Los ritmos circadianos se refieren al ciclo natural de 24 horas que gobierna muchos procesos fisiológicos y de comportamiento en los seres vivos, incluidos los humanos. En los mamíferos, estos ritmos están controlados por un “reloj maestro”, ubicado en el hipotálamo del cerebro, y están influenciados por varios factores ambientales, como la luz, la temperatura y las señales sociales. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que la contaminación también puede tener un impacto significativo en los ritmos circadianos, con serias implicaciones para la salud humana.
Hay varias formas en que la contaminación puede afectar los ritmos circadianos. Uno de los ejemplos más conocidos es el impacto de la luz artificial en la noche, que es una forma de contaminación que altera el ritmo natural de luz y oscuridad. La exposición a la luz excesiva durante la noche puede alterar el ciclo natural de sueño y vigilia, ya que interfiere con la producción de melatonina, una hormona que ayuda a regular el sueño, y esto puede conducir a diversos problemas de salud, como el insomnio y la depresión. Esto se debe a que la luz azul tiene una longitud de onda similar a la luz del día, lo que puede engañar al cuerpo y suprimir la producción de melatonina.
Además de interrumpir el sueño, la contaminación lumínica también se ha relacionado con otros efectos negativos para la salud, incluido un mayor riesgo de obesidad y diabetes. Para minimizar el impacto de la contaminación lumínica en el sueño, se recomienda evitar la exposición a dispositivos electrónicos e iluminación artificial brillante durante al menos dos horas antes de acostarse. Además, instalar cortinas o persianas opacas, usar bombillas de baja intensidad en el dormitorio y minimizar la iluminación exterior puede ayudar a crear un ambiente más oscuro para dormir y mejorar la calidad del sueño.
La contaminación ambiental también puede afectar los ritmos circadianos al alterar los niveles de varias sustancias tóxicas en el cuerpo. Por ejemplo, la exposición a la contaminación del aire se ha relacionado con mayores niveles de inflamación y estrés oxidativo, los cuales pueden alterar los ritmos circadianos de otras funciones. La inflamación puede causar interrupciones en la producción de varias hormonas, incluidas el cortisol y la melatonina, que a su vez afectan el sueño. El estrés oxidativo, por otro lado, puede dañar las células y los tejidos y alterar sus funciones normales. Otra forma en que la contaminación puede afectar los ritmos circadianos es alterando el microbioma, que se refiere a los billones de microorganismos que viven dentro y sobre nuestros cuerpos; la exposición a la contaminación puede alterar la función del microbioma, por lo tanto, la composición de la comunidad microbiana.
Los contaminantes también pueden afectar la expresión de los genes del reloj, que son responsables de regular el ritmo circadiano tanto en los humanos como en el propio microbioma. Se ha demostrado que la exposición a sustancias químicas disruptoras endocrinas, como el bisfenol A (BPA) y los ftalatos, altera la expresión de los genes del reloj en el microbioma intestinal. Se necesita más investigación para comprender completamente los mecanismos por los cuales los contaminantes afectan el microbioma y desarrollar estrategias para mitigar sus efectos negativos.
La contaminación también puede afectar los ritmos circadianos indirectamente al causar otros problemas de salud; la mayor parte de los contaminantes de alta peligrosidad suelen tener un impacto en la regulación del sistema nervioso y sobre el metabolismo. Ambos sistemas tienen una delicada regulación de sus funciones por el reloj circadiano, por lo que sus alteraciones, entendidas como disrupción circadiana, suele poner en desventaja las formas en las que el organismo se defiende del efecto de los contaminantes.
Por ejemplo, la exposición a la contaminación del aire se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y otras afecciones crónicas, las cuales pueden alterar los ritmos circadianos y provocar más problemas de salud.
En conclusión, al interrumpir el ciclo natural de 24 horas que rige muchos procesos fisiológicos y de comportamiento en los organismos vivos, la contaminación puede provocar varios problemas de salud, incluidos trastornos del sueño, depresión, obesidad y enfermedades crónicas. Por lo tanto, es importante reducir la exposición a la contaminación y tomar medidas para proteger los ritmos naturales de nuestro cuerpo, de manera que se promueva la salud y el bienestar, por medio de políticas públicas que reduzcan los riesgos asociados a los contaminantes que tenemos en la actualidad.
El doctor Manuel Miranda es académico de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias (UMDI-FC-J), en el Campus Juriquilla de la UNAM
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