mercadotecnia les causa prurito por su etimología (market), cabe destacar que, aunque su denominación es relativamente reciente y estadounidense (mediados del siglo XX), esta ya se utilizaba desde tiempos remotos para facilitar intercambios comerciales y llevar a cabo campañas políticas y militares, entre otros muchos fines, porque al final de cuentas siempre hay algún ente, individual o colectivo, que está buscando vender algo ―productos, servicios, ideas, posturas, etc.― a cambio de dinero, preferencias, votos o nuevos intercambios.
En los hechos, la mercadotecnia ―aun antes de que se le nombrara así― fue empleada en forma de publicidad y propaganda, por gobiernos de todas las tendencias, para todos los fines imaginables. En sí misma, y al ser una herramienta, la mercadotecnia no es intrínsecamente perversa, sino que ello depende de lo que esté promoviendo entre los consumidores, electores, ciudadanos, etc., y de lo que solicite a cambio.
Quizá a lo que al autor buscaba referirse es a la doctrina economicista o reduccionismo económico que preconiza que la oferta y la demanda son los únicos factores válidos que determinan el funcionamiento de la sociedad y que constituye la base del neoliberalismo actual.
La caída de la Unión Soviética no acabó con el marxismo
Cuando el autor señala que, hasta la fecha, las primicias de estos ideólogos denominados socialistas, comunistas o anarquistas no han sido refutadas con evidencia histórica, sociológica o de ningún tipo que siga el pensamiento racional, supongo que se refiere al hecho de que tales premisas se mantienen vigentes. Y en efecto, la mayoría de los postulados que Karl Marx derivó del análisis de la sociedad capitalista de su época conservan su certeza, porque la sociedad capitalista igualmente mantiene su predominio.
Lo que sí ha logrado refutarse con palmaria evidencia de realidad es que en toda época y lugar donde se ha instaurado un régimen de tendencia marxista la correlación de falta de libertades-pobreza-autoritarismo es una constante. Y no porque la teoría marxista esté equivocada, sino porque dichos gobiernos lo único que han intentado es suplantar un estado de las cosas (capitalismo) por otro no en el que los medios de producción pertenezcan a la colectividad y se usen para el beneficio de todos, sino que una camarilla de truhanes se hace con el poder en beneficio propio.
Así, mientras Marx y Engels consideraban en el Manifiesto que… El Gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa (p. 113), los gobiernos comunistas instauraron regímenes parecidos a los Estados monárquicos medievales en los que todo el poder recaía en un solo individuo, quien, igualmente, disponía de todos los recursos de la nación.
A su vez, la lucha de clases se sustituyó por una lucha entre facciones del grupo gobernante, a menudo encarnizadas, cruentas y despiadadas, con el único fin de mantenerse en el poder. Y las estrategias de legitimación y control de la ciudadanía fueron más violentas y efectivas que las que alguna vez imaginaron, en sus sueños más desenfrenados, los “mercadólogos” del capitalismo.
La obra del británico George Orwell, publicada en 1945, Rebelión en la granja, es una muy ilustrativa metáfora del régimen soviético de Stalin.
Los ejemplos de estos gobiernos autocráticos (totalitaristas) son claros y actuales. El último y quizá más vergonzoso caso es el de Nicaragua.
América y su estulticia supina
Coincido con el autor cuando señala que El tuit de la diputada es obra de alguien que no leyó a Marx, pero lo odia y repugna por lo que “otros” hicieron, y su círculo familiar y social le dijeron que ocasionó.
Agregaría además que su gravedad se acentúa cuando proviene de una legisladora que, se supone, debería conocer más sobre teorías económicas y políticas, y cuyo salario se paga con recursos públicos. No obstante, la manifestación de sus ideas a través de una plataforma de alcance global como Twitter es un derecho inalienable consagrado en el Artículo 6.o de nuestra Constitución Política y un signo de la libertad que debe prevalecer en los Estados democráticos.
El presidente López
En cuanto al discurso del presidente al que alude el autor, estoy completamente de acuerdo con que evidencia su ignorancia de las ciencias políticas (su ignorancia, en general, para no ser injustos) y exhibe la fragilidad de sus argumentos de “izquierda”, pues, aunque una y otra vez el presidente despotrica contra los “empresarios rapaces”, es a los primeros que recurre para apuntalar sus proyectos (como el caso de Slim que el autor señala) y con quienes a menudo coquetea para concitar simpatías.
El último episodio de esta ingrata telenovela es la gestión ―incluida llamada telefónica en vivo― con el empresario norteamericano Elon Musk (dueño de Twitter, Space X y una larga serie de empresas), a fin de convencerlo de que México es el mejor lugar para establecer una gigaplanta de su marca Tesla.
Por cierto, el Sr. Musk se ha distinguido por ser un visionario en materia de tecnología, pero también por ser un patrón déspota, que despide personal sin justificación, que prohíbe a sus trabajadores asociarse en sindicatos, y que incluso acepta que su poderío económico podría estar detrás del golpe de Estado al presidente Morales, en Bolivia, cuando publicó en Twitter, el 25 de julio de 2020, lo siguiente:
We will coup whoever we want! Deal with it.
— Elon Musk (@elonmusk) July 25, 2020
(“Daremos un golpe de Estado a quien queramos. Lidien con eso”).
Además, los productos y servicios de alta tecnología que sus empresas producen y ofrecen están destinados a los ricos y súper ricos del mundo.
Muchos defectos para ser un empresario llamado a invertir en país con un gobierno del pueblo, donde están primero los pobres.
En efecto, el gobierno de Morena no es de izquierda, mucho menos de tendencia marxista. Es un experimento de expriistas resentidos que nunca fueron considerados para cargos relevantes y que, una vez instalados en el poder, harán todo lo posible para mantenerlo, como aliarse incluso con los empresarios que aborrecen.
Los vínculos del gobierno de Manuel López con empresarios como Carlos Slim, Ricardo Salinas, Patricia Armendáriz, y ahora Elon Musk, revelan que su administración es tan neoliberal como la de Vicente Fox o Enrique Peña, por más que insista en denostar al neoliberalismo.
En cuando al discurso del presidente López, su “argumento” de acabar con la corrupción ya lleva más de cinco años al aire. Si lo sigue manteniendo es porque o no ha logrado acabar con la corrupción en un lustro de gobierno ―lo que tácitamente revelaría la ineficiencia de su gestión―, o porque acepta, también implícitamente, que en su gobierno continúa coexistiendo esta lacra.