REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Durante 58 años de existencia, la Plaza de Toros Santa María de Querétaro recibió a toreros como Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Paco Camino, pero también a luchadores como El Santo, Mil Máscaras y Tinieblas, los conciertos de Scorpions y The Creedence, incluso fue sede de la clausura de la campaña presidencial de Vicente Fox en el año 2000.
Todos esos eventos masivos en la considerada “una de las plazas de toros más bellas del mundo”, tuvieron consecuencias en su estructura, que “se sentía temblar” durante algunas actividades multitudinarias, porque el lugar tenía un aforo máximo de 10 mil personas y hubo eventos en los que llegaron a superarse esas cifras.
Por separado, el cronista municipal Andrés Garrido del Toral, el promotor cultural Gustavo Pérez Lara y el cronista Jaime Zúñiga Burgos resaltan la gran tradición de Querétaro con la actividad taurina, que llevó a la población a protestar pacíficamente cuando se derrumbó la vieja Plaza Colón, en 1961, porque debido a sus condiciones representaba un peligro.
Ante la posible venta de la plaza por alrededor de 390 millones de pesos, los cronistas destacan que esta no es la primera vez que Querétaro perderá un espacio para la actividad taurina, aunque por ahora, sólo quedará la de Juriquilla, que se construyó en 1987.
LA CALLE DE LA TAUROMAQUIA
“El pueblo queretano es muy taurino”, sentencia Andrés Garrido del Toral. Desde la época virreinal existió una plaza de madera, “que era la mitad del Jardín Zenea actual y luego se construyó la Plaza Colón a un lado de la Alameda, ahora llamada Miguel Hidalgo, la Alameda es de 1790, para darnos una idea de lo vieja que era la Plaza Colón en Zaragoza con avenida Colón, donde ahora está una panificadora”.
La Plaza Colón “era de cal y canto” y a la zona de Zaragoza, entre el tramo de Pasteur y Corregidora, se le llamó la “calle de la tauromaquia”, añade Gustavo Pérez “según consta en el mapa del corregidor Ignacio Ruiz de 1796”.
Esta plaza se destruyó durante el gobierno de Manuel González Cosío en 1961. “El queretano se puso muy triste y empezaron a improvisarse corridas, a protestar pacíficamente, a presionar para exigir una plaza” y eso llevó a Nicolás González Jáuregui a construir la Plaza de Toros Santa María que se terminó en diciembre de 1963.
“La plaza fue considerada como una de las más bellas del mundo, tenía un aforo máximo de 10 mil personas y lo que sí puedo ver es que ya resentían, sus cimientos, su estructura, porque temblaba mucho en eventos masivos. La empezaron a dañar con conciertos masivos, como los de la banda Maguey, El Buki, la banda Limón y otros y cuando uno estaba adentro —por ejemplo, yo vi a Raphael en 1981— la plaza temblaba, ya era un peligro. Yo no soy taurino, pero Querétaro sí es y va a extrañar ese monumento y más los taurinos”, afirma Garrido del Toral.
Pérez Lara respalda esa afirmación, porque a principios de este siglo hubo conciertos que deterioraron la construcción como la presentación de The Creedence y Scorpions, pero no fue lo único: a mediados de los años 70 se organizaron funciones de lucha libre con personajes como El Santo, Mil Máscaras y Tinieblas y en el año 2000, Vicente Fox cerró su campaña como candidato a la presidencia en esta plaza, donde se superó, con mucho, la capacidad de la plaza.
DE LAS PLAZAS ITINERANTES A LA HISTÓRICA SANTA MARÍA
“Querétaro padeció mucho para concretar una plaza de toros. Eran itinerantes”, recuerda el cronista Jaime Zúñiga. La plaza de toros de Colón se construyó con el dinero que sobró de la venta del dinero de la hacienda La Esperanza, “para tranquilizar al pueblo de Querétaro, cuando se sabe que Antonio López de Santa Anna obliga al gobernador de Querétaro a vender la hacienda, la gente se rebela y se construyó la plaza Colón, que todavía a mi generación le tocó ir ahí”.
Tras la pérdida de la plaza de toros Colón, la gente improvisaba corridas de toros, en la calle de Próspero C. Vega. Años después, en los 70 y ya construida la Santa María, el padre José Morales Flores, de Santa Ana, organizó la “santanada o santaneada que llevó a cabo largo tiempo, con fuertes consecuencias. «A mí como médico me tocó suturar heridas en glúteos y piernas por la famosa pamplonada”, dice Zúñiga.
Nicolás González construyó, agrega, la plaza de toros “más bella, por pequeña, cómoda, por su ambiente, por el eco, todo se escucha. Esos terrenos de don Nicolás tienen un alto valor, al primero al que le vendieron fue al restaurante Josecho, después la venta de los cinemas y lo único que queda es la plaza de toros, la histórica Santa María”.
Desde febrero se rumoraban las posibles negociaciones para la venta de la Plaza Santa María, después de los estragos que dejó la pandemia por Covid-19, que suspendió todos los eventos y se está a la espera de una comunicación oficial.