Autoría de 7:41 pm #Destacada, CUPI-UAQ

Donde México y la Alemania “socialista” se encontraron

TEXTO: NATALIA GUTIÉRREZ Y FABIÁN BOCANEGRA / CENTRO UNIVERSITARIO DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN (CUPI)

FOTOS: JESÚS RESÉNDIZ

INFOGRAFÍAS: MARIO ORTEGA

Frente a las narrativas convencionales sobre la Guerra Fría, Sabine Schütze, autora alemana, presentó dos de sus obras que relatan la vida común en la Alemania “socialista”, así como su llegada a México en 1998. Los comentarios de Ricardo Jarillo y Ana Cecilia Figueroa Velázquez, coordinadora de la Licenciatura en Historia, dan cuenta de esta mirada atípica que ‘atraviesa’ el Muro de Berlín.

El primer libro Detrás del muro: la otra cara de la Alemania Socialista fue comentado por el etnohistoriador Ricardo Jarillo Hernández, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Aquí, contextualiza a la República Democrática Alemana (RDA), que era administrada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El libro también relata la existencia del Muro de Berlín y de la información ‘sesgada’ que la sociedad mexicana recibía.

La autora comenta que se quedaba extrañada cuando las personas le decían que aquí sí iba a tener comida y ropa, pues ella tenía comida y ropa.

Aunque está consciente que hubo gente que perdió a su familia cuando trataban de cruzar el muro, ella, sin embargo, dijo que nunca le faltó lo necesario, y que su familia era una familia “feliz”, a la que le iba bien.

Más allá del relato occidental

Este libro, de acuerdo con Ricardo Jarillo, representa una bocanada fresca de lo que fue el conflicto de la Guerra Fría, más allá de la narrativa que predomina. Más allá del relato occidental.

Hay secciones del libro dedicadas a experiencias familiares, escolares y otras particularidades sobre el día a día en el territorio de la República Democrática Alemana.

Se describen las fábricas y la zona boscosa que todavía existe. Narra sobre una comunidad pequeña (16 mil habitantes) que tenía acceso a un zoológico, hospitales y a toda una infraestructura urbana muy completa.

Pese a que tenían lo suficiente, había muchos productos con acceso limitado, como los plátanos o las naranjas, importadas de Cuba.

Sólo se les permitía un kilo por persona, y su familia mandaba a cada miembro por separado para poder comprar más kilos de esos productos. Su hermana compró incluso una peluca y pudo conseguir un kilo de plátano extra.

Lo único malo, puntualizó Schütze, es que no les enseñaban a tener una opinión. Ella no se dio cuenta de esto hasta que cayó el muro y empezaron a convivir con la gente de la Alemania Occidental. Ellos hablaban mucho, increpaban por todo, mientras que los orientales eran más de escuchar y no podían formarse opiniones propias.

Además, Schütze relató que los libros le permitieron conocer más y viajar por el mundo, ya que no podían acudir a países que no fueran socialistas. Leyó muchísimo porque era muy curiosa.

Fierro viejo y centros de mesa

El segundo libro lo comentó la académica Ana Cecilia Figueroa Velázquez. compañera de la autora en la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras.

Me fui a la Chingada narra algunas anécdotas de su llegada a México y su vida aquí, así como anécdotas de otros extranjeros que residen en este país, o de una amiga mexicana que vive en Alemania.

Relata el shock cultural, al mexicano como barroco a más no poder, a sus muchas vueltas que da para pedir algo, a su impuntualidad en general, lo curioso de los ruidos que se escuchan en la calle (la venta de fierro viejo, los plátanos y los tamales).

Menciona lo diferentes que son las bodas y la dinámica de los centros de mesa, que en México es costumbre llevárselos; eso, en Alemania, terminó constándoles miles de euros a un par de sus amigos.

Dice, además, que una de las cosas a las que aún le cuesta adaptarse es a la mezcla del trabajo con la vida personal de los mexicanos. El hecho de que, si hay fricciones en la empresa o equipo de trabajo, se pierden amistades; eso no es así en Alemania.

Ostalgia

Entrevistada al término del evento realizado en la Librería Hugo Gutiérrez Vega, en el marco de una semana sobre miradas a la interculturalidad, Sabine Schütze manifestó añorar “un poquito esa solidaridad que se perdió [cuando cayó el muro]. La gente se ayudaba mutuamente. Por ejemplo, si alguien no tenía quien le pintara la pared, se juntaban los amigos, las familias y pintaban las paredes; y sí se apoyaban mucho. Y cuando cayó el muro llegó el capitalismo, y todos por su lado”.

“Es algo que incluso tenemos una palabra para esto, que es ostalgia, como nostalgia, pero sin la n, porque Ost es Este en alemán. Es un juego de palabras (…) creo que es algo que he encontrado aquí en México; la gente es más solidaria cuando hay un desastre, algún evento feo o lo que sea, sí se apoyan más que en Alemania. Eso es lo que siento. Es algo que volví a encontrar aquí”.

¿Cuándo llegó a México? ¿Y a Querétaro? ¿Fue difícil adaptarse?

La primera vez en 1998, hice unas prácticas en el CENAM, el Centro Nacional de Meteorología, y vivo aquí desde el 2001 de forma completa. Primero, las prácticas las hice en el CENAM porque soy traductora, hice un trabajo de traducción, creamos un diccionario de terminología de meteorología, sin embargo, ahora, bueno, lo que trabajo ahora no tiene que ver con mi carrera, estoy en el sector de Recursos Humanos para una empresa alemana aquí en Querétaro.

La primera vez, como sólo vine por tres meses, sabía que me iba a regresar, entonces todo lo vi como “qué bonito todo”, era muy diferente. Me gusta viajar mucho, y ya no me gustan los países similares como Austria o Suiza, porque es como Alemania. A mí siempre ya me gustan países donde todo es diferente porque quiero ver otras cosas.

Había como cosas, por ejemplo, los perros arriba de las casas ladrando, que yo decía “pobrecitos, métanlos, hace mucho calor”, o las calles que a veces estaban en muy mal estado y con los tacones una se cansa.

De sus libros Detrás del Muro y Me fui a la Chingada, ¿cuál recomienda más a la audiencia joven?

Creo que se van a identificar más, por lo joven, con Me fui a la Chingada, por lo divertido.  Pero siempre les recomiendo, y es que siempre me preguntan en qué secuencia  leer los dos, siempre les digo que lean primero Detrás del muro, porque pues esa es la Sabine de los 10-12 años, cuando fui chiquita, y la otra, ‘’Me fui (…)’’, soy yo de grande, además también se nota el progreso en la escritura.

Llevan un año de diferencia. Detrás del Muro es como mi bebé (…) le tengo mucho cariño.

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Last modified: 29 mayo, 2024
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