Periodismo puro. Crónica testimonial de los avatares del desempeño periodístico bajo el mando de quienes ignoran todo de esa labor y su cálculo es el de las ganancias. Poseer un medio informativo como trampolín de acceso al poder y ejercerlo a capricho. Las exigentes veleidades del hijo del dueño de un importante medio informativo. Los divos y divismos de algún “minor”. ¡Ah esos “godín”, tan obedientes! Los pequeños detalles y por donde el diablo se pasea en redacciones de periódicos, también. Golpes bajos, traiciones, usos de unos para asestar golpes laborales a los otros. Imposturas ideológicas. Hablar desde la izquierda, pero ser servil frente al “gobierno represor”, porque un jugoso contrato de publicidad bien valen estirar la mano derecha.
Eso y más guarda en sus páginas de ágil relato el libro Con olor a tinta, de José Antonio Gurrea, recién publicado por Trajín, y de venta en Amazon, Claro Shop y Mercado Libre, así como en El Sótano y Gandhi.
Con olor a tinta es también un compendio de historias del periodismo de investigación, el periodismo de a pie, el que va al corazón de la noticia, a “Las entrañas del monstruo”. El periodismo que registra la violencia y palpa el pulso de las víctimas de esta. El periodismo que recoge nombres, rostros de la migración, causas y el dolor de ser obligados a dejar su terruño y su esperanza de volver; pero mientras tanto, qué difícil integrarse a la nueva realidad entre aquellos “spanglish” que ya no se reconocen ni de aquí ni de allá. Intento de integración, rechazo. La esperanza por volver se torna distante, hasta desdibujarse y perderse en el horizonte o morir con la voz rota, ya con la desesperanza de saber perdida la batalla por la justicia que nunca llegó. José Alfredo Holguín un nombre, un rostro, una vida, un drama que no debiera sernos ajenos ni su nombre olvidados porque en el suyo se sintetiza el de miles más.
Con olor a tinta, el periodismo del encuentro con el otro, con el anciano octogenario, don Agustín Alarcón y su resistencia a quitarse la coraza de la desconfianza, harto, traicionada por quienes lo han timado, lucrando con su dolor. Abuso tras abuso de aquellos que se han acercado a él so pretexto de tener buenas intenciones para ayudarlo y lo han abandonado en el yermo paraje geográfico y en el de su alma lastimada. El reportero, José Antonio Gurrea, Myrna y Josué, su pareja, logran romper la comprensible resistencia de don Agustín, quien les cuenta la historia que le ha roto la vida futura: el joven nieto asesinado en aquella masacre en Loma Blanca, luego de un encuentro de beisbol (Valle de Juárez, Chihuahua)
Con olor a tinta y un pasaje de “Zona narca”, donde Gurrea es testigo de un hecho fortuito en un restaurante “típico mexicano” ubicado en la colonia más brava de Nogales, Sonora, conocida como zona narca. Ahí, el protagonista, quien bebe Buchanan´s 18 en un vaso largo y con refresco de manzana, acude a una cita “romántica” con su nueva conquista, y…
Se trata de un relato bien descrito del ambiente del lugar, del personaje y situación y que va más allá de la anécdota del lío de faldas, para pasar a lo hilarante. Un retrato social del México bronco.
Una a una, la narrativa periodística del reportero experimentado que da cuenta de hechos que fueron presenciados y que él documenta con la fuerza de la tinta del periodista agudo. Un paisaje de la cultura que nos ha formado y de las pasiones que mueven a la condición humana. El desaseo e indolencia de los gobiernos de ayer y hoy. La lectura de estas historias son el reflejo más fidedigno de la realidad que agobia y que dejaron crecer.
Con olor a tinta y su crónica de UdeG: el otro suicidio en que registra el ascenso a la Rectoría de esa institución de Carlos Briseño Torres y sus encontronazos con Raúl Padilla López “el controvertido, poderoso y temido personaje que desde hacía décadas ejercía el férreo control, no sólo de la UdeG, sino también de la vida política y cultural del estado de Jalisco…” y luego los homenajes. Las caraduras o cachazas, las imposturas y “aquí no ha pasado nada”…
Apenas una muestra y breve síntesis de algunos del total de los 17 relatos en cerca de 120 páginas bien contadas que guarda el libro Con olor a tinta y que al igual que Otredad, y del que escribí una breve reseña que fue publicada en su momento y que aquí comparto, dan cuenta del gran oficio y compromiso del autor con el periodismo.
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