- De la intimidad verdadera de Rubem Fonseca no sabemos nada, porque nunca escribió de ella y todo lo metió en la vida de sus personajes. “Me siento mal sólo de pensar que alguien pueda conocer mi intimidad”.
- Antonio Porchia, por el contrario, pensaba que sin la vanidad que tiene toda la gente, especialmente los artistas y escritores, de contar sus cosas más personales, no sabríamos nada.
- Elías Canetti en su autobiografía en tres gruesos tomos, literaturizó su vida en tres libros extraordinarios: La lengua absuelta, La antorcha al oído y El juego de ojos.
- Comulgo con las tres formas y actitudes. Cada quien lo suyo.
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Mi vida personal cotidiana no tiene nada de extraordinario, salvo algunas palabras e ideas que me conmueven.
Mis meses de este año crítico no han sido muy distintos a los del año pasado, y el anterior. No hago vida social, salvo una que otra excepción, y salgo poco de casa. Como no sea a ver la calle.
Tengo el mercado a una cuadra y voy por los periódicos y las tortillas. Ya no hay cerveza en la tienda de la esquina.
Me acuesto temprano y me paro temprano. Leo un rato y me duermo. Me levanto muy temprano, voy al baño, preparo mi café y prendo la computadora. Pienso el día, los escritos que tengo en el horno.
Entro a mis archivos y trabajo en Word una o dos horas. Luego abro mi correo de luz y entro al Facebook. Según lo que encuentre, me ocupo en ello más o menos tiempo. Hay días muy intensos y movidos y otros ligeros. A media mañana apago la máquina, me baño, voy por los periódicos, las tortillas, al mercado, preparo el desayuno y almuerzo muy bien en casa.
Leo los periódicos y si encuentro algo que me toque y me interese, palabreo y escribo a mano o lo meto en la computadora de una vez. Desde hace siglos, no veo la tele ni prendo el radio.
Tengo tiempo para pensar, leer y escribir, pero nunca alcanza el tiempo. Además hace falta tener ánimo, y a veces no es fácil sostenerlo. El ánimo, que es la vitalidad de los dioses, llega y se va fácilmente. Todos los días hay que animarse y prender la llama de la vida. Alimentar el deseo e inventar el sentido de vivir, o en su lugar crece el vacío y el malestar. Este es el combate interior, día tras día.
No me siento encerrado en casa porque tengo suficiente luz y aire. Abro la puerta y da a un corredor amable. Me gustaría tener una ventana a la calle, como antes, o al mar, mejor. Me llevo bien con mis vecinos y nadie da lata a nadie. Al contrario, todos estamos atentos a lo que se ofrezca. Sobre los tiempos duros que hoy vivimos ya escribí lo que tenía que decir en “El extraño poder y la peste emocional / Primavera cautiva 2020”:
–Jamás imaginamos vivir lo que ahora estamos viviendo.
–Hemos vuelto a tiempos primitivos en plena edad luz.
¿Qué más podría agregar?
Bueno, el otro gran tema nacional de nuestro tiempo es el tremendo combate ideológico en torno al gobierno de AMLO, el presidente activista, moralista, patriarca del sexenio.
Un acontecimiento profundo y complejo, en que la verdad es esquiva y ambigua, y la realidad no tiene absolutos, pero sí los adversarios de uno y otro bando, todos llenos de prejuicios y absolutos ideológicos. Sólo espero y deseo y hago mi parte porque la lucha ideológica no nos lleve a la guerra civil, que añadiría la violencia política a la violencia criminal que ya padecemos desde hace sexenios. No dejemos que las cosas lleguen a tanto. Hay que bajarle, pienso. Convivir con los contrarios, si no abrazarlos, tampoco exterminarlos.
Preparo mi comida con gusto y como muy bien en casa. Sólo hago dos comidas, abundantes, por la mañana y por la tarde. Oigo música o escucho el silencio y los ruidos de la calle, los pajaritos. Algunas veces me visitan algunos amigos y la pasamos muy bien.
Ahora menos que antes, por las restricciones; salgo a dar una vuelta a la cuadra o por la colonia. Hacer la calle. Porque caminando, es cierto, se piensa mejor y se aclaran las ideas. Andar por andar y de paso ver, decía don Camilo.
Casi diario veo una o dos películas, las que encuentre en YouTube o las que tengo en mi videoteca, varias originales y piratas de veinte pesos. Ah, en estos tiempos duros mis mayores problemas son con los trastes de luz: falla otra vez mi celular frijolito, falla mi computadora, falla el internet que me pasa el amigo de la esquina, fallan mis contactos de luz.
Y los achaques de la carrocería envejecida del cuerpo: las ruedas desgastadas, el motor con menos caballos de fuerza, la falta de gasolina, aceite y otros aditivos necesarios, la panza endurecida, cortarme las uñas de los pies es un suplicio.
Y los combates en mi cabeza, la guerra de ideas y emociones y puntos de vista, mi combustión interna que se subleva. Las cosas cada vez más caras y los dineros que nunca alcanzan; diario cuento dos o tres veces mi pobre hacienda. Vivir solo no es fácil, y en compañía, tampoco.
En fin, la vida como la historia da sorpresas.
Nuestro trabajo es tratar de saber, sabiendo que no es necesario ni es posible saberlo todo. Tampoco es bueno saber demasiado. Abril y mayo se han hecho muy largos y los días lentos, monótonos y efímeros.¿Qué quedará de todo esto y qué seguirá? No nos espera el paraíso al final de la vida y el infierno está en la tierra, con los otros y con nosotros, sin nosotros y sin los otros.
Empalabrar los días. Meses largos, días lentos, variados y monótonos, años fugaces. Lo que sucede hoy, sucedió ayer y sucederá mañana. Y sin embargo es distinto y es preciso empalabrarlo. El tiempo es extraño, elástico y se rompe.
Silencio, soledad, quietud. No me perturban los ruidos del mundo. La guerra se libra en mi cabeza, la memoria y la conciencia. Ah, estoy perdiendo la memoria, lo he visto en cosas simples.
Serenidad del ser si mantengo a raya mis demonios y lestrigones. Bienestar es estar bien con uno y con los demás, haciendo lo que hacemos o nos toca hacer. Religarse en comunión humana. Prefiero el bienestar a la felicidad loca.La ausencia de dolor y el placer moderado. La renuncia y el sacrificio personal, ay.
–El presente es perpetuo, hasta que se lo lleva la chingada.
- Este once de mayo Fonseca habría cumplido 95 años. Tiempo vivido y escrito, bien escrito y con material hedonista y explosivo. Releo su relato “Once de mayo”.
- Voces de Porchia: “Quien se queda mucho consigo mismo, se envilece”.
- Apuntes de Canetti: “En la soledad las palabras pesan doble”.
PRIMAVERA CAUTIVA 2020 *
Algo se ha roto, calles desiertas y negocios cerrados.
Abril, mes cruel, plazas y jardines clausurados.
Tiempos duros: un virus ha enloquecido la vida y el sistema.
No alegran la vista las jacarandas fúnebres.
El miedo de parar en el hospital.
Oro molido el precio de las medicinas y los alimentos.
Me rasco la panza, ya no hay cerveza.
Jamás imaginé vivir lo que ahora vivo.
La ciudad sufre la belleza y la paz impuestas.
El recogimiento de semana santa no es cristiano.
Pura pinche nostalgia por el acelere y el desmadre.
¿No que queríamos cambiar el mundo?
Palabrero Julio Figueroa **
Q, Centro y Presidentes, abril cruel 2020.
*Mala paráfrasis-composición de este palabrero ambulante solitario y solidario a partir del poema de Tu Fu “Primavera cautiva” en versión de Octavio Paz y recogido en su libro Sombras de obras, Seix Barral, México, 1984, p. 253. Obras completas, t. 12, FCE, México, 2004, p. 591. Mala pero verídica. Doy fe.
**Estas notas de luz son posibles gracias a los apoyos económicos de la UAQ, los hermanos Loyola y la Pensión para el Bienestar de los Adultos Mayores de la Secretaría de Bienestar del gobierno de López Obrador. Mil gracias a todos.
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