En una entrega anterior tratamos el tema de la ocurrencia de sismos destructivos durante septiembre, sin embargo, vale la pena recalcar lo que sabemos dada la curiosidad manifiesta sobre este punto.
Como sabemos, México es uno de los países más propensos a sufrir los efectos de los sismos, debido a su ubicación cercana a fronteras tectónicas y a la actividad en dichas zonas. A lo largo de la historia, nuestro país ha experimentado numerosos terremotos con serias consecuencias, sin embargo, algunos de los más recientes han tenido la desagradable coincidencia de ocurrir no sólo el mismo mes, sino en el mismo día.
El mes de septiembre ha sido testigo de varios sismos importantes en México a lo largo de los años. Uno de los más recordados, debido a lo catastrófico de sus consecuencias, es el terremoto de magnitud 8.1 que ocurrió el 19 de septiembre de 1985 en las costas de Michoacán, y que causó una gran devastación y pérdida de vidas en la Ciudad de México. Un segundo evento significativo reciente fue el sismo de magnitud 7.1 del 19 de septiembre de 2017, generado en la frontera de los estados de Puebla y Morelos, que también ocasionó daños en la Ciudad de México, si bien no tan cuantiosos.
Algunos días antes de dicho evento, el 8 de septiembre, había ocurrido un gran sismo de magnitud 8.2 en la costa del Istmo de Tehuantepec, que afortunadamente, a pesar de su gran poder, no causó daños en la Ciudad de México, debido a su lejanía.
Coincidentemente, el año pasado ocurrió otro sismo con una magnitud importante (7.7) el mismo 19 de septiembre, el cual generó alarma entre la población de la Ciudad de México. Sin embargo, dada su localización, cerca de la costa de Michoacán, a una distancia de 465 km, no causó daños significativos en la capital de nuestro país.
Es lógico entonces que en la narrativa actual se considere a septiembre como un mes propenso a sufrir efectos de los sismos.
Sin embargo, si consideramos los datos del Servicio Sismológico Nacional (SSN) de 1900 a la fecha, podemos apreciar que los meses más activos durante ese intervalo de observación han sido septiembre y diciembre, con igual número de sismos.
Para evaluar las probabilidades de que ocurra un sismo grande en México, es importante considerar varios factores. Primero, hay que enfatizar que la actividad sísmica significativa es impredecible en términos de fechas exactas, ya que depende de la acumulación de esfuerzo en las fronteras tectónicas y fallas de la corteza, y a las condiciones de fricción, temperatura, presión y otras que pueden añadirse. Sin embargo, los sismólogos e ingenieros sísmicos podemos analizar patrones históricos, tendencias y consideraciones físicas para hacer estimaciones de probabilidad.
En general, utilizamos modelos para estimar la probabilidad de que ocurran sismos de cierta magnitud en una región específica durante un periodo de tiempo determinado. Estos modelos tienen en cuenta datos como las ocurrencias históricas y paleo-ocurrencias (ocurrencias en el pasado geológico) de sismos, la actividad actual de las placas tectónicas y la geología local. Sin embargo, el periodo a considerar no se refiere a una fecha específica sino a intervalos del orden de años.
Por otro lado, el que se haya observado un mayor número de sismos en ciertos meses obedece a lo corto del periodo de observación (unos 120 años). Es de esperar que, si contáramos con datos que comprendieran varios siglos, se vería un histograma plano (todos los meses iguales). Esto se debe a la frecuencia de ocurrencia de sismos significativos, ya que en promedio en México se experimenta un sismo mayor o igual a 7 cada 1.4 años (con desviación estándar de 1.5 años), con base en los sismos registrados por el Servicio Sismológico Nacional desde 1900 a la fecha (ver su distribución en el mapa).
Ahora bien, en cuanto a las probabilidades de ocurrencia en un día específico, como el 19 de septiembre, si bien es cierto que en el registro sísmico el 19 de septiembre es el único caso en el que se ha sentido un sismo fuerte en tres ocasiones, esto no debe tomarse como base para que refleje un patrón.
En conclusión, México es una región propensa a los sismos debido a su ubicación en una zona tectónica activa. Si bien la predicción exacta de cuándo ocurrirá un sismo grande es imposible, se pueden hacer estimaciones basadas en datos históricos y modelos probabilísticos.
No se puede afirmar que septiembre sea un mes especialmente propenso a los sismos en México, pero es importante que el país continúe fortaleciendo su preparación y resiliencia ante estos eventos naturales. La educación pública sobre medidas de seguridad y la construcción de infraestructura resistente a sismos son pasos esenciales para reducir el riesgo y las consecuencias de futuros sismos.
El doctor Ramón Zúñiga Dávila Madrid es investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla
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