Autoría de 5:24 pm #Destacada, En el Confesionario

Xóchitl cae bien, pero le urge un cuerpo de asesores: Enrique Burgos (I de II)

ENTREVISTA: JOSÉ ANTONIO GURREA C./LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

El PRI va a sobrevivir, asegura Enrique Burgos García, pero debe involucrarse con las demandas sociales —“no con plantones ni con jitomatazos, sino con propuestas de fondo”— y abrir espacios a la gente de a pie. En la primera parte de este “Confesionario” de lalupa.mx, el exgobernador de Querétaro habla también de Xóchitl Gálvez, y aunque dice que “cae bien y tiene un estilo abierto”, enfatiza que debe comenzar a armar un cuerpo de asesores que la ayude en conceptos “ya de fondo, ya de gobierno”. Haciendo un símil con la tauromaquia subraya: “Un jurado duro, exigente, hubiera optado por Beatriz (Paredes), pero a la plaza le gustó más Xóchitl”

Durante la charla con motivo del 5to aniversario de este portal de información y análisis, Burgos García dice que no ve mal una alianza PAN-PRI en Querétaro, sin embargo, aclara: “creo que se necesita pulsar un poquito más como está el escenario estatal”. Sobre el gobernador Mauricio Kuri opina que está “tomando el toro por los cuernos”. Y destaca que por encima de pertenencias partidistas debe existir el compromiso de ayudar a Querétaro, “porque eso es para bien de todos o para perjuicio de todos, según lo quieras asumir”.

En esta conversación salpicada de anécdotas, el exmandatario estatal recuerda sus días como presidente municipal de San Juan del Río, la manera en que Rafael Camacho Guzmán, cuando fue gobernador, lo reclutó como secretario particular y su paso por un gobierno estatal al que le tocó sortear la crisis económica del 94. Narra, además, el vacío que experimentó tras dejar la gubernatura, cuando ya no hay agenda, ni telefonazos ni correspondencia. “Empieza a caer el veinte, viene algo así como despierta, bienvenido a la realidad. Entonces, hay que recomenzar”, dice.

¿Cómo es un día cotidiano en la vida de Enrique Burgos?

Normalmente mi día empieza temprano, la actividad diaria ya en funciones inicia a las 7 de la mañana. Me levanto entre 6 y 6 y cuarto. Lo cotidiano, un regaderazo, un café. Tengo que estar en la Ciudad de México un par de días, pues doy clase en la UNAM y luego otros días vengo aquí al despacho (notaría).

En la UNAM actualmente estoy dando clase en posgrado. La materia se llama “Estructura política del Estado”. Son dos días a la semana en la división de estudios superiores de la Facultad de Derecho. Eso me gusta porque me permite estar estudiando, actualizando. Además, la clase es un constante contacto con personas, con abogados, con alumnos. Y uno se alimenta también de lo que ellos comentan, de lo que ellos plantean, de lo que ellos preguntan y uno también se obliga a leer.

Yo renuncié a la notaría hace ya algunos años, pero hay un notario, Enrique, mi hijo, él se ha hecho cargo, estuvo estudiando en la CDMX en la Escuela Libre de Derecho y trabajó en una notaría, también allá, de tal manera que cuando se incorporó a Querétaro ya venía más o menos encaminado. Él, junto con Yola, mi hija, son los que la llevan. Yo, por haber renunciado, no tengo la firma, pero compartimos algunas tareas.

Con Yola, su hija

Su vinculación con la UNAM data de hace muchos años.

Hice el posgrado en la UNAM y ahí tuve oportunidad de conocer a muchos amigos y compañeros, entre otros al licenciando Dionisio Meade, actual presidente de la Fundación UNAM (el ex gobernador Enrique Burgos es presidente de la Fundación UNAM Capítulo Querétaro) que tiene como tarea específica el buscar apoyos para la UNAM, y, con esos respaldos, proveer de becas a estudiantes.

En los tiempos del doctor (José) Sarukhán como rector se pensó que la UNAM debía tener presencia en algunos estados, y entre ellos contemplaron Querétaro, de tal manera que en 1993, 1994, deciden establecerse aquí. Su servidor era gobernador y el rector me invitó un día a desayunar, y me dijo: “Nos gustaría estar en Querétaro pero no tenemos terreno, no tenemos espacio físico”.

Con el exrector José Sarukhán

En ese tiempo se cruzaron varias circunstancias. Previo a eso que le comento, Banamex tenía proyectado traerse a Querétaro sus oficinas centrales, junto con casa habitación para directivos. Era un gran proyecto para el que tenían destinado en Juriquilla, aproximadamente 100 hectáreas.

Se vino la nacionalización de la banca, y entonces Banamex modificó sus planes. Ese banco tenía pasivos con el gobierno federal, y la manera de solventarlos fue adjudicar el terreno en favor de aquel. Un día el presidente (Ernesto) Zedillo visitó Querétaro y le comenté sobre el proyecto de la UNAM y las 100 hectáreas que tenía el gobierno federal. “Oiga, señor presidente, ¿por qué no se las damos a la universidad”. El presidente conversó con el rector y se convenció que éste era un proyecto muy serio y donó el terreno. Unas 70 hectáreas para la UNAM y 30 para la Universidad Autónoma de Querétaro. Así nació la UNAM campus Juriquillla.

Usted fue presidente municipal de San Juan, diputado local, diputado federal, senador, gobernador, sigue siendo catedrático, notario. ¿Algo que le haya faltado por hacer?

La política siempre me gustó y mi primera oportunidad fue en San Juan del Río. Fui candidato a los 23 años. Entonces, San Juan del Río era una ciudad muy pequeña. El presidente municipal no sólo era el funcionario que tenía que ver con la tarea administrativa del municipio, sino también un personaje que podía platicar con los maestros, con el señor cura, con los médicos, y eso da una vivencia enorme, es una experiencia riquísima.

Además, era una presidencia municipal pobre, muy limitada, no tenía a veces ni para pagar la nómina. Los policías eran cinco o seis, no había para más. Le pongo un ejemplo: si queríamos hacer un drenaje en la calle fulana porque ya urgía, pues teníamos que ir a tocar la puerta de zutano, un comerciante, para que lo pagara. Así, tocando puertas transitaba el municipio. Le digo, fue una experiencia preciosa porque fue de convivencia prácticamente.

2012. En San Juan del Río, durante su campaña como senador de la República

¿Qué pasó cuando terminó su presidencia municipal en San Juan del Río? ¿Cómo continuó su vinculación a la política?

Terminó la presidencia municipal y abrí un despacho en San Juan del Río junto con un compañero mío, amigo también, Eliseo Pineda. Él se quedó en San Juan. Termina el mandato como gobernador de Juventino Castro, viene la administración del arquitecto (Antonio) Calzada, y yo me mantengo en mi despacho. Pasan los años y un buen día recibo la llamada de una secretaria: que Rafael Camacho Guzmán, gobernador electo, quería conversar conmigo. No tenía el gusto de conocerlo personalmente y él menos a mí. Pero le digo a su secretaria: “Yo encantado, ¿Dónde me recibe?”, “no, él va a su oficina”, “es el gobernador electo, ¿Cómo que él va a su oficina?”, “sí, él va a su oficina”, y fue. Lo recibo en una oficina chiquita, todo mi despacho era eso. “Señor Camacho, para qué soy bueno”. Me dijo: “Lo vengo a invitar, yo quiero tener un gabinete de gente que sea conocida en Querétaro y que esté dispuesta a trabajar. Quiero que sea mi secretario particular. Pero no quiero que me ayude a ver la lista de quienes quieren audiencia, para eso tengo otras gentes. Quiero que me ayude a coordinar el gabinete y a coordinar la relación con el gobierno federal. Quiero que usted se dedique a eso”. Eso fue en una hora, sin conocerlo.

Con los exgobernadores Antonio Calzada e Ignacio Loyola

Ya en el gobierno, acompañaba a Camacho Guzmán a todas las audiencias en México. Me decía: “Mire licenciado, al secretario mengano quiero plantearle que nos apoye con la urbanización y con tal carretera y con tal camino. Hágame un borrador de los temas para planteárselo”. Ya se lo entregaba y me decía: “Oiga, aquí póngale más énfasis licenciado, esto me interesa mucho”. Y en México, en cada caso, infinidad de casos, llegamos a la antesala. “Pásele señor gobernador Camacho, siéntese, ahorita lo pasamos con el señor secretario”, yo iba con él y le decía: “Yo lo espero aquí”, y me decía: “No, véngase, pásele, vamos a ver”. Ahí conocí a muchos secretarios. Para mí fue una escuela formativa tremenda.

Y usted apenas rebasaba los 30 años.

Sí, y fue toda fue una experiencia fabulosa estar en eso. Recuerdo los recorridos a la Sierra. Él (Camacho Guzmán) invitaba a medio gabinete y a agregados federales. Iban cinco camionetas a hacer recorridos de tres o cuatro días. Pero ya que empezaba el recorrido, me iba a la camioneta con él. “Véngase licenciado”, y yo me fletaba todo el recorrido. El chofer, él y su servidor, platicando, comentando.

El año nuevo, ha de haber sido 1980, dijo: “Vamos a hacer un recorrido a la Sierra, vamos a saludarlos en el año nuevo”. El primer día del año hasta Landa de Matamoros. “Vamos a salir muy temprano”. Y todos: “Oiga, pero la cena es el día anterior”. Pese a los reclamos nos fuimos.

Con Luis Donaldo Colosio en los tiempos de la gubernatura

¿A qué hora los citó?

A las 6 de la mañana del 1 de enero, y pues ahí vamos todos. Ya estando en la Sierra ibamos en una brecha en Landa de Matamoros, hacia un frío de aquellos, y al lado de la brecha iba un campesino caminando con una camisita. El gobernador —aunque de modales hoscos, era un hombre de buen corazón— ve a ese hombre de reojo y a los 20 metros le dice al chofer: “Párate”, se para, baja el vidrio, se empareja el señor y le dice: “Oye, viejo”, le contesta: “Dígame señor”, “¿que no tienes frio?”, “sí señor, sí tengo frio”, le sube el vidrio otra vez y arrancamos, pero a los diez metros le dice de nuevo al chofer: “A ver, párate otra vez” y se baja, “¿que no tienes frio?”, el pobre hombre: “pues sí, ya le dije que sí tengo frío”. El gobernador traía una borrega de piel, se la quita y se la pone, “para el frío, viejo”, se vuelve a subir, avanzamos otros diez metros y le dice al chofer: “Párate”, y se vuelve a bajar.“A ver, ven acá viejo tal por cual”, le mete la mano a una de las bolsas de la chamarra y dice: “¿Te querías quedar con la cartera?” Anécdotas de ese corte había muchas.

Terminando el periodo de don Rafael (1985), Mariano (Palacios Alcocer), quien comenzaba su periodo como gobernador, y quien era mi amigo desde la época de estudiantes, me dice: “Oye, ¿por qué no te vienes al congreso?”, y voy tres años al congreso local. Después de esos tres años, don Fidel (Velázquez), quien me conoció durante el gobierno de don Rafael (Camacho Guzmán), me llama y dice: “Oiga licenciado, necesitamos que nos ayude. Necesitamos alguien para el Senado”. Me conecta con don Emilio González, ex gobernador nayarita, y en aquel entonces líder del Senado.

Don Emilio González era un zorro de la política, y me daba juego. Por ejemplo, Porfirio Muñoz Ledo (ya en la oposición) subía a tribuna, y don Emilio me decía: “Oiga, estuvo muy duro Porfirio, no lo podemos dejar pasar. Suba y respóndale”, y ahí iba yo. De ahí conocí a Muñoz Ledo y nos hicimos buenos amigos.

1991: El gobernador Mariano Palacios y el candidato tricolor a la gubernatura Enrique Burgos flanquean al entonces presidente nacional del PRI Luis Donaldo Colosio. A la izquierda, Fernando Ortiz Arana y Marco Antonio León Hernández. Foto: periódico Plaza de Armas

Luego llegó el gobierno del estado.

Tuve una gran escuela: la presidencia municipal y la secretaría particular. Así que cuando llego al gobierno (del estado) ya traía ciertas ideas. Pero (la gubernatura) se trató de una experiencia riquísima para mí. Un gobierno donde transité la primera mitad con el presidente (Carlos) Salinas y la segunda mitad con el presidente (Ernesto) Zedillo, dos figuras que había que asomarse a ellos. Un presidente Salinas muy ejecutivo, indagaba la personalidad, se le quedaba viendo a los acuerdos, se ponía uno hasta nervioso, ya ve que entrecierra los ojos, y ¿qué estará pensando?, “¿y que más gobernador, y que más?”, pero siempre algo concreto.

Recuerdo que ya de gobernador (electo), el presidente Salinas fue generoso. Me dice: “Oye, don Fidel te aprecia, y él me pidió que yo fuera a tu toma de posesión, yo no voy a tomas de posesión”, mandaba representantes, “pero me lo pidió don Fidel y sí voy a ir”, y vino a mi toma de posesión. Chiripadas o circunstancias, pero que bueno que estaba don Fidel.

De aquel día recuerdo una anécdota: estaba por tomar posesión, entraban algunos oradores, ya había pasado Mariano (Palacios Alcocer) y algunos más. A mí nunca me ha gustado traer gente, no me gusta, y un integrante del Estado Mayor me dice: “A ver, permítame, usted joven, ¿de dónde viene?”, “vengo a la reunión”, “¿pero con quien viene o qué?”, “yo vengo solo”. En eso pasa un coronel que sí me conocía, “a ver, ven para acá”, le dice al otro, “véngase señor gobernador”. Me pasó porque el otro no me conocía. Son de las vivencias que uno recuerda con agrado.

Enrique Burgos protesta como candidato del PRI al gobierno de Querétaro. Lo acompañan Luis Donaldo Colosio, el entonces gobernador Mariano Palacios, Emilio M. González y Silvia Hernández. Foto: periódico Plaza de Armas.

¿Le ocurría con frecuencia?

Le platico una similar cuando fui presidente municipal. En los municipios pequeños las fiestas patronales son el acontecimiento. Durante la feria de San Juan, en junio, había dos corridas (de toros) formales. íbamos a ver a don Fernando de la Mora, dueño de la ganadería de toros bravos de Tequisquiapan, para que nos apoyara con los toros. Total nos ayudaron, contratábamos a los toreros, y luego íbamos a anunciarla a 24 Horas con Jacobo Zabludovsky. Iba el presidente, la reina, el secretario, íbamos como 10 o 12 personas, todos emocionados. Y les digo: “Que pase primero el presidente del comité de feria, enseguida la reina y luego el secretario del comité, el tesorero del comité”. Por cortesía me quedé al final. Se levanta Jacobo, se pone sus audífonos: “aquí tenemos al comité de feria de San Juan del Río, y esta es la reina”, “qué gusto, señorita”, y ya se siguió por su cuenta Jacobo. Cuando pasé, al último, Jacobo me ve y me dice: “Y usted joven, usted que hace en la feria”, “soy el presidente municipal”, “ah, por ahí hubiera empezado”. Es un detalle que no se me olvida.

Después, ya entrados los años de gobernador, un día hubo una reunión donde entregaban unas condecoraciones y estaba el licenciado Zabludovsky por parte de Fundación UNAM, y nos encontramos, le dije: “¿Se acuerda de ese día?”, “sí, inolvidable aquello, a ver, vamos a tomarnos una foto”. Eso ya fue muchos años después, pero se acordó, una espléndida memoria de Jacobo, gran periodista. Son recuerdos imborrables para mí.

1992. Enrique Burgos con los reporteros de la fuente de gobierno del estado

¿Cómo es el primer día después de ser gobernador?

Mientras es gobernador, uno tiene prácticamente todo el aval. “¿Se le ofrece algo?”, ahí está, “¿se le ofrece lo otro?”, ahí está. El teléfono tiene la red porque quiere uno hablar con el secretario de Obras Públicas, ahí está la red, márcale y te va a contestar el secretario. “Oye, ve esto, por favor ve lo otro”, o si es con el gobierno federal, hay otra red: “Señor secretario de Educación, dame audiencia, tengo un problema que quiero tratar contigo”. Al día siguiente de terminar el gobierno estatal le pregunto a Claudita, mi secretaria de toda la vida, si me quiere seguir apoyando: “Sí, con mucho gusto”. “Bueno, pues te espero en la casa, y platicamos que vamos a hacer”. Al día siguiente se presenta y le pregunto: ¿Cómo está la agenda?”, “pues no hay nada”, “¿pero mañana?”, “tampoco”, “¿y el mes que entra?”, “nada”. “Vamos a contestar los telefonazos”. ¿Cuáles tenemos?”, “ni uno, no hay telefonazos que contestar”, “¿correspondencia?”, “esa ya se contestó toda cuando estábamos en gobierno”. Empieza a caer el veinte, viene algo así como “despierta, bienvenido a la realidad”. Entonces, hay que recomenzar. Es una experiencia fuerte, haga de cuenta que sale uno del vapor y a la regadera fría.

Luis Donaldo Colosio y el gobernador Enrique Burgos disfrutan una paleta de nieve, durante una gira del primero a Querétaro. Foto: periódico Plaza de Armas

¿Hay un vacío, una nostalgia?

Hay nostalgia, es decir: “oye, me estacionaba aquí”, “sí, pero ya no”, “oye, es que yo pedía que viniera fulano”, “pero eso ya no”, entonces uno tiene que empezar a decir: “esta es la realidad, punto”.

A mí me ayudó un poco la vivencia de presidente municipal y ex presidente municipal, toda proporción guardada. La gente de San Juan nunca fue grosera conmigo, pero al día siguiente que entregas la presidencia municipal ya no es lo mismo. Ya no es el que te iba a visitar, ya no es el que te tocaba la puerta, ya no es el que venía a saludarte de pasadita, ya no. Igual cuando estuve de secretario particular, al día siguiente ya no es igual.

2014. Con Braulio Guerra, Ana Bertha Silva y Juan Carlos Padilla

Eso me permitió platicarlo con mi familia: “Ahorita tenemos la posición de gobernador, pero al día siguiente va a ser de otro modo, ya lo vivieron y lo vamos a volver a vivir, así que nos vamos a nuestra casa de Carretas, y como cualquier vecino. Mi esposa maneja su coche, yo manejo mi coche, vas al mercado y yo voy a la notaría”, y listo, ya sabíamos que eso iba a pasar, no era nuevo, ya lo habíamos vivido en otra escala pero eso nos permitió entender el momento y no hubo depresiones.

Años después de la gubernatura fui diputado federal y volví a ser senador hasta 2018. De tal manera que continúe en la política, pero ahora el tiempo abre otros espacios, otras personas, pero sigo en la notaría y mantengo mis clases en la universidad, eso me ha permitido más tiempo con mi familia, recuperar algunas reuniones con amigos, más tiempo para leer.

2012. Senador de la República por segunda ocasión

¿Cuáles serían las diferencias entre el Querétaro que a usted le tocó gobernar y el Querétaro actual?

El Querétaro que me tocó era un Querétaro que venía con una racha de transformaciones. Desde el ingeniero (Manuel) González Cosío (61-67) hay un primer paso hacia la industrialización. Con el arquitecto (Antonio) Calzada (73-79) hay apertura de turismo. Con don Rafael Camacho (79-85) hay mucha infraestructura para la Sierra y para la ciudad. Con el licenciado (Mariano) Palacios (85-91) hay mucho impulso a la cultura.

Precisamente el licenciado Palacios me entrega a mí el gobierno y aunque había muchas limitaciones económicas, también había una sociedad muy sólida, muy fuerte en todo: en el sector industrial, en el sector comercial, una sociedad madura, los profesionistas; las universidades, formaban un cuerpo que permitían decir: “Estás gobernando pero hay una sociedad que camina. Era una sociedad fuerte que facilitaba mucho las cosas y, más aún, que era comprensiva”.

Vivíamos una durísima crisis económica (95-96). ¿Cómo le hacía yo? Invitaba a la gente de dinero a ver, por ejemplo, una obra. “Vamos a ver tal obra, ¿les gusta?”, “sí”, “pues ya se me acabó la lana, necesito que me ayuden, no manden dinero, manden material”, y lo hacían. Llegaban cuatro camiones con grava, cinco camiones con cemento, y terminábamos la obra. Que nos faltaba la facultad de medicina. Don Gonzalo Río era gente fuerte en Colón: “Acompáñeme a la universidad, ahí está la facultad de medicina, pero está frenada porque le falta esto y lo otro”. “Pues yo pongo 500 mil pesos”. “Hágale su cheque”, “¿a quién?”, “a la universidad”. Todo transparente y que venga el señor rector, “aquí está su cheque de 500 mil”.

Insisto, todo lo que se hizo no fue el gobierno, fue la sociedad, una sociedad que sí participó. ¿Cuál fue el valor y cuál sigue siendo el valor de Querétaro?: una sociedad fuerte. El gobierno tiene la responsabilidad de conducir, pero no es lo mismo conducir con una sociedad ajena, apática o contraria, que conducir con una sociedad a la que se le puede transparentar el ejercicio de gobierno, y eso yo creo que nos abrió puertas.

1993. Enrique Burgos, entonces gobernador del estado, realiza una gira por Ezequiel Montes

¿Y cómo ve el Querétaro de hoy?

Un Querétaro de enormes oportunidades, un Querétaro que está abierto a una nueva etapa: la época de la industrialización en una fase de alta tecnología, con establecimientos o instalaciones que tienen que ver con la industria aeronáutica, por ejemplo. Un Querétaro que sigue creciendo con inversiones importantes. Querétaro esta entre los tres o cuatro estados con mayor recepción de inversión, que puede competir con Nuevo León, con el Estado de México, con Puebla, que son atractivos de inversión. Además, Querétaro, con las cerca de 60 instituciones universitarias de alto rango y varias universidades privadas, ofrece un campus de preparación y formación muy importante.

Hubo un tiempo, en la época de González Cosío, en la que sí llegaba la industria, pero pedía mano de obra calificada, ingenieros, por ejemplo, y no había ingenieros. Hoy hay prácticamente de todo, incluso gente que se fue a preparar al extranjero. Entonces, veo un Querétaro con muchas oportunidades y una sociedad fuerte, generosa. Pero también veo un crecimiento de la ciudad de Querétaro al que hay que tratar con cuidado, con mucho cuidado, entre otras cosas por la reserva acuífera.

Las autoridades necesitan prever cómo satisfacer la demanda fundamental, la demanda esencial. ¿Cuáles son las características primarias para que una población quede suficientemente soportada y asentada? Que tenga primero agua, comunicación, educación, salud. Si eso se va proporcionando al crecimiento de la sociedad, a la demanda de la ciudad, yo diría que sí tiene perspectiva.

Querétaro es una ciudad pujante, es una ciudad con futuro y con perspectiva, que necesita cuidado. Hay que decirlo con toda sinceridad, lo repito, hay que cuidar el agua, hay que cuidar la electricidad, que es un tema que no depende del gobierno de Querétaro, pero es una realidad que la industria está demandando mucha electricidad. Por eso hay que administrarla, hay que cuidarla. Y también, por eso, me parece muy importante la creación de una Agencia Estatal de Energía, y el anuncio del gobernador (Mauricio) Kuri de que habrá importantes inversiones en ese sector.

Con Héctor Parra y Luis Ernesto Parra

¿Qué otros retos detecta en Querétaro?

La seguridad, por supuesto. Querétaro ha sido históricamente un estado seguro pero tenemos vecindades muy complicadas, A Celaya la tenemos aquí a la vuelta, Los Apaseos, a 30 kilómetros. Estamos cercanos a puntos de conflicto, que justamente porque Querétaro se ve en paz, se ve estable, vienen a asomarse. Son focos de contaminación a final de cuentas. Entonces es un riesgo. La seguridad es el compromiso número uno. Si no se garantiza, lo demás sale sobrando.

¿Cuál es su opinión sobre el gobernador Mauricio Kuri?

Es un gobierno distinto al PRI, pero creo que el gobierno del licenciado (Mauricio) Kuri está trabajando, está “tomando el toro por los cuernos”. Enhorabuena por sus visitas al exterior. Había una época en que no podíamos salir, no había condiciones. “Cómo salgo dejando este tiradero aquí”, pero hoy sí se puede y creo que hoy en día, parte de la función gubernamental es ir a ver qué jalas, a ver qué te traes de allá, de Europa, de Estados Unidos o de Canadá, a ver que te traes para este lado. Es otro tiempo, hay que entenderlo y hay que colaborar. Por encima de pertenencias partidistas está el compromiso de ayudar a Querétaro, porque eso es para bien de todos o para perjuicio de todos, según lo quieras asumir.

2013. Reunión de la Coparmex. En la imagen, con Enrique Burgos aparecen el hoy gobernador Mauricio Kuri, entonces dirigente estatal de esa confederación patronal, así como Emilio Gamboa Patron, David Penchyna Grub y José Yunes Zorrilla, quienes eran senadores.

¿Está de acuerdo con una alianza PRI-PAN con miras al proceso electoral estatal?

El escenario nacional no es exactamente como el escenario queretano. En el contexto nacional sí hay una alianza entre PRI, PAN y PRD, porque el contexto nacional es diferente. En Querétaro no es exactamente igual. No lo veo mal, pero creo que se necesita pulsar un poquito más como está el escenario. Aquí no hay una división a rajatabla, hay una correlación bastante atemperada, bastante moderada que busca privilegiar que le vaya bien a Querétaro. Cada quien mantiene su campo ideológico o su campo de visión social o de visión política, pero con respeto al otro. No hay una relación franca, de convivencia, pero sí hay respeto y reconocimiento. Pocos estados lo pueden hacer.

2014, en Corregidora

¿Cómo ve al PRI? ¿Habrá que refundarlo? ¿Qué hay que hacer con ese partido?

Yo creo que el PRI debe buscar mucho más acercamiento con la sociedad, estar mucho más involucrado con la demanda social. Debe rescatar y recuperar todos los espacios que han quedado descubiertos, pero no en plan de plantones o de jitomatazos a la puerta de Palacio, sino de manera inteligente, hacer planteamientos que permitan decirle al gobierno federal, al gobierno estatal o municipal: “Oye, tenemos este requerimiento, lo estamos encabezando, traemos planteamiento, no venimos a plantarnos aquí afuera y poner casas de campaña, traemos ideas y propuestas viables”.

¿Qué necesita el PRI? Propuestas de fondo, que incluso ayuden a la convivencia, que ayuden al gobierno. Partido no significa partir, romper; partido significa parte. Entonces, como la connotación histórica de partido es “soy parte”, pues como parte me incorporo a las soluciones. Generalmente estamos hechos al golpeteo, “a ver qué te encuentro”, “a ver dónde te pego?” Se vale, se puede decir lo que no gusta, pero también tráeme propuestas.

Con el también exgobernador Ignacio Loyola, primer mandatario estatal panista, y quien le sucedió en el poder.

¿Va a sobrevivir el PRI?

Va a sobrevivir. Pero también se necesita otra condición: qué el PRI escuche al pueblo. El licenciado (Jesús) Reyes Heroles, presidente del PRI, lo decía: “Miren, las candidaturas a los gobiernos del estado tienen que pasar por el visto bueno del presidente, pero los diputados déjenselos al pueblo, impulsen a los que quiere la gente”. Pero cuando un político se empeña en que deben ser “los de mi marca, los que llevan mi firma”, cuidado. Tienes que abrir espacios, y bueno: “mete unos de los tuyos, o dos y si puedes tres”, pero tienes que abrir espacios a la gente. Es es lo que tiene que hacer ahora el PRI. ¿A poco no hay médicos que son bien vistos, a poco no hay un arquitecto o un ingeniero que es bien visto, o un profesor de la universidad que es bien visto y los universitarios lo quieren? Sí los hay, entonces jálenlos, no estamos para caprichitos, no estamos para imponer voluntades de nadie, estamos para oír decir a la gente a quien quiere. La cosa es que no te empeñes en que sean los tuyos a como dé lugar.

¿Qué opinión tiene de Xóchitl Gálvez?

Es una persona con sentido popular, con sentido lógico, con experiencia, con vivencias personales que la han madurado y que ha acreditado que tiene trayectoria. Sin embargo, creo que ya debe armar un cuerpo de asesores que la ayude en conceptos ya de fondo, ya de gobierno. “Oye, está bien tu personalidad, es aceptada, cae bien, pero vamos a entrar a un terrero en el que necesitas gente que te ayude” A ver, un ejemplo: vas a un foro en donde van a debatir el tema financiero, hacendario, la deuda pública, los empréstitos, la capacidad de pago del gobierno mexicano. A ver, necesitas jalarte una gente que te diga la realidad y que te lo ponga en blanco y negro porque tú no lo sabes, o sí lo sabes, pero no muy bien.

Entonces acércate a la gente que te va a decir cómo. Creo que Xóchitl tiene una personalidad atractiva, un estilo abierto, viable, le gusta a la gente. Sin embargo, insisto, si es importante que a partir de ahorita forme un cuerpo de asesores que le permita hacer propuestas muy consistentes y que le den elementos para debatir qué sí y por qué sí, y aquello que no, por qué no. No se va a poner a estudiar finanzas públicas ahorita, pero sí que le den los elementos básicos.

¿Como priista, usted hubiera preferido a Beatriz?

Beatriz es una mujer muy sólida. La conozco desde hace muchos años, experimentada, ha contestado informes de gobierno, ha sido secretaria de Estado, subsecretaria de gobernación, gobernadora, una experiencia y una inteligencia propia real. Pero a veces pasa como en la plaza de toros. Habrá oído de aquel torero famosísimo, Miguel Báez “el Litri”, que decían que cuando se ponía frente al toro parecía que iba a oficiar por la consistencia, pero frente a este estilo se encontraba otro torero como (Julián López Escobar) “el Juli”, y la gente decía: “pero qué alegre”. Cierto, no tenía tanta consistencia, pero a la gente le gustaba más. Y eso pasó ahora, a la gente le gustó más el estilo medio abierto, el estilo de no sabe todo pero le echa ganas, y eso penetró más. Es el tiempo de la plaza, y a la plaza le gustó Xóchitl. Un jurado duro, exigente, hubiera optado por Beatriz, pero a la plaza pública le gustó más Xóchitl. Parece una contradicción, pero se llama realidad y la política está conformada de realidades.

2014. Consejo estatal priista. En primera fila con Enrique Burgos aparecen, entre otros, de izquierda a derecha: Chucho Rodríguez, Mauricio Ortiz Proal, Antonio Calzada y Fernando Ortiz Arana

¿Cómo prevé el proceso electoral 2024, en particular la lucha por la presidencia? ¿Disputado, cerrado? ¿Ve usted ganando a Claudia Sheimbaum fácilmente?

No, no tan fácilmente, porque ahora sí la vamos a ver en el ruedo, ahora sí vamos a ver de qué pasta está hecha. Llegó la hora de verla a ella hablar, debatir, de ver de qué tamaño está, de qué más está hecha. Igual que Xóchitl, la vamos a ver también. Creo que será una oportunidad de medirlas y de medir también la reacción del pueblo.

En un momento en que estamos a punto de arrancar campañas, me gustaría comentar sobre esta política de “aquí tienes una mensualidad porque eres estudiante, otra mensualidad porque eres viejito”. Diría yo: no les quites lo que ya tienen, pero agrégale algo que sea más productivo, un pueblo al que solamente le das no va a cambiar, nunca va a escalar de nivel. Hay que decirles: “Sí, les ayudo con esto, pero ahora hay que entrar a una segunda fase”. ¿Cómo vamos a acreditar que ese destino económico está bien sustentado? Por ejemplo: “Soy estudiante”, “¿qué vas a estudiar, me estás acreditando con calificaciones, tu sistema de becas que te está llegando, lo estás justificando?” Porque así como está no está justificado, todo se lo gastan en otras cosas. Pues ahora me lo van a justificar. Insisto, no se los voy a quitar pero sí vamos a saber que se va a hacer con él. Entonces, vamos a trabajar, muévelos, y claro, un grupo de funcionarios que los asesore, que les dé oportunidad de escolarización al nivel que corresponda, pero no se me queden aquí nada más de atenidos a seguir recibiéndolo. Hay que hacer productivo ese recurso. No se los quito, pero a producir.

En una reunión con exgobernadores de varios estados, donde se analizó el proceso electoral 2024

MAÑANA, EN LA SEGUNDA PARTE DE ESTE “CONFESIONARIO”, ENRIQUE BURGOS HABLA DE SU AMOR POR LA MÚSICA SINFÓNICA, DE SUS SUEÑOS DE CONVERTIRSE EN UN GRAN DIRECTOR DE ORQUESTA, ASÍ COMO DE SU PASIÓN POR LOS LIBROS DE HISTORIA Y DEL SUFRIMIENTO QUE LE PROVOCAN LAS “VAPULEADAS” CHIVAS DEL GUADALAJARA.

CONOCE MÁS:

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “EN EL CONFESIONARIO” DE LALUPA.MX

https://lalupa.mx/category/historias-que-cuentan/la-entrevista/en-el-confesionario/

(Visited 864 times, 1 visits today)
Last modified: 31 octubre, 2023
Cerrar