El viernes pasado el mundo se detuvo un momento cuando se supo que el grupo Wagner se movilizó hacia Rusia. Centenas de millones de personas leyeron con detenimiento las noticias que se generaban del hecho. Al final, el grupo de mercenarios se replegó a Bielorrusia, terminando la sublevación. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué ocurrió? ¿Qué impactos trae para Moscú, el legado de Vladimir Putin y la guerra con Ucrania?
Los hechos se efectuaron rápido, pero también presentan antecedentes. Desde su origen, el grupo Wagner ha fungido como el ejército privado de Putin, sosteniendo operaciones militares en Crimea, Siria, Sudán, así como en la actual guerra de Ucrania. Es aquí donde la situación se deterioró, puesto que este cuerpo paramilitar encaminó ofensivas contra las tropas ucranianas, uniendo esfuerzos con los demás soldados de las fuerzas armadas rusas.
Sin embargo, Yevgeny Prigozhin, líder de Wagner, señaló en varias ocasiones la falta de apoyo logístico, material, militar y táctico por parte del ejército ruso. Incluso anunció que se retirarían de cierta posición en Ucrania si para determinado momento no recibían la asistencia necesaria. La falta de soporte significó un duro golpe para el grupo paramilitar y su confianza hacia las fuerzas armadas rusas y la cúpula de poder en Moscú.
El escenario se agravó cuando las tropas de Wagner fueron atacadas por el ejército ruso a través de un bombardeo. Eso fue la gota que derramó el vaso y que empujó a Prigozhin a ordenar la movilización de sus mercenarios a Moscú, el corazón político del país. En su trayecto, difundió la mentira de la guerra en Ucrania, denunció la corrupción en las altas esferas de la milicia rusa e incluso fue tan lejos como para señalar que Rusia necesitaba una nueva presidencia.
Durante la movilización hacia la capital de la nación, si bien las tropas de Wagner fueron atacadas por el ejército, muchos integrantes de la Guardia Nacional se hicieron a un lado, incluso se unieron al cuerpo paramilitar. En los pueblos y ciudades, muchas personas vitoreaban a los mercenarios y los veían como liberadores del régimen de Putin, sobre todo tras las declaraciones de Prigozhin.
Parecía un próximo nuevo comienzo para Rusia, pero el movimiento llegó a su fin. A escasos 200 kilómetros de Moscú, Prigozhin anunció que evitaría un baño de sangre y mejor se replegaría. La declaración se emitió luego de una conversación con el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko quien, según los reportes luego corroborados por el Kremlin, medió con el líder de Wagner para que el mandatario ruso le retirara los cargos de traición, amotinamiento y demás, condición que fue extendida para el resto de los mercenarios. Finalmente, el llamado “chef de Putin” se dirigió al exilio a Bielorrusia.
¿Qué nos muestra este acontecimiento? En primera instancia, el punto culminante es que la movilización de Wagner a Moscú representó el momento de mayor tensión interna para el gobierno de Putin en un periodo de casi un cuarto de siglo, mismo que le obligó a trasladarse de emergencia a San Petersburgo. Eso no es nada fácil de digerir para una persona del temperamento del mandatario ruso y, por el contrario, evidencia las fallas en el control, comunicación y gestión del gobierno con el cuerpo paramilitar.
En segundo punto, evidenció lo que mucha gente y fuerzas de seguridad en realidad creen de la guerra con Ucrania y el régimen de Putin. Las personas veían como liberadores a los mercenarios de Wagner que se dirigían a derrocar al gobierno en Moscú, mientras la Guardia Nacional se integraba a los sublevados, justo como sucedió hace más de cien años cuando los guardias reales se unieron a los movimientos bolchevique y menchevique contra el zar.
Sin embargo, por más altas esperanzas que se podía tener del derrocamiento de Putin, la retirada fue inminente. Probablemente la intención era un golpe de Estado, pero al comprender la falta de alianzas, Prigozhin decidió retroceder y exiliarse, no sin antes “asegurar” su limpia en el registro criminal. Pero, ¿cómo aceptar y creer las garantías de libertad del Kremlin cuando la movilización de Wagner hacia Moscú significó un severo golpe de autoridad, credibilidad, estabilidad y poder hacia el mandatario ruso?
Suena descabellado, y Prigozhin debería saberlo, es decir, ¿cuántos oligarcas rusos que han obstaculizado o se han opuesto a la guerra de Ucrania han caído de ventanas desde lo alto de edificios? Pero, a pesar de esa situación, lo cierto es que las operaciones de Wagner han sido muy redituables para Moscú, permitiéndole sacar dividendos de conflictos y situaciones delicadas sin que el nombre de Rusia esté en el campo de batalla. No es fácil para Putin deshacerse de este cuerpo paramilitar, ni de su liderazgo, pero es factible que el mandatario ruso esperará el momento adecuado para llevar la justicia que cree necesaria tras la sublevación que le costó gran parte de su imagen dentro y fuera del país.