En los días pasados, el revigorado mandatario de China, Xi Jinping, arribó a Moscú para encontrarse con su amigo, Vladimir Putin, presidente de Rusia. La visita significa una de las pocas salidas que ha realizado el líder chino en los últimos años y la primera tras el inicio de su tercer periodo al frente del gigante asiático. ¿Cómo impacta este hecho a los desarrollos y devenir de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero también al sistema internacional?
No es secreto que Rusia y China han sido dos países que han fungido como contrapeso a Occidente desde hace algunas décadas. Por muchos años, sus esfuerzos para contrarrestar la influencia de los poderes occidentales han sido aislados y sin coordinación. Sin embargo, desde hace alrededor de una década, la relación entre Moscú y Beijing ha tomado más forma y se ha solidificado al paso del tiempo a través de múltiples expresiones, por ejemplo, tratados de cooperación, respaldo en foros internacionales y el establecimiento de alianzas estratégicas en materia de comercio, tecnología y seguridad.
En torno a los tratados de cooperación, éstos han sido varios entre el Zhongnanhai y el Kremlin al paso del tiempo. Con respecto al respaldo en foros internacionales, podemos citar los múltiples momentos en los que las delegaciones chinas han apoyado las declaraciones y propuestas de rusas, como puede ser en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o el G20. Finalmente, en el establecimiento de alianzas estratégicas se puede traer a colación la Organización de Cooperación de Shanghái y los llamados “ladrillos” o BRICS.
Pero ahora, la alianza entre Rusia y China ha tomado un nivel mucho más elevado. Si bien en momentos anteriores se podía apreciar el acercamiento y ayuda entre Moscú y Beijing, aunque con restricciones por momentos, hoy por hoy la colaboración entre ambas potencias para enfrentar a Occidente resulta evidente en el marco de la guerra en Ucrania.
En este contexto, por ejemplo, mientras varios países impusieron sanciones económicas al Kremlin, limitando severamente las importaciones rusas, incluyendo los energéticos, el Zhongnanhai incluso aumentó sus compromisos comerciales con su aliado. Tal situación le permitiría a Rusia garantizar una entrada fija y sustancial de recursos económicos que podría utilizar para seguir financiando la guerra contra Ucrania.
De esta manera, la visita de Xi a su aliado Putin ha servido para tres propósitos. El primero es mostrar el apoyo que tendría China con Rusia en el marco de la guerra con Ucrania. El segundo sería difundir una declaración en conjunto que evidencia una nueva etapa en la relación Beijing-Moscú y que propone detalladamente la operación que habría de ambas partes para intentar remoldear el escenario internacional y el sistema basado en reglas de Occidente. Y el tercero es refrendar ante el globo su propuesta de paz para los beligerantes del conflicto actual en Europa del Este.
Probablemente, la propuesta de paz emitida desde el Zhongnanhai no sea del todo bien recibida en Kiev y Occidente, como sí podría ser en Moscú. Hay que recordar que el Kremlin ya ha rechazado varias propuestas para resolución pacífica del conflicto generadas desde Washington, París y Berlín antes y durante la guerra, por lo que se podría identificar la posición intransigente de Putin al respecto. No obstante, una propuesta como la de China, que es su aliado, tendría la validación del mandatario ruso, por lo que, por ahora, es la mejor opción para llegar a un cese al fuego si lograse recuperar las preocupaciones básicas ucranianas en el conflicto.
Pero más allá del rol de mediador que ha buscado adoptar China, situación que de entrada le otorga una posición privilegiada de influencia en el conflicto, la visita de Xi a Rusia muestra lo decidido que está el gigante asiático de enfrentar a Occidente de una vez por todas e intentar cambiar poco a poco el status quo mundial. Sin duda, la declaración en conjunto de los mandatarios chino y ruso no sólo pone en serios aprietos a los aliados de Ucrania y a la OTAN, sino a los poderes occidentales que otra vez se encontrarían enfrascados en un conflicto de dos proyectos diferentes y de proporciones globales como fue en la Guerra Fría.
Niels Rosas Valdez
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (Twitter)