Durante una muy reciente plática de Roel Baets, profesor en la Universidad belga de Ghent, en la que lidera un equipo de investigación en circuitos fotónicos integrados, campo del que es pionero y en el que ha trabajado por más de 35 años, en los que ha hecho importantes contribuciones científicas y tecnológicas, muchas de éstas impulsoras de la creación de compañías spin-off en sectores como el de las telecomunicaciones, el almacenamiento de datos y la fabricación de sensores, el también fundador de ePIXfab —ahora conocida como la Alianza Europea para la Fotónica de Silicio—, el primer esfuerzo del mundo para el desarrollo de la fotónica basada en el silicio, compartía información clave acerca del cambio tecnológico que desde hace unas tres décadas ha comenzado a sustituir a la electrónica.
Luego de explicar que un circuito fotónico integrado o PIC —iniciales para Photonics Integrated Circuit— es la evolución óptica de un circuito electrónico integrado, cuyas ventajas se multiplican respecto de las de sus antecesores gracias, por ejemplo, a la enorme velocidad que la luz posee, la multiplicada capacidad para transmitir información codificada y la insensibilidad a la interferencia electromagnética; Baets comentaba que fue hace una década cuando los PICs dejaron los laboratorios de investigación de las universidades para instalarse en los departamentos de investigación y desarrollo de la iniciativa privada.
Desde entonces, cada vez más compañías —Intel y Luxtera entre éstas— colocan en el mercado nuevas componentes ópticas basadas en PICs, como los transceptores, que tienen aplicaciones en la fotónica de microondas y los terahercios, las telecomunicaciones, el almacenamiento de datos, los lídares, la computación convencional y cuántica, los sensores ambientales, los dispositivosmédicos, el diagnóstico, el monitoreo de la salud, entre otras.
Y es que, de acuerdo con la consultora francesa Yole Devéloppement, el mercado mundial de los PICs alcanzó una valuación de apenas 87 millones de dólares estadounidenses en el 2020, pero se pronostica que en el lustro que viene mantendrá una tasa de crecimiento compuesta promedio anual del 49%, con lo que para el 2026 el mercado de los PICs podría alcanzar los mil cien millones de dólares estadounidenses. Mientras que el año pasado las ventas de los PICs fueron producto de su aplicación en la integración de los transceptores para los centros de datos, los de larga duración, para la 5G y para interconexiones ópticas, únicamente, dentro de tan sólo cinco años estos chips ópticos inundarán muchos más sectores, adicionando a las actuales aplicaciones en máquinas coempaquetadas, computación fotónica, pruebas inmunológicas, giroscopios de fibra óptica, lídares para vehículos autónomos, y dispositivos para el cuidado de la salud.
Con estas proyecciones tan contundentes, sorprende que en México la ingeniería fotónica siga sin formar parte de la oferta del grueso de las universidades y, por ahora, los estudios a nivel licenciatura en este campo tan activo en la mayoría de las economías desarrolladas, se ofrezcan solamente en dos o tres casas de estudio en todo el país, la Universidad de Guadalajara entre éstas y, peor aún, otras como la Universidad Tecnológica de Tulancingo no hayan encontrado el apoyo suficiente para continuar formando a ingenieros en esta moderna disciplina que inundará las aplicaciones tecnológicas para tan pronto como a mediados de esta misma década.
Si contrastamos este déficit de talento que estamos propiciando en México con la realidad que vive nuestro vecino del norte y principal socio comercial, los Estados Unidos de América, será fácil comprender que una política industrial con visión de futuro tendría, necesariamente, que basarse en el aseguramiento de la oferta de talento, pues no será difícil imaginar que las grandes transnacionales como CISCO Systems, Huawei Technologies o la misma Intel Corporation, nunca podrán encontrar el recurso humano suficiente en México y seguirán volteando a otras latitudes para obtenerlo. Esto nuevamente apartará a nuestro país de la posibilidad de integrarse al diseño en los sectores emergentes y le relegará a la manufactura.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.