Es cierto que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la elección para gobernador en la entidad con más electores del país, el Estado de México, considerado como un bastión priista desde hace casi 100 años.
Claro que debió de dolerles y en serio.
Pero también hay otras verdades de las elecciones estatales del 4 de junio que, por ahora, no han sido difundidas a la par que la referida.
También es cierto que quien perdió en los comicios del domingo 4 de junio en dicha entidad así como en Coahuila fue el Partido Acción Nacional (PAN), pues su votación disminuyó sensiblemente. Tuvo una votación de 788 mil 764 sufragios, sumados de las dos elecciones.
En el Estado de México, el blanquiazul logró acumular para la candidata de Va por el Estado de México alrededor de 700 mil votos. Si recordamos, en la elección para gobernador mexiquense en 2017, cuando el PAN postuló a Josefina Vázquez Mota, recopiló 682 mil 520 sufragios. Es prácticamente la misma cantidad seis años después. Es decir que en la entidad mexiquense el PAN no creció en este lapso.
Por lo que corresponde a Coahuila, las cifras adversas para el PAN son más graves, pues en esta ocasión aportó 90 mil votos, cantidad que contrasta severamente con el peso del panismo en los comicios de 2017, también para elegir gobernador, cuando obtuvo 452 mil sufragios.
El PAN redujo 80 por ciento su peso electoral en tierras coahuilenses.
Entidades priistas
Si sumamos los votos obtenidos en ambas entidades, queda claro que el PRI, a pesar de la derrota en el Estado de México, sigue teniendo a los dos territorios estatales como fuente de votos.
Morena, por su parte, creció en tierras mexiquenses, pero resultó severamente derrotada en Coahuila. El tricolor fue consistente en las dos entidades.
Si sumamos las votaciones en ambos estados y por partido político, veremos que Morena y el PRI prácticamente están empatados. El PRI sumó, en las dos elecciones, 2 millones 360 mil 179 votos contra 2 millones 459 mil 932 sufragios de Morena.
El PAN apenas alcanzó 788 mil 764 papeletas (el Partido Verde Ecologista tuvo 657 mil 934 votos y el Partido del Trabajo 632 mil 379).
Como observamos, está claro que el gran derrotado es el panismo. No lo digo para escarnio o festejo de nadie. Lo digo porque de las experiencias electorales, estoy convencido, deben sacarse conclusiones realistas y evitar triunfalismos o falsas realidades.
Hacia el 2024
En las elecciones de los últimos cinco años, los partidos políticos que forman la alianza Va por México han perdido, nada más, 22 elecciones estatales, 21 de las cuales las ha ganado Morena y una (San Luis Potosí) el PVEM.
El panorama, como observamos, no es alentador para estos aliancistas que, hasta el momento, no han encontrado la clave que los conduzca a pensar siquiera en cómo hacer para ganar la presidencial el año próximo.
Me parece que el primer paso hacia ese objetivo es entender que quien sea la o el elegido para contender contra la candidata o candidato de Morena y sus aliados debe ser una persona que encarne el sentir ciudadano, no el sentir partidista; es decir, debe ser alguien que no necesariamente represente los intereses de algún partido, sino que tenga la capacidad de surgir como representante de la ciudadanía.
Por lo mismo, considero que los aliancistas deberían convocar a una consulta pública o a una elección primaria para poder nominar, de manera transparente y pública, a su abanderado.
La designación cupular los llevará al fracaso.
Y si no es mucho pedir, su candidata o candidato deberá de encarnar realmente ese sentir popular al grado de ser capaz de arrebatar varias de las banderas que ha esgrimido durante su mandato el presidente de México, pero que no necesariamente ha cumplido: primero los pobres, combate a la corrupción, salud de primer mundo…
El PAN no debe perder de vista que sus votos se redujeron; el PRI debe entender que perdió su principal bastión. Ambos, deben comprender que se necesitan para construir la opción de la oposición.
