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“Estoy luchando por sobrevivir”: Glenda, activista y mujer trans

HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

Cuando Glenda fue arrestada sólo por vestir de mujer, perdió su trabajo, su forma de vida y decidió hacer un cambio para ejercer sus derechos. Con muchos años de lucha, hoy sabe que las personas trans todavía tienen mucho camino para lograr la igualdad y desmiente algún interés por afectar a las mujeres cisgénero porque” yo no quiero borrar a las mujeres, estoy luchando por sobrevivir”.

Originaria de Monterrey, Glenda Prado Cabrera, activista y mujer trans de 54 años de edad, reside desde hace dos años en Querétaro invitada por la organización Queretrans, con el fin de elaborar un archivo de la memoria trans para la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), por su trayectoria en favor de los derechos políticos y sociales de esas personas.

Sostiene que Querétaro y Monterrey se parecen mucho porque las dos ciudades son muy cerradas en términos sociales. Como ejemplo, señaló que en junio de 1997, en el día de la libertad de expresión, fue arrestada en aquella ciudad del norte, por vestir como mujer, acusada de “faltas a la moral” y eso terminó su trabajo como periodista.

“Yo era periodista pero también era travesti de clóset, me escondía para vestirme en mi casa, pero comenzaba a salir poco a poco hasta que una patrulla de seguridad pública del estado me detuvo y ahí cambió mi vida, perdí mi trabajo, se evidenció lo que yo escondía durante tantos años y se quebró mi profesión. Entonces, mi proyecto de vida cambió en cuanto a ser periodista y graduarme en la licenciatura de comunicación, tuve que empezar de cero para poder sobrevivir, para poder llevar el pan a mi casa, a mi madre, porque soy hija única y mi papá había fallecido en el 94”

Enfrentó entonces una fuerte depresión y trató de suicidarse en enero de 1998, pero gracias a una asociación civil gay de Monterrey pudo reponerse e intentó hacer periodismo, aunque se corrió la voz de qué se vestía de mujer, incluso en Saltillo donde residió. La policía de Monterrey la detuvo en tres ocasiones por delitos contra la moral y las buenas costumbres, así que tramitó un amparo para poder andar en la calle entre 2001 y 2002.

Convencida de que para lograr un cambio tendría que luchar, se lanzó como “candidata travesti” en 2003 a una diputación local por el partido México Posible, para luego iniciar el activismo en otras ciudades del país como Guadalajara, Ciudad de México, Colima, Querétaro, así que en 2006 y 2009 probó nuevamente con candidaturas.

Sigue el estereotipo de rateras, pervertidas, drogadictas y abusadoras de menores

La lucha política de Glenda intenta ganar posiciones electorales a favor de las mujeres trans. Hoy se dedica al teatro y las artes escénicas en Querétaro, pero no deja el activismo, porque cada vez que se cansa o quiere dejarlo, hay algo o alguien que se lo recuerda, ya que las condiciones sociales no cambiaron.

“Hay una doble moral. Estamos convencidos de que lo que no va dentro del binario es algo torcido, es algo prohibido y algo que se debe rechazar, porque son perversiones que ponen en peligro la estructura de la sociedad. Hace muchos años había 2 revistas que se llamaban Alarma y Alerta, que fue donde conocí las primeras imágenes de transgénero y travestis, las mostraban con el estereotipo que eran rateras pervertidas, drogadictas, ladronas y abusadoras de menores de edad. Esto provocaba que muchas de ellas terminaran en los márgenes de la sociedad. Terminaban prostituyéndose, en el alcoholismo, suicidándose o con enfermedades adquiridas por la misma auto culpa de que ellas estaban mal y la sociedad estaba bien y eso se sigue presentando actualmente”.

Glenda también tuvo que explicarle a su familia que éste no era un destino único, porque igual que el resto de la sociedad, su familia pensaba que un hombre que se viste de mujer iba a terminar muriendo en una vecindad sin que nadie lo reconociera. “En aquella época tampoco habían las siglas que hay actualmente hay, entonces, si te vestías de mujer eras homosexual, no había travestis, transgéneros, transexuales, sólo homosexuales y lesbianas y la ley y la iglesia te condenaban”.

La situación no ha cambiado tanto. Afirma que hoy en los medios se sigue poniendo el foco en los casos de violencia donde hay mujeres trans, aunque la violencia la ejerzan todas las personas, pero al ser un grupo vulnerable, cuando reclaman se les tacha de locas, histéricas o exageradas.

“Se sigue poniendo mucho énfasis en eso porque se sigue considerando, de manera más velada, que es necesario cerrar las puertas al colectivo trans, lo que se dice es, nosotros les dejamos la libertad de ser lo que ustedes quieran, pero háganlo en lugares donde no las veamos, donde no se metan con nosotras, antes esos lugares eran los prostíbulos, ahora el techo de cristal se extendió para decir tengan sus propios concursos de belleza, hagan sus propias competiciones deportivas, pero no se metan con nosotras, es decir, nos siguen marginando porque replican el mismo discurso homofóbico de hace 30 años”.

Como ejemplo, citó los espectáculos travestis que se realizaban en Monterrey hace más de dos décadas, a los que acudían personas con poder económico, pero cuando terminaba el espectáculo ya los esperaba la patrulla para llevarse a las actrices, sin importar que el show fuera de calidad. “La sanción estaba en contra de ellas porque fuera de ese espacio no podían salir vestidas de mujer y muchas andaban con pantalón de mezclilla y pelo recogido, aún así, se las llevaban”.

Por eso, no olvida una plática con alguna de sus amigas donde le aseguraba que las mujeres trans solamente tenían como opciones laborales ser prostituta, ser cómica, hacer show, ser bruja o cortar cabello. Para quienes trabajan en la calle, la expectativa de vida es muy corta, pero tener condiciones dignas les garantiza una vida larga.

Lo que más le preocupa a la activista es que actualmente hay un fenómeno en el que se asesina a las nuevas generaciones de mujeres trans. “Se recrudecen los crímenes, porque las chicas trans creen que con tener su papelito de cambio de nombre la sociedad las va a aceptar y eso les está costando la vida a muchas. A quienes más asesinan ahorita son a las mujeres trans menores de 30 años, están matando a todas las de la nueva generación, a las que les dan un papel, un acta de nacimiento y es como pintarte una diana en el pecho para que te puedan matar. Las leyes de género sólo nos sirven para que nos cambien los papeles, pero no nos dan seguridad, no hay leyes que nos protejan”.

Con motivo del día de la visibilidad trans, Glenda puntualizó que estas conmemoraciones son muy importantes, porque son espacios donde se puede demostrar la solidaridad entre todas y puedan sentirse seguras, apoyadas, solidarias y sentir que es posible estar unidas y protegidas de la misma sociedad.

Tampoco, dijo, les interesa el supuesto borrado de las mujeres cisgénero porque “no tenemos ni intención ni tiempo de andar borrando a las mujeres porque estamos tratando de sobrevivir. Una mujer cis aun con los riesgos que implica ser mujer, no tiene ni los riesgos ni enfrenta los peligros que enfrentamos nosotras. Buscamos solidaridad con ellas porque a ellas las están matando y a nosotras nos están matando y el enemigo no somos nosotras”.

Glenda advierte que nunca dejará de ser luchadora social porque a pesar de que quiso dejar este camino varias veces, “siempre la sociedad me recuerda el lugar en el que estoy o me tira un madrazo a mí o le tira un madrazo a alguna compañera y eso me hace reaccionar. Es una lucha que no acaba”.

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Last modified: 31 marzo, 2023
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