Este lunes México amaneció con la buena noticia de que el cohete Vulcan Centaur de la United Launch Alliance había realizado un despegue exitoso desde la Estación de la Fuerza Espacial ubicada en las instalaciones de Cabo Cañaveral, Florida, de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio estadounidense, la NASA, por National Aeronautics and Space Administration. Esta misión, denominada Peregrine I, llevaría por primera vez desde 1972 a una nave de la Unión Americana a posarse sobre suelo selenita, pero para los mexicanos lo importante era que grabaría el nombre de México junto al del selecto grupo de naciones que han logrado posar algún artefacto en el satélite natural de nuestro planeta.
El módulo lunar Peregrine l sirve de vehículo al denominado Proyecto Colmena desarrollado por el Laboratorio de Instrumentación Espacial del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México. Consiste en una serie de experimentos que serían llevados a cabo por un conjunto de cinco micro robots, como se conoce a este tipo de artefactos automatizados de dimensiones menores. En este caso los micro robots del Proyecto Colmena pesan cada uno unos 60 gramos y tienen dimensiones de unos 12 centímetros de diámetro. Equipados con procesadores y detectores diversos, estos micro robots podrían desplazarse sobre el regolito gracias a sus ruedas y adquirir información valiosa, principalmente acerca de la geología lunar. Lamentablemente, luego de unas pocas horas de viaje el módulo presentó fallas que le llevaron a comprometer gran parte del combustible que debía permitirle completar el trayecto hasta su destino. A pesar de que la NASA y la compañía Astrobotic hacen esfuerzos sobrehumanos por rescatar la misión, es altamente probable que Peregrine I fracase y con ella también el Proyecto Colmena.
No deja de infundir pena el que el primer esfuerzo mexicano de esta magnitud vaya a quedar flotando en el espacio, pero se debe tener presente que en la historia de la exploración espacial los intentos fallidos superan con creces a las misiones exitosas. Lo importante es perseverar y no sucumbir ante el primer revés, por lo que este contratiempo debería servir como acicate para que las instituciones y dependencias involucradas tanto técnica como financieramente en el desarrollo del Proyecto Colmena, insistan en su objetivo de convertir tarde o temprano a México en una nación espacial; una etiqueta que, conforme a la importancia de nuestro país en el concierto mundial, debería haber alcanzado desde hace varias décadas.
Por otra parte, resulta oportuno recordar que el desarrollo del Proyecto Colmena fue posible gracias a la inyección de recursos públicos concurrentes de la Agencia Espacial Mexicana, el sucesor del Consejo Nacional Ciencia y Tecnología (Conacyt), el gobierno de Hidalgo y la propia casa de estudios. Esto es importante porque nos demuestra que la colaboración entre distintos niveles de gobierno, entidades públicas e instituciones es posible en México y constituye un mecanismo eficiente para la realización de proyectos científicos y tecnológicos. Esta experiencia, exitosa en este sentido, debería ser recogida por las entidades gubernamentales para refinar los mecanismos de financiamiento hacia la ciencia y la tecnología y, en lugar de atomizar los recursos, promover la colaboración amplia alrededor de proyectos científicos y tecnológicos específicos.
Adicionalmente, conviene recordar que hace algunos años, ya en su cargo actual, la directora general del otrora Conacyt calificó a la llegada del humano a la Luna como uno de los logros tecnológicos más inútiles de la historia. Con este antecedente, además de todas las muestras de desprecio por el conocimiento científico y los desarrollos de la tecnología moderna, como sus ataques contra los organismos genéticamente modificados, resulta muy tranquilizante el que el Proyecto Colmena haya recibido recursos públicos de esa dependencia. Esto sugiere que la funcionaria ha tenido el tiempo para reflexionar acerca de sus desafortunadas opiniones respecto de la exploración del espacio. ¡Enhorabuena!
Lo anterior, dicho sin aberraciones.