El pasado domingo 6 de junio, se llevaron a cabo elecciones intermedias que fueron una prueba crucial para la popularidad del presidente y su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hay, sin embargo, otro aspecto que acaparó este proceso electoral: Los altos niveles de violencia política. El pasado proceso electoral fue el segundo más violento desde el 2000. Más de 80 candidatos fueron asesinados.
La inseguridad ha sido un problema constante durante la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Lo que debería ser particularmente preocupante es la prevalencia de la violencia política. La violencia política representa un ataque directo a la democracia misma, que también compromete la independencia, la autonomía y la integridad de quienes están actualmente en el poder y de quienes compiten por posiciones de poder. Afecta a la democracia también porque la violencia política ofrece una vía para que los candidatos obtengan el poder por medios violentos contra la oposición, y esto también permite que el crimen organizado se infiltre en el aparato estatal.
La violencia política es un fenómeno que lastima a todos los ciudadanos y actores de una democracia. Representa un caldo de cultivo para el autoritarismo y la impunidad en todos los niveles de gobierno. Esto limita las libertades y los derechos de la ciudadanía y otros actores, ya que extingue cualquier forma de convivencia democrática entre quienes actualmente ostentan el poder político y quienes aspiran a alcanzarlo. La violencia política también obstruye el desarrollo de la democracia, ya que desacredita a cualquiera con opiniones críticas hacia los que están en el poder. Esto es preocupante si tenemos en cuenta que el 49% de los asesinados pertenecen a partidos de oposición.
Este aumento de la violencia política también ha puesto de relieve la incapacidad de AMLO para frenar el crimen organizado y la violencia relacionada.
El asesinato de candidatos es sólo la punta del iceberg. Los grupos delictivos organizados también se han infiltrado en la política mediante la financiación de campañas políticas. La mayor parte de la violencia electoral y política tiende a ocurrir en los niveles municipales, donde es más fácil para los grupos criminales ejercer más presión e influencia con la esperanza de obtener protección y perpetuar la impunidad o asegurar el control de las rutas del narcotráfico. Esto debería ser especialmente preocupante cuando existe un control gubernamental demasiado estrecho en ciertas áreas del país y existe un riesgo grave de erosión estatal a nivel municipal en varios estados.