INTRODUCCIÓN
La República Democrática del Congo (RDC) es un país ubicado en el corazón de África, con una extensión territorial de 2,345,000 km² y una población aproximada de 86 millones de personas. Colinda con Ruanda, Uganda, Angola, República Centroafricana, Burundi, Zambia y Tanzania (Banco Mundial, División de Población de las Naciones Unidas. Perspectivas de la población mundial, 2019).
A lo largo de la historia del Congo se han presentado una variedad de conflictos internos que han conducido al país a la inestabilidad actual. Estos escenarios surgen desde los años 60 cuando inician los procesos de descolonización en la región en pleno desarrollo de la Guerra Fría, resultando en una pugna por el poder, que Mobutu Sese Seko finalmente conseguiría. La administración de Sese Seko se caracterizaría por un constante ataque a la disidencia y la división interna, en la que la acumulación de riquezas en pocos individuos, resultado de la minería, sería la norma.
Años más tarde, iniciaría la Primera Guerra del Congo, donde las guerrillas de la Alianzas de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDL) (lideradas por Laurent Kabila) junto con Ruanda y Uganda se enfrentarían al gobierno de Sese Seko, que contaba con el apoyo de potencias extranjeras. La Segunda Guerra del Congo ocurriría en 1998, cuando Kabila (siendo ya presidente) decidió expulsar del país a Uganda y Ruanda, lo que causó un conflicto entre los antiguos aliados, quienes buscarían zonas sin presencia congoleña para influir y controlar todo a su paso, incluyendo los recursos estratégicos, como el coltán.
En este trabajo se hará un pequeño recorrido por la historiografía congoleña para entender el contexto actual de la región. Además, se hará un análisis con ayuda de diferentes variables como la migración, las redes transnacionales y la colonización, pero sobre todo de la relevancia del coltán como recurso geoestratégico y sus consecuencias en la inestabilidad actual del país al intervenir actores no sólo regionales, sino internacionales.
Por lo tanto, con los aspectos anteriormente mencionados, el estudio central de este trabajo es analizar los factores geopolíticos que han desestabilizado a la RDC para responder a nuestra pregunta de investigación: ¿Qué repercusiones tuvo la colonización en la inestabilidad política en el Estado de la RDC y cómo dio pasó a la aparición de grupos armados y a la intervención extranjera de los actores no estatales?
ANTECEDENTES: PERIODO COLONIAL EN REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
Para hablar de los conflictos actuales en la RDC como la inestabilidad política, la pobreza, el abuso de los recursos naturales, las latentes guerrillas y grupos armados, debemos entender que los problemas de este país yacen en gran parte desde el periodo colonial.
Este último se impuso en el Congo desde 1908 hasta 1960 por el Reino de Bélgica, liderado por Leopoldo II, después de la repartición de África en la Conferencia de Berlín de 1885. Durante este periodo, los belgas llevaron a cabo grandes atrocidades y violaciones a los derechos humanos de los congoleños, a la vez que explotaban y comerciaban con los recursos minerales. Diversos autores han denominado la guerra del Congo como el segundo suceso más inhumano seguido de la SGM. De acuerdo con Cervera (2014, p.88) “ninguna nación del globo como la República Democrática del Congo (…) se ha visto engullida por una contienda bélica tan devastadora y mortífera”.
Con la propagación del nacionalismo africano y la presión de los agentes internacionales, las ideas de autodeterminación de los pueblos y la no injerencia tomaron fuerza en la RDC, celebrando sus primeras elecciones en 1959. La victoria la obtuvo el Movimiento Nacional Congoleño en 1960 con Patrice Lumumba como primer ministro y Joseph Kasavubu como presidente.
Sin embargo, la estabilidad del país estaba lejos de ser alcanzada, pues de inmediato comenzaron a alzarse sublevaciones armadas apoyadas por los antiguos colonizadores belgas, de la mano con territorios como Katanga. Cabe resaltar que Lumumba rechazaba las prácticas imperialistas y occidentales, por lo que no fue sorpresa que las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad (junto con Estados Unidos de América) le negaran el apoyo para intervenir en la región hasta 1961, después de su asesinato (Cervera 2014).
PRIMERA Y SEGUNDA GUERRA DEL CONGO
Nos adentramos después en la década de los 90 con un periodo autoritario y unipartidista bajo el mandato de Sese Seko, inmerso en un sistema neopatrimonial durante la Primera Guerra del Congo. En 1996 cientos de refugiados de Ruanda y Burundi (gran parte por el genocidio de 1994) ingresaron al Congo, incluidos un grupo minoritario de ambos países: los tutsis banyamulenge. Ese mismo año con ayuda de la AFDL, el líder Lauren-Désiré Kabila desterró a Sese Seko y se declara presidente. Un año más tarde, en julio de 1997, Kabila perdió a sus aliados Ruanda, Uganda, Zimbabue, Angola, entre otros, comenzando disputas y produciendo enfrentamientos, iniciando la devastadora Segunda Guerra del Congo (González, 2020).
Después del asesinato de Laurent Kabila en 2001, tomó el mando su hijo Joseph Kabila, quien intentó afianzar las relaciones para abrir el diálogo y cesar el fuego, incluso firmó el acuerdo de Pretoria con Sudáfrica en 2002 y los Acuerdos de Lusaka, que al mismo tiempo exigían el exilio de las tropas extranjeras. Aun así, los conflictos en la RDC no han hecho más que continuar en una disputa constante por los recursos minerales de la zona y la apropiación del coltán, las tensiones étnicas y la injerencia extranjera por países como Ruanda con las fuerzas del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, financiadas y respaldadas por Estados Unidos de América (EUA) (Blanco, 2003).
Asimismo, mientras la población sufre las repercusiones del conflicto, cientos de compañías extranjeras han aprovechado el enfrentamiento para explotar y saquear los recursos naturales a través del mercado negro para obtener precios más bajos. Por ejemplo, se reveló el nombre de algunas empresas implicadas en el mercado ilegal del coltán, entre ellas se destacan las corporaciones estadounidenses: Cabot Corporation, Kemet Electronics y Speciality Metals Company, aunque también se incluye a empresas británicas, belgas, chinas, alemanas y ruandesas (Souto, 2020). En este contexto, los oficiales de las fuerzas armadas o los grupos rebeldes también saquean minerales como oro, plata, zinc, magnesio y, en especial, coltán, para luego venderlo a empresas e industrias en su mayoría europeas y estadounidenses, y de esta forma continuar financiando las guerrillas.
La complejidad del fenómeno en la RDC se vuelve más intensa mediante la aparición de nuevos actores internacionales con intereses sobre la región. Por ejemplo, aunque EUA se mantuvo aparentemente neutral en los primeros años del conflicto, después de apoyar la dictadura militar de Sese Seko, sí tuvo una importante participación estratégica para desestabilizar a Joseph Kabila, a pesar de haber tenido vínculos con él.
Con el claro y hostil objetivo de instaurar un sistema capitalista, mediante la celebración de nuevas elecciones en la RDC, EUA necesitaba una excusa para intervenir militarmente en el país y remover a Kabila del poder. Así que, aliado con Francia, mandó a entrenar a las tropas en la frontera de Ruanda y el Congo. A pesar de la injerencia extranjera y los intentos de las potencias occidentales, el conflicto nunca se resolvió y en el año 2002 en la región de Ituri, en el noroeste del país, “más de 50,000 personas murieron y medio millón huyeron debido a las luchas entre 1999 y 2003” (Amador, 2013, p. 73), siendo uno de los eventos más sangrientos de la guerra.
A partir de este momento, debido a la ineficiencia de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas para el Congo (MONUC), se decidió aumentar la fuerza con alrededor de 10,800 hombres. A esto se le añadió la Operación Artemis, liderada por Francia y el resto de la Unión Europea, adoptada el 12 de junio de 2003 y que, tal como lo explica Amador (2013, p. 78), fue un intento para “mejorar la situación humanitaria y pacificar la región”.
LA RDC Y EL COLTÁN
El tantalio, en su condición de recurso geoestratégico, se ha convertido en una especie de maldición para la RDC, país donde las disputas interregionales e internas por motivos políticos y étnicos pasaron a segundo plano para dar paso al terreno económico y geopolítico. Los intereses de actores nacionales, regionales e internacionales en el coltán han exacerbado y prolongado los conflictos internos del país. La primera y segunda guerras del Congo se vieron seriamente afectadas por la intervención de fuerzas extranjeras, donde la financiación de guerrillas, armamento y guerra en general fueron la norma.
Para entender la relevancia del tantalio es necesario entender el modelo de producción y consumo actual, donde la constante fabricación de teléfonos móviles, computadoras, televisores y demás dispositivos electrónicos han generado una alta demanda de este elemento. El metal tiene dos características fundamentales para dispositivos electrónicos: la resistencia a altas temperaturas y su calidad como excelente conductor de energía. La RDC, por surreal que suene, se ha visto condenada al poseer una de las más grandes reservas del codiciado mineral por la industria privada, quienes lo adquieren de manera legal o no, debido a la falta de jurisdicción y Estado de derecho en la región.
Pero esto no ha siempre ha sido así, a finales del siglo XIX Australia representaba el mayor productor de tantalio y en 1995 llegó a producir 75.6% de la producción global. La producción y movilización del tantalio se encontraban en su apogeo, alcanzando su tope en 2002 y su posterior declive hasta la crisis inmobiliaria del 2008, que hizo que su producción fuera menos del 10% (USGS, 2009).
El descubrimiento de grandes reservas de tantalio proveniente del coltán, aunado a su fácil procesamiento, hizo de la RDC una zona clave para los futuros años. La producción ha llegado hasta 110 toneladas métricas en el año 2013 (USGS, 2013) lo que es una mera estimación, ya que gran cantidad de la piedra minada ha sido excluida del proceso de conteo “oficial” al ser extraída y procesada por empresas no formales, o bien, por guerrillas junto a mineros sin contrato alguno que han hecho del coltán un medio de supervivencia, como lo explica González (2020):
Los trabajadores de estas minas suelen tratarse de desplazados, prisioneros de guerra, presos a los que se les ha prometido una reducción de condena o simples civiles, quienes dejan sus tierras y empleos en la ciudad para ganar más dinero en las minas (p.43).
Además, no hay que olvidar a los territorios vecinos como Uganda o Ruanda, que han movilizado cantidades considerables de coltán hacia sus territorios y las han hecho pasar como si hubieran sido extraídas en sus minas.
Por último, es necesario abordar las condiciones en las minas en la RDC, donde la ausencia de derechos laborales y humanos importan menos que la ganancia de terceros. La presencia de niños y mujeres embarazadas también es común en la zona del Kivu donde, por un sistema arcaico de extracción, los accidentes son una situación habitual para los trabajadores. El gobierno, por su parte, ha trabajado por clasificar a las minas entre rojas y verdes, las últimas hacen referencia a minas controladas por ellos y por ende cuentan con medidas de seguridad “decentes”, mientras que las rojas son controladas por grupos rebeldes.
LA INJERENCIA DE ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA Y DEMÁS POTENCIAS
Una extensa amalgama de intereses entra en conflicto en la región, donde la comercialización y extracción del coltán es disputada por grupos regionales, empresas multinacionales y Estados, como EUA, países europeos y, más recientemente, China. El país de las barras y las estrellas ha estado inmiscuido en los asuntos internos de la RDC desde el contexto de la Guerra Fría por intereses geopolíticos. Años más tarde, EUA se empeñaría en ponerle fin a la dictadura de Mobutu, como apunta Soto:
EEUU (…) ejerció presión en el plano económico, diplomático y militar, esto lo confirmó el embargo de armas aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU y por su renuencia a enviar una fuerza multinacional que salvara el régimen (2014, p. 176).
Por otra parte, en años recientes, EUA ha buscado nexos con los países vecinos en la RDC (principalmente con Ruanda) y grupos informales y fuera de la ley que han contribuido a la inestabilidad de la RDC, resultando así en explosiones de violencia recurrentes, además de un estado de desorden generalizado. Hay muchos factores que han llevado al Congo a la situación difícil actual, como lo son los remanentes de la colonización, la injerencia de potencias después de la independencia del territorio en la década de los sesenta, pero sobre todo ha sido la corrupción ubicua y la deficiencia del gobierno.
LA RELACIÓN RDC-RUANDA
Ruanda, por su parte, ha intervenido en igual o mayor medida que Uganda y EUA, con la financiación de grupos armados ilegales. Grupos como el M23 se han encargado de desestabilizar la región este de la RDC (ahí se encuentran las mayores reservas de coltán), donde el otorgamiento de equipamiento militar y el reclutamiento de niños es cada vez más común.
La nación ruandesa se posiciona hoy en día como uno de los grandes productores de coltán, a pesar de no tener las reservas ni la capacidad para procesarlo a esa escala. Sin embargo, los datos oficiales no muestran porcentajes exactos, debido a que la mayor parte del coltán se obtiene de manera ilegal. La demografía congoleña se ha visto afectada por la migración de los países vecinos, particularmente de la misma Ruanda, por las personas que se vieron obligadas a movilizarse tras el genocidio en 1994. Primero, los tutsis, quienes huían de la masacre en sus territorios, y después los hutus, quienes se vieron amenazados tras el ascenso de Kagame; estos últimos son los que se movilizarían hacia el Kivu y participarían tanto en los conflictos congoleños como en la explotación de coltán.
GRUPOS TRANSNACIONALES ILEGALES
El vínculo entre los grupos paramilitares y la extracción ilegal de recursos naturales, el tráfico de armas, los conflictos violentos, la violación de los derechos humanos y la destrucción medioambiental es más que evidente. Para explicar el surgimiento de grupos paramilitares en la RDC hay que pensar en lo siguiente: los recursos geoestratégicos suelen tener una gran demanda en todo el mundo y su posesión asegura un ingreso seguro, lo que provoca conflictos en la región por ser el acreedor de dichos recursos.
En muchas ocasiones, dicha región termina siendo ocupada por uno o más grupos paramilitares dispuestos a romper con la autoridad central: el Estado. En el caso de la RDC, al provenir de un reciente contexto colonial, se contaba con un sistema político frágil y recién instaurado, lo que hizo a la región aún más susceptible al surgimiento de grupos rebeldes.
Además, en la RDC, los señores de la guerra utilizan las viejas asperezas entre los grupos étnicos (autóctonos congoleños y tutsis banyamulenges) para impulsar sus propias causas. La articulación entre los intereses geoestratégicos, económicos y políticos de Ruanda y la instrumentalización de la violencia por medio de grupos armados ilegales han ayudado a consolidar su dominio territorial y administrativo en la región oriental de la RDC (Amador, 2013).
Los grupos armados más sobresalientes del conflicto son el Ejército del Pueblo Congoleño y la Unión Congoleña para la Democracia-Movimiento de Liberación (UCD-ML), por parte del gobierno congolés; la Unión Congoleña para la Democracia-Goma (UCD-Goma) y la Unión Congoleña para la Democracia-Nacional (UCD-N), por parte del gobierno ruandés. Como grupos guerrilleros autónomos encontramos a los Interahamwe, como la milicia hutu, y a los mayi-mayi y a las Fuerzas para la Defensa de la Democracia, como milicias congoleñas (Amnistía Internacional, 2003).
La instrumentalización de la violencia por parte de las redes de poder, que son las estructuras que direccionan y organizan el accionar de muchos de los grupos armados ilegales presentes en el país, les ha otorgado muchos logros económicos. Pero también han constituido la principal fuente de presión frente a la cual el gobierno de la RDC y la Comunidad Internacional han accedido a conceder espacios políticos de representación y participación a facciones alzadas en armas (Ramírez López, 2010).
Con el colapso estatal de la RDC durante el gobierno de Laurent-Désiré Kabila, la guerra se hizo mucho más redituable que la paz para todos los actores involucrados. El país quedó dividido virtualmente por señores de la guerra, o warlords (hombres de las viejas élites políticas favorecidos por el régimen neopatrimonial de Mobutu Sese Seko), quienes se encargaban de controlar los recursos minerales, a las personas y las rutas comerciales por medio de la violencia.
La instrumentalización de la violencia fue fundamental para establecer zonas de influencia para los warlords, quienes se han encargado de vender la materia prima sin ningún tipo de regularización y muchas veces su extracción roza en la línea de trabajos forzados, lo que abarata su precio en el mercado. Se vende a las transnacionales a cambio de grandes sumas de dinero, más financiamiento para sostener sus ejércitos paramilitares (Reyes, 2011).
La compleja y profunda relación entre transnacionales, grupos paramilitares y gobierno no solamente mantienen a la RDC en una economía de guerra, sino que es una problemática que abarca la zona de los Grandes Lagos (Congo, Uganda y Ruanda). David Keen declara sobre la economía de guerra (citado en Amador, 2013, p. 31):
La violencia sirve a una función económica, al mantener una economía de guerra que beneficia a ciertos grupos: funcionarios del gobierno, «señores de la guerra», combatientes, traficantes de armas, empresarios y comerciantes sin escrúpulos. (…) Los grupos que viven a costa de un recurso lucrativo tienen mayor interés en prolongar el conflicto que en zanjarlo, porque les permite mantener su posición privilegiada y confiere casi legitimidad a sus actos.
RECLUTAMIENTO DE INFANTES EN LOS GRUPOS PARAMILITARES
La RDC es de los países con más soldados infantes, los principales grupos armados que reclutaron niños y niñas fueron la milicia Kamuina Nsapu, Raia Mutomboki, el grupo Nyatura, la FRPI y la Unión de Patriotas por la Liberación del Congo (UPLC). Los infantes tienen en común que no estudian o abandonaron la escuela y que se encuentran viviendo en condiciones deplorables. Además, todos están unidos por un sentimiento nacionalista que les permitió oponerse a los tutsis ruandeses, los refugiados y a las milicias hutus presentes en la RDC desde 1994 (lo que agravó el reclutamiento de niños y niñas) (Batubenge, 2011).
En muchos casos, unirse a estos grupos armados resulta ser la única posibilidad para sobrevivir en una zona tan violenta, e incluso representa una forma de movilidad social para los infantes y sus familias, lo que explica que muchos infantes se unan de manera voluntaria. Una vez en las filas, reciben adoctrinamiento ideológico, capacitación para el uso de armas y drogas, por lo que muchas veces no se encuentran conscientes al cometer actos de violencia (Batubenge, 2011). Por ello, Amnistía Internacional declaró en el 2003:
Todas las iniciativas de desmovilización y rehabilitación, así como cualquier proceso de reconciliación tras el conflicto, deben abordar activamente las graves consecuencias psicológicas de la estancia de los menores en el ejército.
SITUACIÓN POLÍTICA ACTUAL
Además del impacto directo en las vidas humanas, el conflicto ha tenido repercusiones en la configuración del sistema político del país y en su economía. Por un lado, el expresidente Joseph Kabila (quien era visto como alguien que podría cambiar las cosas para el país) se convirtió en un líder autoritario. Desde su llegada a la presidencia creció la intervención extranjera, ha habido reformas en el sector minero, bancario y de telecomunicaciones (El País, 2019).
Sin embargo, no ha logrado beneficiar a la mayoría de su población. Su mandato debió acabar en el año 2016, pero se extendió por dos años con excusas como el brote del virus del ébola, irregularidades en la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI), el conflicto en el país, etcétera (Rojas, 2020).
Finalmente, después de intensas protestas, en 2018 se convocó a elecciones, en las cuales Félix Tshisekedi resultó ganador (siendo el menos favorito). Tshisekedi, un opositor moderado, permitiría al expresidente conservar su fortuna. Sin embargo, dichas elecciones no contaron con el apoyo internacional, pues se alegaba un fraude electoral (Rojas, 2020).
CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES
La devastadora serie de eventos que han sacudido a la RDC son un gran ejemplo de las repercusiones que tiene la injerencia extranjera sobre un país, más aún si esta injerencia va de la mano con intereses egoístas de otras naciones, como usualmente ocurre. Por esta razón, planteamos que la RDC se encuentra sumida en una economía de guerra, que ha sido implementada por una extensa red internacional ilegal (señores de la guerra y grupos rebeldes) que se encarga de hacer posible la extracción de recursos naturales demandados por empresas transnacionales.
Del mismo modo, la constante injerencia de empresas transnacionales y actores estatales contribuye al debilitamiento del Estado de derecho en el país y dificulta la gestión de un buen gobierno, por lo que, actualmente, el Estado se encuentra inmerso en la lucha por sus recursos minerales y no se ha enfocado en desarrollar una agricultura y un comercio fuerte y estable. Lo que, entre otras cosas, deja a su población carente de materia prima y la hace severamente dependiente de sus vendedores comerciales.
Los recientes descubrimientos de minas en Australia y Brasil sobre el procesamiento de tantalio podrían ser un arma de doble filo, ya que, por un lado, el mercado se abriría a más países, lo que pone a la RDC en una situación particularmente frágil, pues, como se mencionó anteriormente, todo su sistema económico descansa en ser el principal proveedor de tantalio. Por el otro, la apertura comercial de tantalio le daría la oportunidad para establecer un sistema de gobierno, enfocarse en más actividades comerciales, juzgar los crímenes cometidos, etc., pues ya no habría terceros actores obstaculizando el proceso (Carrizosa, 2019).
Dentro de los problemas sociales de los congoleños se encuentra la excesiva migración y los grandes flujos de refugiados que, sin duda, han contribuido a la generación de redes de trabajo informal y precariedad. Otro gran problema involucra la formación de redes transnacionales ilegales y grupos criminales, quienes se aprovechan de la inestabilidad política interna de la RDC, convirtiéndola en un caldo de cultivo para la segregación sistematizada, la xenofobia y la desigualdad.
Para concluir y contestar a nuestra pregunta de investigación, creemos que gran parte de la inestabilidad actual se debe a los remanentes de la colonización, sin embargo, enfatizamos que esta última no es la única razón. Consideramos que es un problema multivariable y multidimensional, donde la relación de distintos actores e intereses hacen del territorio una zona clave en el África Central.
Primero, podemos mencionar la repercusión que tienen los intereses de actores privados en el coltán, mineral que ha sido motivo de distintas disputas regionales entre grupos informales y el gobierno, lo que ha permeado en la inestabilidad de los habitantes y en el bienestar individual y colectivo.
En segundo lugar, tenemos que añadir los problemas de administración de la RDC, pues los gobiernos corruptos y la ausencia de instituciones confiables y legítimas hacen del territorio un lugar lleno de incertidumbre para la inversión y la estabilidad política-jurídica. Por último, no podemos olvidar la importancia de los grupos transnacionales ilegales y los trabajadores informales en el país, mismos que tienen su génesis en los conflictos internos de los países vecinos y que terminan jugando un factor clave en la inestabilidad congoleña.
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