HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX
Jamás he pensado que me voy a morir, jamás me he visto derrotada, asegura Brenda Rangel, quien venció al cáncer de mama hace ocho meses y ahora enfrenta metástasis en la columna. Su camino contra el cáncer de mama pasó de la sorpresa al miedo para darle paso a la determinación de no dejarse caer ante la enfermedad.
El cáncer de mama, advierte Brenda, es una enfermedad costosa, que también puede destrozar familias. El tratamiento causa estragos en los cuerpos de quienes lo padecen y afecta la autoestima. A ella le tocó llorar y ver llorar a otras mujeres que hablaban de sus miedos, de los cambios en sus caras, en sus piernas y del abandono de sus parejas que se negaban a continuar con ellas este proceso.
En su caso, el diagnóstico llegó un poco tarde a pesar de sus revisiones constantes. En el consultorio, el médico le dio la noticia y le pasó una caja de pañuelos. “Me dijo: llora tu luto porque está muy avanzado”. También le adelantó que el tratamiento para su atención médica sería costoso.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) los tratamientos para el cáncer de mama alcanzan, en promedio, los 145 mil 400 pesos al año y solamente en 2021, los distintos seguros pagaron mil 580 millones de pesos por enfermedades relacionadas con esta enfermedad.
Datos de Grupo Reto indican que el 70 por ciento de los casos de cáncer de mama en México se diagnostican en etapas avanzadas y solamente el 20 por ciento de las mujeres en el país se realizaron una mamografía, a pesar de que una de cada ocho mujeres podría enfrentar esta enfermedad en algún momento de su vida.
Un diagnóstico tardío, pese a revisiones constantes
Brenda recuerda que, en 2019, justo cuando cumplió 40 años, sintió un dolor cerca de la clavícula, “como cuando haces ejercicio y te queda ese malestar”. En aquel momento su ginecóloga le explicó que era un ganglio inflamado por el periodo menstrual, aunque ordenó una mastografía y un ultrasonido mamario, pero “todo salió perfecto”.
A mediados de 2019 volvió a sentir el dolor cuando movió unas macetas y lo dejó pasar. Días después recibió un codazo de su hijo mientras dormía y eso provocó una inflamación. “A los dos días mi seno tenía un gran tamaño, como del tamaño de un melón, me espanté y como tenía programada una operación para quitar un quiste del colédoco, arriba del páncreas, que no era de riesgo, el gastroenterólogo dijo: en el quirófano te hago una biopsia porque tu seno está de diferente color, aunque aparentemente no es nada”.
Entonces acudió otra vez con la ginecóloga que le mostró de nuevo los resultados de los estudios donde estaba limpia de cáncer. Al buscar otra opinión, en 2020 llegó con un oncólogo que le explicó que no aparentaba tener signos de cáncer, pero propuso drenar la sangre que se acumuló por el codazo de su hijo y hacer una biopsia.
Una llamada de urgencia del médico le confirmó que se trataba de cáncer de mama. “Fui con mi marido y mi hermana, me preguntó quién de mi familia había tenido cáncer y nadie, nunca en ninguna generación. Me dijo que los estudios salieron positivos y me quedé helada, sentí que me hundía en la silla y mi reacción fue: no es cierto. Me pasó la caja de pañuelos y me dijo: llora tu luto porque está muy avanzado”.
La siguiente pregunta fue si tenía seguro de gastos médicos, pero Brenda tenía justo un año sin contar con esa protección, así que les recomendó prepararse económicamente porque su tipo de cáncer “es de los que requiere tratamientos caros. También nos dijo que la verdad ni siquiera creía que terminaría el primer tratamiento de los cuatro. Fue todo un shock y una sensación de claro que voy a poder, que esto no me va a tirar”.
Una enfermedad costosa que puede dividir a las familias
De acuerdo con AMIS, los tratamientos para enfrentar el cáncer de mama tienen un costo promedio de 145 mil 400 pesos al año y en 2021 se pagaron mil 580 millones de pesos por enfermedades relacionadas con el cáncer de mama. El mayor caso catastrófico tuvo un costo de más de 38 millones de pesos y una evolución de 17 años, lo que demostraría la importancia de adquirir un seguro para estos casos.
Quienes no cuentan con los servicios de salud pública deben costear por su cuenta las quimioterapias, radioterapias e intervenciones quirúrgicas y de acuerdo con los datos de la propia asociación, se tienen casos que “por su complejidad y complicaciones, han llegado a costar hasta más de 6.5 millones de pesos anuales”.
La situación económica puede complicar más el problema que enfrentan la familia y la persona enferma. Brenda recuerda casos de muchas mujeres que, además de enfrentar los gastos, eran abandonadas por sus esposos en medio del tratamiento o cuando les tenían que hacer una mastectomía, a pesar que, al atravesar por la enfermedad, es importante tener cerca a la familia, incluso cuando ellas no quieren hablar sobre lo que viven.
“A muchas de las mujeres en tratamiento les preguntan cómo están y dicen que todo está bien, pero a solas lloramos, decimos lo mal que nos sentimos. Te dicen que no le pueden decir a sus esposos porque se enojan o a sus papás porque se preocupan y a veces mienten para que esto no se complique más, porque es muy difícil cuando te lo dicen, cuando estás viviéndolo, en las quimios, en las radios, cuando están por definir si eres candidata o no para los tratamientos”.
La pérdida del cabello, de piezas dentales, el daño a la vista o las manchas en las uñas y el cambio del color de la piel, incluso la aparición de celulitis durante el tratamiento, impactan la autoestima a las personas que atraviesan por el cáncer y “eso es muy difícil de procesar, ahora imagínate cuando te hacen una mastectomía”.
“A mí no me causó problema que me hicieran la mastectomía radical, me quitaron el seno izquierdo completamente, desde la mitad de mi cuerpo a la parte de atrás de la espalda. A mí no me molesta no tenerlo, pero hay muchas mujeres que eso sí las tiene deprimidas, que no se sienten como mujeres y eso es triste y doloroso, porque cuando sucede esa situación, muchos maridos dejan a las esposas y eso es devastador, muchas contaban que el marido salió por cigarros y no regresó”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada 12 mujeres en el mundo desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida y en 2020 fallecieron siete mil 880 mujeres en México por tumores malignos de mama. Aunque factores como la obesidad, ser mayor de 40 años y los antecedentes familiares pueden influir en la aparición de este cáncer, alrededor de la mitad de los casos de cáncer de mama se dan en mujeres sin ningún factor de riesgo.
Vivir la vida intensamente
Antes de su detección de cáncer Brenda no tenía mucho tiempo, “ni siquiera para sentarse a disfrutar un té, porque primero tenía que atender a otras personas, antes de atenderme a mí y esto fue un quédate quieta, te tienes que ver, te tienes que cuidar y fue muy fuerte, pero le doy gracias a Dios y a la vida que me pasó, porque si no seguiría haciendo todo por todos sin ver qué necesitaba yo”.
Hoy sabe que hay más de 300 tipos de cáncer y que el suyo fue inflamatorio, poco común, que necesitaba un tratamiento especial. “Ya iba en la quimio 14, 16, 19 y yo decía: ya no puedo, fue horrible, había veces que sentía que me moría, ya no aguantaba. Llegó el día que toqué campanita porque terminé mis quimios y después me operaron y después me radiaron y fue difícil, se me cayó todo el cabello, las cejas, las pestañas, hasta la fecha no me crecen bien, no como antes, tengo muy poquitas pestañas, pero estoy viva”.
Toda esta lucha, insiste, le enseñó la importancia del autocuidado y la necesidad de no confiarse en un solo estudio, porque la salud implica revisiones constantes y totales. “Yo me había hecho estudios y no había nada, ni un quiste, pero necesitaba otros estudios para detectar mi cáncer, la mastografía para mí no fue suficiente, hay que hacerse estudios y cuidarse para detectar cualquier cosa que brinque”.
Hace ocho meses la declararon libre de cáncer de mama. En algunos espacios públicos, como la playa, le toca soportar las miradas de algunas personas porque es notorio que no tiene el seno izquierdo. “Cuando voy sola no pasa nada, pero cuando voy con mis hijos es incómodo, pero yo les he explicado y les he dicho que cuando escuchen del cáncer no lo asocien con la muerte”.
Recientemente a Brenda le detectaron metástasis en la columna, así que todavía se somete a tratamientos fuertes y costosos, que implican un cambio de vida total para hacer ejercicio y alimentarse bien, pero “vivo esto día a día, no lo veo como que me voy a morir, jamás me he visto derrotada, incluso cuando siento que no me puedo levantar de la cama me digo: esta no eres tú”.
Como hizo antes, “he tomado todos los tratamientos clínicos y muchos alternativos, me he tratado de quitar alimentos que no puedo comer hasta que mi cuerpo esté en mejores condiciones, no puedo ir con cara de muerte a todos lados, jamás he pensado que me voy a morir: vivo al máximo todos los días”.
Esa es su mayor preocupación, porque “conocí a chicas menos complicadas que yo y en menos de cinco meses se fueron. Necesitamos las ganas de vivir, de no tirar la toalla, yo he tenido la fuerza de poderme levantar y continuar, porque si no pongo de mi parte nadie más va a hacerlo por mí. El cáncer de mama no solamente nos da a las mujeres, también a los hombres a los que les tienen que hacer mastectomías radicales y no nos da solamente a las mujeres grandes, también a mujeres más jóvenes, hay que acabar con los mitos sobre el cáncer de mama”.