1. Voto útil
La escena era gozosa mas opaca, casi inatrapable, como un sueño a punto de realizarse: depositó el voto en la urna, y su papeleta, en un mundo correctamente democrático, aventajó la proporción de su candidato ante el férreo y empecinado empate en que transcurría el escrupuloso conteo de la votación. Luego de la declaración del triunfo presidencial para el partido de su preferencia, y tras la excitación que le causó tal noticia de su voto útil, sudoroso y febril… despertó.
2. Verificación electrónica
Al depositar su voto en la urna, y al verificarse electrónicamente que su papeleta favorecía al candidato opositor del grupo en el poder, el elector de inmediato murió electrocutado.
3. Asfixia
Perdió el equilibrio y cayó adentro de la urna. Las papeletas lo asfixiaron.
4. Sufragar para sí
La votación fue demasiado extraña: todos los electores votaron por sí mismos, nadie cruzó en las papeletas los nombres de los candidatos contendientes. Los consejeros electorales, aturdidos, renunciaron a sus cargos por la inédita demostración de desprecio político. El presidente, entonces, aprovechó para reelegirse ante la indiferencia de la ciudadanía, que miraba en la televisión el partido de futbol de su selección nacional.
5. La profecía maya del fin del mundo
El día en que, por primera vez, la izquierda ganó la elección presidencial, la profecía maya del fin del mundo —alterando las fechas establecidas en su propio códice— se cumplió implacablemente.
6. Asombroso mago
El día de las elecciones, como un espectáculo adicional a la fiesta ciudadana, el mago —fuera de sí, enojado, contrito— introdujo a su mujer en la urna con el respectivo asombro de los electores que, impávidos, no se atrevieron a cuestionar su personal modo de emplear el sagrado voto.
7. La aparición de los ofidios
El ingenioso planeador oficial del fraude electoral propuso instalar adentro de cada casilla una víbora para así evitar el voto de la ciudadanía, cargada sustancialmente hacia la izquierda; lo único que les faltaba, a cuatro días del sufragio, era hallar la justificación precisa para esa anómala e intempestiva aparición coincidente de los ofidios.
8. Igualitos
Estaba verdaderamente sorprendido cuando miró por televisión el debate de los candidatos presidenciales, porque todos se permitían la palabra, ninguno se la arrebataba al otro, incluso en tres ocasiones salieron de sus sitios, espontáneos, para darse un caluroso y largo abrazo donde vertieron lágrimas de consentimiento y fervor, felicitándose calurosamente. Cuando alguien insinuó, mínimamente, un pequeño acto de corrupción de uno de los contendientes, pidió perdón anticipadas veces por su ex abrupto cometido. “Disculpa mi atropellado léxico, amigo mío, no hagas caso de mi impertinencia, que todos en tu lugar hubiéramos dejado deslizar esa mano codiciosa”, y todos rieron, y volvieron a abrazarse con mayor efusividad.
Ahora sí no le quedó ninguna duda al espectador: todos eran igualitos.
Ni a cuál irle.
El día de la votación el elector decidió quedarse en casa mirando un truculento caso criminal en el canal Investigation Discovery.
9. El suicida ignorado
Seguía tan enamorado de la candidata que cuando tuvo el valor de difundir dos fotos en paños menores de ella, cuando ambos se amaban en su juventud, la Secretaría de Gobernación censuró su comportamiento suprimiendo su cuenta en la red por “atentar contra la moral pública” ofendiendo “los valores de la familia” provocando “un daño severo a la niñez”, según consta en el acta respectiva levantada en su perjuicio. Todos los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos, hablaron de la protección de la privacidad echando pestes por la desalmada oferta “con aroma pornográfico”, declaró el conductor del noticiario nocturno de la empresa televisora con el más alto rating. El enamorado cayó en desgracia por las once demandas que recibió de distintos partidos políticos, incluyendo una muy personal de la propia agraviada candidata, que dijo no reconocerse en aquella “maligna” foto (bastante sensual, con las caderas desnudas al aire, mirando a la cámara con arrebatado delirio pasional), seguramente “maquillada” por ese libidinoso insultador, a quien dijo no conocer. El enamorado se suicidó un día antes de las votaciones, pero nadie se dio por enterado.
10. El diluvio
Después de depositar su voto en la urna, cayó el diluvio. Entonces Dios volvió a reinar en el mundo.
11. Un nuevo sexenio
Cuando despertó, la corrupción todavía estaba allí.
12. Cotidianeidad
Salió a las once en punto de la mañana para acudir a votar, pero nunca más regresó a casa.
13. Mayoría de edad
Cuando votó por primera vez se percató de que era, ya, un adulto.
14. Insomnios
No durmió toda la noche pensando cuánto dinero acumularía durante seis años si llegaba a la Presidencia de la República. Su mujer llevaba ya dos noches de insomnio pensando qué haría con ese dinero que acumularía su marido durante seis años si llegaba a la Presidencia de la República. La ciudadanía llevaba ya tres noches sin conciliar el sueño pensando cuánto dinero les sería despojado durante seis años si aquel candidato llegaba a la Presidencia de la República.
15. Destino
Las elecciones son como el amor: tarde o temprano te arrepentirás del voto consagrado.