Desde la traición a los principios de la Revolución mexicana de “sufragio efectivo, no reelección” que tantos muertos nos costó, estoy en contra de la reelección en general y de los legisladores en particular, sobre todo los plurinominales, sin más mérito que levantar el dedo cuando se los ordena “su partido”. A cambio, cobran oportunamente, sin leer las iniciativas que votarán, ni promover alguna propia en beneficio de la comunidad que supuestamente representan, y así hacen carrera aspirando a repetir en el mismo cargo o en busca de otro mejor. Ejemplos de este tipo de fraudes legislativos sobran en el sexenio que está por culminar y abarca a todos los partidos, sin excepción.
Esto no es nuevo, pero se incrementó duramente ahora que se permite la reelección abusiva (antes lo hacían de forma disfrazada) y, por esto, al final del sexenio siempre se le ha conocido como tiempo de chapulines: los diputados federales pasaban a diputaciones locales o al Senado, y viceversa; siempre en busca de puesto y salario, y nunca en beneficio de los que dicen representar. Pongamos como ejemplo lo que ha pasado con los legisladores en materia de cultura de las legislaturas LXV y LXVI, que está a punto de concluir.
El actor Sergio Mayer, diputado de la Legislatura LXV por parte de Morena (2018-2021), fue presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía (CCyC). En su periodo convocó a un teórico “parlamento abierto”[1] para impulsar la reforma de la Ley Federal de Cinematografía (LFC). Sin embargo, atendía más las propuestas entreguistas de las grandes corporaciones nacionales y trasnacionales que a los representantes de la comunidad fílmica mexicana, que buscaban el mejoramiento de nuestro cine, de acuerdo con el capítulo uno de la Constitución. Afortunadamente, su iniciativa se quedó congelada, ya que hubiera dañado mucho al cine mexicano. Impulsó, también, con Bancomext, un estímulo a la creación cinematográfica tan mal planeado que nunca fue utilizado y desapareció al retirar los recursos la Secretaría de Hacienda.
Como se puede desprender de lo anterior, es el problema de “hacer sin saber”, ni estar comprometido con los “principios de su partido”. En su gestión nada hizo para defender el presupuesto de la cultura y el cine, fueron tres años de recortes. Sólo quiso ser presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía por la administración de los recursos etiquetados que tanto sirvió en sus inicios para la democratización de los recursos culturales, pero que por los malos actuares de muchos diputados se convirtió en nicho de corrupción. Hay ejemplos como el de la expresidenta panista de la CCyC Margarita Saldaña (LXIV Legislatura), que primero eliminó la supervisión de los representantes de la comunidad cultural y después se sirvió con la cuchara grande. Como ella, existieron muchos diputados más; negocio que, afortunadamente, les echó a perder AMLO, al cancelarlos de forma abrupta al inicio de su sexenio. Dentro de la CCyC, destacó la participación del diputado y escritor Hirepan Maya, que representó a la 4T por el estado de Michoacán. Sus gestiones lograron evitar las malas prácticas de Mayer y logró frenar, de la mano de la comunidad fílmica, la iniciativa de recorte y transformación del estímulo establecido en el artículo 189 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta (LISR), presentada por la morenista del estado de Hidalgo diputada Simey Olvera, que pretendía reducir a una cuarta parte el apoyo a la producción y distribución del cine mexicano. Esta iniciativa fue frenada oportunamente y el 189 de la ley del ISR sigue siendo la pieza fundamental del apoyo a la libertad de expresión fílmica mexicana, en cumplimiento a lo establecido en la Constitución y los tratados internacionales en la materia.
Después de que AMLO presentó la Ley de Austeridad Republicana y nos sorprendió en el 2020 con su proyecto de extinción de los fideicomisos fílmicos, entre muchos otros, para, según él, no duplicar funciones administrativas, se procedió a la extinción del Foprocine, prometiendo la titular del Imcine absorber todas sus funciones a través de una reforma del Fidecine. Sergio Mayer, a solicitud de la comunidad fílmica, se comprometió a defender los fideicomisos del cine, de manera conjunta con Mario Delgado. Ellos terminaron cediendo a los caprichos de AMLO, traicionando a los cineastas. A su salida de la Legislatura, Sergio Mayer aspiró a sustituir a Alejandra Frausto en la Secretaría de Cultura, afortunadamente no prosperó. Actualmente se le ha visto en varios actos de campaña de Morena buscando posicionarse para el 2024 con Claudia Sheinbaum, sin representar las aspiraciones de Morena y mucho menos de la comunidad artística mexicana.
En el periodo de la Legislatura LXVI, a Sergio Mayer lo sustituyó en el cargo el diputado Carlos Ortiz Tejada, cineasta de larga trayectoria y promotor de la cultura, expriista convertido en morenista y viejo lobo de mar. En su gestión ha recibido dos iniciativas de reforma a la LFC que no han prosperado ni pasado a dictamen, porque las consideró mal redactadas. Por resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), ahora tendrá que reformar la ley para garantizar los apoyos a la producción, y deberá de evitar los retrocesos antidemocráticos. A su decir, “hasta el momento no ha recibido la versión definitiva del Poder Ejecutivo” y por esto no ha convocado a parlamento abierto para su discusión pública. Por lo anterior, la cuarta transformación ya está en falta ante el mandato de la SCJN. Esperemos que cumplan en el próximo y último periodo. ¡Como diría AMLO, no les vengan con que la ley es la ley!
La senadora oaxaqueña por Morena Susana Harp, recientemente integrada al equipo Diálogos por la Transformación para el Proyecto de Nación de 2024-2030 por la aspirante a la presidencia Dra. Claudia Sheimbaum, será la responsable de establecer diálogos con el sector cultural, para fortalecer e integrar aportes al proyecto de nación que se propondrá para continuar con “la transformación de México”. Esperemos que cumpla con las expectativas, ya que, como senadora, en sus seis años poco hizo por atender al cine. Afortunadamente, apoyó a la comunidad fílmica cuando se le solicitaron cambios para las industrias culturales al momento de la renegociación del T-MEC por parte de la 4T. Desgraciadamente, su apoyo fue infructuoso de la mano de Martí Batres y dos senadoras más, ante las órdenes de aprobación total dadas por el presidente. Hasta el momento, como lo han hecho casi todos los legisladores, no ha informado nada sobre su quehacer camaral en cinco años de actividad.
Cuando el senador Monreal encabezó la propuesta de reforma a la LFC, la senadora Harp presentó un anteproyecto de reforma a la ley de cinematografía, mismo que fue anulado por el presidente de la Junta de Coordinación Política. El senador Monreal aceptó cabildear el proyecto de reforma presentado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), pensando en incrementar su popularidad y así consolidar su aspiración presidencial. Cuando empezó a recibir presiones en contra por parte de las transnacionales estadounidenses (MPAA), la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) y el PRIAN, desistió y terminó decepcionando a la comunidad.
Lejanos parecen los tiempos cuando, en la LVII Legislatura, los diputados María Rojo y Javier Corral, estos sí comprometidos con nuestro cine, lograron la reforma a la ley de cine del 99, lo que permitió el renacer de nuestra cinematografía. Además, Javier Corral impulsó y coadyuvó a la creación de diversos mecanismos que apuntalaron la reactivación del cine mexicano en las primeras décadas del siglo XXI, como fue el Eficine, entre otros. También impulsó importantes reformas a la Ley de TV y Telecomunicaciones. Por esto, no nos extraña que su reciente incorporación al equipo de Claudia Sheinbaum haya generado tanta irritación y una campaña de odio entre los panistas, priistas y empresarios afectados.
Preocupan más los chapulineos priistas que buscan protección y puestos, que vienen a desplazar a los cuadros morenistas, tal y como sucedió con AMLO. Políticos que tiempo después traicionarán los principios morenistas, tal y como sucedió con Lilly Téllez y Germán Martínez, entre muchos otros.
Conclusión
Hoy suena y resuena que diputados con dos reelecciones plurinominales se convertirán en senadores o nuevamente en diputados, sin mayor mérito que obedecer. Por ejemplo, el caso de la diputada morenista del estado de Hidalgo que atentó contra el cine en su primer periodo. ¿Qué le espera a nuestro cine con su tercer puesto legislativo?
Antes de pensar en repetir, el partido debería de obligarlos a rendir cuentas ante la sociedad y que su actuación estuviera bajo el escrutinio público, tal y como lo dicta la ley. Y si en su desempeño no lograron el mínimo requerido, se busquen personajes más idóneos, que talento en nuestro país sobra.
En su oportunidad, para justificar la reelección, nos dijeron que los ciudadanos podíamos votar o no sobre su reelección de acuerdo con su desempeño, pero en la realidad esto no es cierto ni posible. Para empezar, vean el caso de los plurinominales, que entran por una cuota y no por elección directa de una comunidad. Evitemos el ostracismo de los órganos del gobierno con las repeticiones ad perpetuam. Démosle entrada a los jóvenes y a la renovación.
No avalamos el fraude legislativo que está anquilosando al Congreso de la Unión, que no permite la circulación de nuevos cuadros y repite los errores una y otra vez, traicionando los principios de la Revolución mexicana de “sufragio efectivo, no reelección”, que tantos muertos nos costó. ¡Aprendamos de la historia![2]
[1] El parlamento abierto no está debidamente legislado, ni sus resultados son vinculantes. En realidad son consultas públicas.
[2] El Instituto Nacional Electoral reporta que 88 senadores de 128 y 467 diputados federales de 500 buscan reelegirse en el próximo Proceso Electoral Federal.
Víctor Ugalde es presidente del Observatorio Público Cinematográfico