En una película de Tin Tan, no recuerdo cuál, pero era una cinta aún en blanco y negro, se ve una escena en una pequeña carpa de entretenimiento. En lo alto del escenario cuentan chistes y cantan el «carnal” Marcelo y por supuesto Tin Tan, entre el público se ve a un pequeño niño que mira atento todo el número mientras mete su mano a un cucurucho de periódico y de inmediato saca algo que va a dar a su boca.
¿Qué come?, pregunté.
Palomitas o semillas, respondió la voz que me acompañaba.
Pero las palomitas están en el papel periódico. Eso no se puede comer así, por la tinta, el polvo que recoge el mismo papel.
Antes así se acostumbraba, hasta la carne te la envolvían en papel periódico, añadió a la explicación la voz a mi lado. O tal vez tenía un papel limpio en su interior, luego el periódico, dijo mucho rato después.
No es raro ver en los mercados las cajas de frutas envueltas en papel periódico. Pero las frutas tienen cáscara y se lavan. No hay problema.
Me quedé con esa idea. Luego me encontré una curiosa encuesta en donde la pregunta principal era algo así: ¿Para qué usan un libro después de leerlo?
Algunas de las respuestas: De separador de otros libros, si es delgado. Como respaldo de otros libros. Para detener la puerta. (Imaginen mi cara) Para nivelar algún mueble. Para tener más alta la computadora o la televisión. Para los recortes de las tareas de los niños.
Por supuesto que no faltan los amantes de los libros que dicen que los guardan, para cuando necesiten releerlos. Y para integrarlos a su biblioteca. Lo más sensato.
Ahora estoy haciendo selección de los libros de mi biblioteca en donde por supuesto tengo algunos que, por cuestión de espacio, tendré que decirles adiós definitivamente. También tengo varias cajas de periódicos que me tocará revisar a detalle y decidir las publicaciones que se van.
La gente que no está relacionada con los periódicos ni libros, desconoce el trabajo que implican. Aunque claro, para los acumuladores, es un buen pretexto el hablar de sentimentalismos para defender el derecho de mantener un objeto más.
Una vez que haga la selección buscaré donde acomodar los libros y periódicos. Quizá un día los vuelva a encontrar en alguna librería de viejos, y los periódicos, si no van a dar directo a la basura, quizá tengan la buena suerta de terminar en los mercados, para resguardar y madurar la fruta.