Un amigo me confió una pregunta que lo preocupaba: ¿Cómo definen Ustedes la salud mental? […] La salud mental, tal fue mi respuesta entonces, es pasar a otra cosa.
Jean Allouch (1990:9)[1]
El psicoanálisis, una forma de psicoterapia abocada a la cura de la locura, es una práctica necesariamente disruptiva y políticamente incorrecta. Es disruptiva porque conmina a la emergencia —y la expresión— de los deseos más inmorales, más amenazadores e incluso violentos. Su regla fundamental “diga todo lo que pase por su cabeza, independientemente de juicio alguno” obliga a quién avanza en su camino, a ser capaz de decir sus deseos más absurdos, agresivos, atrevidos y demás. En el psicoanálisis se escuchan cosas que en ningún otro espacio aparecen pues es un espacio abierto a la verdad.
Afortunadamente, por tratarse de un espacio donde priva el discurso, lo ahí expresado –deseos—se queda sólo en eso, en deseos expresados,no en acciones realizadas. Es más, en el caso del fenómeno denominado acting out, la simple expresión de tales deseos puede interrumpir el avance del acting out hacia el pasaje al acto. Como bien indicaba Freud, “el inconsciente crece en la oscuridad” o “lo no dicho se actúa”.
El psicoanálisis, entonces, es una práctica del discurso que estáen las antípodas del discurso moral, que se encuentra “más allá del bien y del mal” y que permite la expresión de deseos inconfesables en otras situaciones –el deseo de matar al padre, al hermano, a sí mismo, de abordar sexualmente a la madre, al hijo, a la hija, al amigo o a la esposa del mejor amigo. Lo más curiosode todo esto es que la mera expresión de tales deseos los neutraliza y cura de ellos a quién se permite su expresión. El psicoanálisis, por ser una práctica de la máxima veracidad, cura de tales deseos simplemente permitiendo su puesta en palabras.
En tal sentido, el psicoanálisis se opone a cualquier práctica atada al discurso “del bien y el mal”, es decir, previa al pensamiento de Nietzsche. Por más afinidades quela persona del analista pueda tener con la ideología progresista, con la feminista o con la antifascista, al realizar su práctica no puede sino “dejar de lado sus significantes” y permitirse escuchar y comprender, hasta su última expresión, los deseos mas terribles e inconfesables, y no sólo dirigidos contra otras personas sino, tal y como la transferencia lo permite, contra sí mismo. Por su formación, por su propio análisis, un analista sabe lo que permite la expresión de tales deseos, del efecto curativo de su expresión.
El psicoanálisis, también es, necesariamente, “políticamente incorrecto”. Lo es porque está “Jenseits von Gut und Böse”[2] y obligado a escuchar los peores deseos para, con el objeto de investigar su fuente y naturaleza, obtener el dominio consciente.No pretendía Freud otra cosa cuando indicaba que el objetivo del psicoanálisis era “hacer consciente lo inconsciente”.
Esa misma idea es expresada por Jean Allouch cuando, en Lettre pour lettre, indicó que la salud mental era “pasar a otra cosa”. Alguien se cura de algo —una obsesión, una fobia, un síntoma cualquiera— cuando es capaz de “pasar a otra cosa” respecto a él.
El psicoanálisis, en resumen, tal y como lo expresaba reiteradamente el Dr. Marcelo Pasternac, implica “asumir responsablementeel propio deseo”, comprometerse a la investigación de sí mismo, de sus deseos más horribles e inconfesables para, como consecuencia de tal esfuerzo, ser capaz de realizar, hasta sus últimas consecuencias, una práctica que no es exenta de sinsabores y fracasos, una práctica que posibilita la expresión de los mejor y lo peor y que, al final, conduce a un cambio subjetivo y a la emergencia de un nuevo analista, de otro capaz de comprender la vida “mas allá del bien y del mal”.
NOTAS
[1] Allouch, J. (1990). Lettre pour lettre. Paris: Erès.
[2] Más allá del bien y del mal, título del texto de Nietzsche de 1886.