¡Feliz Día del Padre!; nuevamente les quiero compartir una columna dedicada a todos los papás que nos han acompañado en todas las facetas de nuestras vidas; sobre todo a estos padres que ya no se encuentran con nosotros de manera física, pero que claramente siempre estarán en nuestros corazones.
Dedico este texto a mi abuelito Luis.
Andrea Sosa
No necesariamente un padre tiene que ser una persona de autoridad que, por vínculos biológicos tienes que querer, amar y adorar toda la vida; claro que la mayoría de las personas han sido bendecidas por este ello; sin embargo, un padre puede ser un amigo, hermano, tío, primo, abuelo, etc.
Más sea quien sea la persona paterna, un padre siempre será el que te enseñe algo de valor por el resto de tu vida; desde una receta que con el tiempo se volverá herencia familia; cómo cambiar la llanta del coche; quitarte el bigote o la barba; bailar cumbias, salsas, payaso de rodeo, o simplemente dar vueltas por la casa; jugar algún deporte; disfrutar el tiempo con juguetes, gises, o cosas random; hasta valores que tendrás en tu alma por el resto de tu vida.
Así mismo un padre nunca te juzgará de una manera cruel; al contrario, siempre buscará una forma de guiarte por el camino que a ellos les parece correcto, claro que se arriesga a haber miles de sube y bajas, pero en el transcurso de esto, ambos aprenderán uno del otro.
Lo más importante es que un padre no sabe en qué momento se vuelve padre, y nosotros como hijos nunca nos dimos cuenta en qué momento estos seres tan bondadosos y llenos de una magia misteriosa se volvieron tan incondicionales en nuestras vidas; quizá fue el abrazo que se dieron el día de tu boda, la promesa que te cumplió cuando eras pequeño, ese helado con una plática profunda, un abrazo cuando tienes el corazón hecho trizas, una palabra, una mirada o una acción; sea como sea ellos están tan tatuados en nuestra piel que ni se nos viene por la cabeza que nadie es para siempre.
Y de repente esa persona ya no está para darnos un abrazo o una plática más, ya no esta para gritar, reír, o llorar contigo; y todos esos momentos del pasado los guardamos en recuerdos convertidos en latidos que según muchos están vacíos; la verdad, es que esos latidos están más llenos de amor que nunca.
Cuando un padre falta, empieza a aparecer en todos lados; en la receta familiar al momento de la comida, las risas con la familia, los bailes con los amigos, en esa canción que para ambos es especial, en los que te rodean y te quieren; pero lo más hermoso, es que esa persona, ese padre o ese papá siempre se encontrará en tu corazón.
Feliz Día del Padre a todas esas figuras paternas que ya no están.
“Yo todas las noches siempre pienso en ti, hija” (Luis Rosas)
