El miércoles pasado se hizo viral en las redes sociales un diálogo peculiar. El hace poco premiado por el Senado de la República por su labor periodística Carlos Pozos, mejor conocido como “Lord Molécula” (sobrenombre que recibió —y aceptó gustoso— después de plantear una muy curiosa pregunta al entonces director de Pemex: —¿Cuál es el punto de ignición de la molécula?— cuando su comparecencia en una de las primeras “conferencias mañaneras” de AMLO), hizo —muy amablemente, como siempre y después de regalarle un juego de dominó por la Navidad— una pregunta al presidente de la república:
LM: —“Diciembre es el mes del año en que se hace posible lo imposible y, como desde el primer día de su administración, le recuerdo que el primer año también le regalé un dominó —de los Beatles—, mi pregunta sería: tal como Adolfo Ruiz Cortines permitió a su compadre jugar dominó con él, ¿me permitiría ahora en su retiro, allá en Palenque, echarme una manita de dominó?”.
La respuesta del presidente fue también amable, aunque muy clara:
—“Fíjese bien que, este, no, qué bien que me preguntas, es muy bueno, este, eh… una vez que yo entregue la banda ya me jubilo y… no voy a atender… a nadie… siempre, siempre, este… voy a recordar a todos con amor siempre, con mucho cariño, pero yo ya no voy a tener ninguna relación… más que la familiar… y eso con la advertencia a mis hijos de que no hablemos de política”.
En pocas palabras, el presidente respondió al pobre Lord Molécula: “¡Olvídalo, no te quiero tener cerca! “¡Ni a ti ni a nadie!”.
Aunque al día siguiente AMLO matizó su dicho, ya no pudo borrar lo que todos apreciamos: el profundo desprecio que siente por aquellos que le han servido como comparsas en este sexenio y a los cuales no dudará en abandonar tan pronto deje el cargo.
Esto es algo de lo que deberían tomar nota sus seguidores fieles. Es cierto que, en estos años, los ha llenado de premios y reconocido su “90 % de lealtad y 10 % de capacidad”, los ha alabado como el “pueblo bueno”, como los que lo acompañan en su lucha contra el neoliberalismo, los conservadores, la “derecha” y “la mafia del poder”.
Este fenómeno, el del desprecio de los poderosos por sus comparsas, lo conocemos bien, es descrito en la famosa “dialéctica del amo y el esclavo” planteada por GWF Hegel en el apartado A del Capítulo IV (Herrschaft und Knechtschaft) de la Fenomenología del espíritu.
En tal capítulo, Hegel escribe sobre lo que ocurre cuando dos autoconciencias se encuentran y luchan por el reconocimiento. En tal batalla, indica Hegel, una autoconciencia es capaz de arriesgar la vida para obtener tal reconocimiento y la otra no. La primera, en consecuencia, se hace dominante y queda como amo (Herr), la otra se somete y a la par que reconoce al amo es esclavizada (Knecht). Como consecuencia de tal enfrentamiento, tendríamos entonces a alguien que debería sentirse muy complacido por haber sido reconocido —el amo— pero no es así. El amo queda profundamente frustrado. ¿La razón? Porque el reconocimiento que obtuvo proviene de un degradado esclavo, se trata de un reconocimiento “unilateral y desigual”[1].
AMLO no valoró la dedicación y reconocimiento —hasta, podríamos decir, el amor— de Lord Molécula porque se encuentra en posición de amo. Y para un amo sólo hay dos tipos de “otros”: los despreciables enemigos —sus contrincantes— y los despreciables seguidores —sus esclavos, los “solovinos”, esos que “no tienen el derecho de cambiar ni una coma” de sus inefables designios—.
De la misma manera que a Lord Molécula, a los otros “seguidores fieles”, que ahora reúne, los abandonará. Todos los que permitieron que el tesoro del país se destinara a proyectos absurdos, o dicho de manera no eufemística, que se robara, todos los que aceptaron actos corruptos por amor o por obediencia, serán los únicos responsables. AMLO ya no estará ahí ni para dar la cara ni para defenderlos.
La administración de AMLO, después de un inicio espectacular —pues eligió a muchos grandes mexicanos en su gabinete inicial, aunque son ya muy pocos los grandes que todavía lo acompañan— logró lo impensable: bajar aún más el techo cultural que tenía la clase política mexicana. En nuestros días, hay sesiones del Congreso y el Senado cuando el mayoriteo es ley, y contamos con gobernadores a quienes los reporteros prefieren preguntarles sobre futbol, pues saben que sería vano preguntar sobre la situación del estado a su cargo.
Como AMLO nunca se convirtió en el “presidente de todos los mexicanos”, pues siempre siguió siendo el líder tras bambalinas de su partido, no pudo gobernar sino de manera facciosa. Su administración instaló el gobierno de la venganza y, todavía ahora, casi al final de su sexenio, se permite culpar a las administraciones anteriores por la pobreza, inseguridad, retraso y demás problemas nacionales.
AMLO no sólo convirtió en vergonzosos “floreros” a los senadores y diputados de su partido, también permitió que vastas regiones del país fuesen dominadas por el narco, ocasionando una inseguridad aún peor que la vivida cuando los infames regímenes de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Así como AMLO quedará para la historia como un fallido mesías tropical, Lord Molécula quedará, en los anales de la historia, como el ejemplo del periodista rastrero, subordinado al poder e incapaz de realizar la menor crítica… aunque, eso sí, profundamente enamorado.
Cuernavaca, Morelos, 30 de diciembre de 2023.
[1] Es ist dadurch ein einseitiges und ungleiches Anerkennen entstanden, en Hegel, GWF, Phänomenologie des Geistes, Frankfurt: Suhrkamp, 1970, p. 152.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “ECOSOFÍA”, LA COLUMNA DE LUIS TAMAYO PARA LALUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/luis-tamayo-perez-ecosofia/
Extraordinariamente bien notado que el gabinete se compusiera de especialistas en las ramas de la administración pública, pudo ser un gran sexenio y es otro más donde el mexicano oportunista abusa, el delincuente invade como bárbaro las esferas ajenas el crimen transa y amenaza y el resto hacemos lo que podemos para no ser arrollados por tanta sinrazón, suena a genuflexion aceptada, poner la rodilla en el piso para que el tirano diga ordenando arbitrariedades a diestra y siniestra, pobre México carente de autoanálisis con la peor gente en puestos importantes, como se atreven a aceptar asuntos para los que no están capacitados y es evidente su robo y abusos. ¿Hasta cuándo tendremos un país saqueable impunemente?
Excelente análisis
La historia lo llamará por con juego de palabras “amlo =malo”,
No, malísimo, Rate.. incompe… corrupt…
Y demás infames y muy merecidos adjetivos
Ojalá y pague él, y el resto de sus allegados y séquito sus fechorías, y ojalá dejemos de esperar mesías tropicales o de dónde vengan y aprendamos a exigir resultados y respuestas