Autoría de 5:32 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito

Yerros, desfiguros, mentiras,  imprecisiones, enmiendas, resistencias – Víctor Roura

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Son cosas que, repitiéndose continuamente, pasan por naturales. O ciertas, o creíbles, o intransigentemente autoritarias, o provenientes efectivamente de una dictadura que sólo se escucha a sí misma, como afirmara Elena Poniatowska en el programa Me Canso Ganso antes de recibir, con orgullo, la Medalla Belisario Domínguez. Y aunque muchos obradoristas  probablemente alzarían sus calumnias contra mi punto de vista, estoy seguro que, de vivir, Carlos Monsiváis, siendo amigo de la mayoría de los actuales defenestradores del gobierno, diría lo mismo, o casi lo mismo, que la autora de La noche de Tlatelolco respecto a López Obrador si bien con sigilosa ambigüedad para no quedar mal ni con Dios ni con el Demonio.

      Y vaya si no Monsiváis, fallecido en 2010, sigue siendo idolatrado por la gobernanza actual al grado de recordarlo, prácticamente, cada año, tal como lo hiciera López Obrador al final de su mañanera del pasado 4 de mayo —en su cumpleaños número 85, de seguir viviendo— evocando su trayectoria como escritor:

      —Es uno de los mejores intelectuales que ha habido en la historia de nuestro país —dijo el presidente morenista de Monsiváis—. Desprendido completamente de lo material… ¡ése no tenía como propósito hacer dinero! Vivía en la calle de San Simón, en la Portales…  Ahí vivió siempre en una casa modesta, llena de gatos, papeles y libros…

      Dice el cantor español Raphael, ahora octogenario, que el dinero es necesario “hasta que logras obtener bastante como para no preocuparte más de ello”.

      En efecto.

      ¿Para qué se preocuparía Monsiváis del dinero si lo tenía a manos llenas?

      Vivió, Monsiváis, los tiempos dorados de las dádivas del querido Ogro Filantrópico, que no dejaba en el abandono a sus intelectuales aunque éstos ocasionalmente se mostraran severos con las gestiones políticas del  Monstruo finalmente sensible y sabiamente cooptador.

      (Ciertamente, Monsiváis no ambicionó ir más allá de su Portales, lo cual lo ubicará siempre como un mesurado cronista.)

Vivió, Monsiváis, los tiempos dorados de las dádivas del querido Ogro Filantrópico, que no dejaba en el abandono a sus intelectuales aunque éstos ocasionalmente se mostraran severos con las gestiones políticas del  Monstruo.

2

Los llamados opositores del gobierno actual no sólo airean con desmesura su descontento con las decisiones del presidente tabasqueño sino, sobre todo, exhiben su ira con desparpajo sin igual.

      Por ejemplo el antropólogo Gilberto López y Rivas, colaborador de La Jornada, no se ha fatigado de ventilar, en su peculiar enfado, la “destrucción arqueológica” —tal como afirman los alarmados seudoambientalistas, calificativo adjudicado por López Obrador a todos aquellos que se oponen al pasaje turístico prejuiciados por la hipotética devastación ecológica que está siendo supuestamente fincada por esta ruta vial— de los recintos sagrados a causa, según su docta observación, del capricho sexenal denominado Tren Maya desmintiendo, de tajo, todas las aseveraciones de Diego Prieto, director del INAH, acerca del cuidado y estudio que se hacen con minuciosidad en el proyecto referido. Y esta persistencia informativa, negadora de cualquier posible avance positivo en la actual administración obradorista, surte su ulterior efecto, por supuesto, en la ciudadanía que ya no sabe de dónde asirse para creer en la gestión política.

“El antropólogo Gilberto López y Rivas, colaborador de La Jornada, no se ha fatigado de ventilar, en su peculiar enfado, la ‘destrucción arqueológica’ de los recintos sagrados a causa del Tren Maya.”

3

Los miércoles, durante la mañanera, se ha instalado la costumbre de señalar la enorme cantidad de mentiras proporcionada por la abultada oposición mediática que no cesa en sus diatribas contra López Obrador, mas la coordinadora de esta necesaria sección, Ana Elizabeth García Vilchis, se ha cuidado de no desmentir a los de casa, los colaboradores del Sistema Público de Radiodifusión del Estado mexicano, a veces más severos incluso que los opiniólogos de Televisa.

      Vaya uno a saber la causa de esta inmunidad que protege a gente como José Antonio Crespo, José Paoli Bolio o María Amparo Casar, de quien se acaba de decir que cobró nada menos que once millones de pesos al frente de la asociación Mexicanos Contra la Corrupción sostenida por un departamento de Estado norteamericano, todos ellos comentaristas iracundos contra la administración obradorista.

      Por ejemplo, el lunes 1 de mayo Sergio Aguayo subrayó, al final del programa Primer Plano de Canal Once, que “la crítica” (la formulada por ellos mismos, evidentemente, los únicos críticos veraces del sistema mexicano) había “resistido” a la dictadura del presidente López Obrador que no sabe dirigir a un país, respaldándolo María Amparo Casar diciendo, con aflicción, que este gobierno había ya “desmantelado” todas las instituciones que, ¡ay!, con tanto fervor habían producido las anteriores administraciones. Y ambos se miraban consternados, afligidos, entristecidos, si bien Aguayo Quesada anotaba que, en efecto, no les había sido coartada su libertad expresiva en esa televisora donde aún esta camarilla de críticos contumaces y admirados continúa cobrando puntualmente sus salarios pese a no estar de acuerdo, aislados en su “resistencia” cultural, con la política oficial. Yo sólo lamento que sigan dejando reposar su dignidad en el confort económico de la suite en la que hospedan sus diatribas: serían muy bien acogidos, por ejemplo, en Televisa, aunque no sé si recibirían el generoso salario que les paga el Estado para encumbrar sus vituperios, vaya paradoja, en contra del mismo Estado.

Ana Elizabeth García Vilchis, se ha cuidado de no desmentir a los de casa, los colaboradores del Sistema Público de Radiodifusión del Estado mexicano, a veces más severos incluso que los opiniólogos de Televisa.”

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El jueves 27 de abril, en Canal Catorce, se emitió de nuevo el programa Debate Público en el cual fue abordado el caso de las denominadas fake news difundidas ante el reciente contagio por Covid-19 del presidente López Obrador. Acompañado en el estudio televisivo por Óscar Camacho, director de Once Noticias, y de Elia Baltazar, titular de Noticias del Instituto Mexicano de la Radio, el periodista Jenaro Villamil expresó la siguiente reflexión histórica:

      —En una época de este país el presidente Adolfo López Mateos estaba enfermo y murió en la Presidencia de la República. Empecé a hacer registros a partir de un comentario que hizo Julio Hernández, de la hemerografía y todo eso… ¡y obviamente era otro país! Ahí te das cuenta de lo diferente que era ese país de la época de López Mateos a la época de López Obrador, en donde era prácticamente un control tan férreo en relación con la figura y la salud presidencial que pasó de noche para las primeras planas del Excélsior de entonces y El Universal. ¿Qué creen que haya cambiado? ¿Se humanizó el presidente o estamos viviendo una situación en donde cualquiera puede decir algo sin preocuparse por dar credibilidad o tener rigor periodístico?

      Yo a Jenaro Villamil lo respeto por su amplio conocimiento político, mas aquí debo decir que López Mateos no falleció durante su gestión presidencial sino un año después de ocurrida la matanza de Tlatelolco perpetrada por su sucesor Gustavo Díaz Ordaz.

      No se sabrá con exactitud el año de nacimiento de López Mateos (entre 1908, 1909 o 1910), pero sí nos consta la fecha de su muerte: el 22 de septiembre de 1969, no durante su presidencia.

      Sin embargo, nadie del panel le hizo ver a Jenaro Villamil su gazapo.

      Y la gente que vio el programa se quedó entonces con la idea de que, sí, nuestra historia cuenta con un caso posrevolucionario de muerte durante el mandato presidencial, pero dicha revelación no sucedió en la vida real.

      No es, en este caso, una mentira malsana sino un yerro histórico.

 “No se sabrá con exactitud el año de nacimiento de López Mateos (entre 1908, 1909 o 1910), pero sí nos consta la fecha de su muerte: el 22 de septiembre de 1969, no durante su presidencia.”

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Pero si estos “veraces” informadores opinan, como los odiadores opositores, que estamos frente al peor presidente que ha tenido México, y ninguno de estos finos analistas es desmentido o corregido en la sección “Quién es Quién en las Mentiras”, ¿significa entonces que, de algún modo, les asiste la razón?, ¿por qué nada más los críticos de otros canales, no los públicos, yerran o cometen deslices agraviantes?

      ¿De veras estamos ante la Gran Mentira obradorista sin habernos percatado del todo, porque el mismo obradorismo consiente las aseveraciones de los deturpadores sufragados por el Estado o sostenidos por los medios favorecidos gubernamentalmente, como lo es la propia Jornada?

      ¿Por qué a unos se les tolera sus afirmaciones y a otros se les enmienda de inmediato la plana cuando ambos están alterando el orden mediático?

      Y si desde los altos mandos se condesciende con unos y a otros no se les tolera, ¿no entonces se está partiendo también de un parcialismo que de antemano se juzga letal en los ámbitos ajenos?

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 8 mayo, 2023
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