HISTORIAS: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
El cáncer te sacude, te muestra tu vulnerabilidad y te enfrenta a una situación de muerte, pero hay oportunidad de vida si se detecta a tiempo y acudes con quienes saben cómo apoyarte, coinciden Ana Laura y Griselda, supervivientes de cáncer de mama, quienes recibieron sus prótesis reconstructivas con ayuda del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), presidido por Car Herrera de Kuri, y de Mujeres Unidas Contra el Cáncer de Mama (Muccam), asociación encabezada por Margarita Carrasco.
Desde sus propias experiencias, ambas invitan a las mujeres a realizar la autoexploración, a cuidarse, a llevar una vida sana y a no dejarse morir por miedo a un diagnóstico así. Ana Laura y Griselda sostienen que el cáncer no siempre “te lleva”, lo que te hunde es la falta de apoyo y cómo sobrellevas las cosas, porque son importantes la actitud, el respaldo emocional, el cariño de los demás y tener toda la atención médica que te pueden brindar las instituciones públicas y las organizaciones sociales.
El cáncer te sacude y te muestra tu vulnerabilidad
Ana Laura Ponce es ingeniera en alimentos y le detectaron cáncer en 2016. “Cuando te detectan el cáncer, escuchas, pero no oyes, piensas en una situación de muerte, mi mamá falleció de cáncer de esófago, tengo seis parientes que fallecieron de cáncer. Visité un médico particular, te meten mucho miedo para que te trates con ellos y me fui a tratar al Seguro, pero de México, porque es un tratamiento caro y necesitas apoyo. Mi tratamiento fueron 8 quimioterapias, la mastectomía y 16 radiaciones, todo en la clínica 52 y luego en Siglo 21, aunque vivía aquí en Querétaro.”
Estuvo en revisión constante durante tres años, en los que se convirtió en una promotora del autocuidado y la prevención, porque mientras más temprano se detecte el cáncer, es mejor para las personas. También se dio cuenta de la importancia de la actitud, porque “nadie sabe qué tan fuerte es hasta que te toca vivirlo y tienes dos opciones: o te hundes o sales y encuentras que hay muchos motivos para vivir, así que pones todo de tu parte para que las cosas salgan. Alguien me dijo, cada vez que te metan la quimio, recuerda que es una oportunidad de acercarte a la vida”.
Eso pasa, dice, porque el cáncer te sacude, porque te das cuenta de la vulnerabilidad que tienes, te recuerda que estamos de paso y me vino a cambiar para bien, porque te dedicas a ver las cosas buenas que tienes, a poner atención a los pequeños detalles, te das cuenta con quién cuentas y hay mucha gente dispuesta a ayudar.
Entonces, se convenció de la importancia de los grupos de apoyo, para recibir orientación y ayuda emocional en un grupo. “En mi segunda quimioterapia, la chica que me metió al grupo, falleció por una insuficiencia pulmonar, eso te sacude, porque piensas ella estaba bien, era mi pilar, era quien me decía sí se puede, eso te mueve mucho”.
Ana Laura ingresó al Muccam cuando una de las chicas que conocía le informó que iniciarían acciones de reconstrucción de senos. “Cuando sobrevives piensas en que eres más que un seno, pero la autoestima te baja, cuando se presentó la oportunidad de la reconstrucción me apunté, inicialmente me dijeron que no era candidata porque ya tenían a las mujeres de ese año. El tratamiento es caro, como 200 mil pesos en un particular, en otros lados de 40 a 45 mil pesos, pero una persona que se había apuntado no siguió y me tocó el lugar en el Hospital General”.
Desde entonces, no deja de pensar en cuánta gente le ayudó hasta llegar a la reconstrucción de su seno, desde la búsqueda de la información sobre el cáncer hasta encontrar a personas especializadas que ofrecen toda la ayuda posible y muchas veces sin cobrar un peso. Sobre todo, siempre pensó en su hija, porque soñaba con acompañarla en su titulación o en su boda o en cualquier situación importante para ella.
“Desde que salí de la escuela me dediqué a trabajar, estás en ese esquema y dejas de vivir, no piensas en ir al Seguro, vas desesperada y te enojas por el tráfico, después piensas en todo lo bueno que hay, te relajas, todo cambia y te das cuenta que lo más importante es la familia”.
Una oportunidad de vida
Alrededor de 2015, Griselda Olvera Gutiérrez detectó una bola en su seno, acudió al oncólogo y con una aguja le sacó líquido, así que hace tres años, cuando encontró algo similar pensó que se trataría de lo mismo. Esta vez el oncólogo le aclaró que no era líquido y le pidió hacerse una mastografía.
“No tuve suerte”, dice, al referirse a que le detectaron cáncer y la canalizaron a la Unidad de Especialidad Médica para la Detección y Diagnóstico del Cáncer de Mama (UnemeDedicam) porque ella no tenía Seguro. “Me dijeron que me tenían que hacer una biopsia porque los estudios no pintaban bien, me entregaron el resultado dos semanas después, no podía llorar, ni hablar, después reaccioné, lo primero que pensé fue en mis hijas porque soy viuda desde hace 17 años”.
Cuando el oncólogo le dijo que para salvarla le tenían que quitar un seno, Griselda no lo dudó porque pensaba en los años que eso le regalaría con sus hijas. “Tuve mastectomía radical y cuatro quimioterapias, no tuve que tomar más tratamiento porque se detectó a tiempo. Estoy con un tratamiento con unas pastillas que deberé tomar entre cinco o seis años”.
En ese momento se dio cuenta de la importancia de la detección oportuna, que evita tratamientos agresivos y les da la posibilidad de seguir con vida. “Desde la primera quimioterapia me quedé sin cabello, sin cejas, sin pestañas, pero participé en todas las fotos de Muccam, sin importarme qué dirán los demás”.
Cuando tenía dos años en este proceso contra el cáncer, Muccam le dio la oportunidad de la reconstrucción. “Mi papá se enojó mucho porque decía que yo ya había pasado por mucho dolor, pero se convenció, mi hermano, mis hermanas, mi mamá me apoyaron. Les dije que sí, me dijeron cómo eran los trámites, quiénes me iban a apoyar, empezando por el cirujano, el doctor Caracheo, el hospital San José y que el DIF me iba a donar mi prótesis. Ya me habían dado la oportunidad de vida y me dieron la oportunidad de la prótesis”.
Por eso, Griselda no duda en participar en cada una de las actividades de Muccam, como las sesiones fotográficas o en invitar a otras mujeres porque “mientras sea para estar bien, no lo dudo. Sin la ayuda de Muccam, del DIF y de otras personas, yo no me hubiera podido realizar esta operación, porque es una cirugía costosa”.
“No todas las mujeres tenemos la posibilidad económica para una cirugía así, no todas tenemos la capacidad para juntar el dinero que nos toca a nosotras. Yo he dado mi testimonio, hay chicas que por miedo no se revisan, pero hay que hacerlo, no es nada más que nos salga una bolita, hay que conocernos como mujeres, hay muchos indicadores del cáncer, es importante explorarse”, insiste.
Griselda reconoce que el ánimo y la autoestima se afectan cuando una mujer pierde su seno para salvar su vida, pero ahora ve sus fotografías pasadas y se siente orgullosa de su lucha contra el cáncer, que es un tratamiento agresivo que se quedó atrás. “Tengo cada fotografía, las mandé a enmarcar y las enseño con mucha alegría, me siento feliz, sobre todo con la reconstrucción que es una cirugía grande, pero vale la pena”.
El DIF y Muccam me cambiaron la vida
Ana Luisa, hija de Ana Laura, sintió miedo cuando conoció el diagnóstico de cáncer de su mamá. “Cuando eres pequeña piensas que tus papás serán eternos, eso fue una noticia abrumadora. Mi mamá es muy directa y me marcó cuando llegó y me dijo: estos son los papeles del seguro, estos de la casa, esto para un funeral, si me muero debes reunir estos papeles, yo era menor de edad y trataba de pasar todo el tiempo con ella porque no sabes qué va a pasar, porque asociamos el cáncer con la muerte”.
Todavía le duele la experiencia, “a pesar de que ya pasó y está libre de cáncer”, pero piensa en lo difícil que les resultó y cómo en aquel momento no se permitía sentir para mantenerse fuerte. Ahora se cuida de manera constante porque conoce su predisposición al cáncer y también se volvió una promotora de la prevención y detección temprana.
A Ana Laura le dieron el alta en marzo del año pasado y continúa con las revisiones médicas que debe mantener durante tres años. “Sé que el cáncer podría regresar porque no tiene palabra, trato de tener una buena alimentación, de hacer ejercicio, de tener revisiones, trabajo mi mente, personalmente en resolver todos mis demonios, se trata de auto perdonarte y ser coherente entre lo que piensas y lo que dices”.
Vivir con cáncer, insiste, implica ser consciente de lo que pasa con el cuerpo y con los seres queridos, sobre todo, ser responsables con las autoexploraciones mensuales y las revisiones médicas porque una detección temprana es la diferencia entre la vida y la muerte. “No hay que dudarlo, no hay que pensarlo, hay que actuar de inmediato”.
“Y si encuentran un diagnóstico así, no duden en pedir ayuda, ahí están el DIF, está Muccam que cada jueves se reúnen y desarrollan yoga, sanación, cuidado. Llevo seis años con el cáncer y te dan pláticas constantes, al DIF puedes acercarte a pedir ayuda. Yo nunca habría pensado que el DIF apoyaba para esto, pero a mí me cambiaron la vida, me ayudaron a volverme a sentir mujer, mejoraron mi autoestima y los trámites no son engorrosos, están ahí para darnos soporte”.