REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Habitantes de Hércules cuentan que todavía en los años 70 había gente que se metía a nadar al río Querétaro. Recuerdan que sus madres o abuelas llegaron a lavar ropa en ese lugar. Hoy nadie se atrevería a entrar a esas aguas. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es uno de los afluentes más contaminados junto con el río Tolimán y el arroyo de Bernal, donde se encuentra alta toxicidad.
Con nostalgia, algunas personas platican que todavía en los años 80 acompañaron a sus mamás a lavar la ropa al río, incluso gente que vivía en el centro dice que el agua pasaba limpia hasta Ejido Modelo y se veían peces. Los monitoreos de la Conagua muestran que el 76 por ciento de los 42 cuerpos de agua del estado tienen altos niveles de contaminación y el tema parece lejos de tratarse de manera integral.
El presidente del Observatorio Ciudadano para la Protección Ambiental de Querétaro, Enrique Uribarren Castro, resalta que entre los torrentes más contaminados se encuentran también el río El Pueblito, la Presa El Batán, el río San Juan y añade a los drenes de Jurica y del Arenal. Solamente dos ríos en Querétaro, Extoraz y Ayutla están en condiciones aceptables de niveles de contaminación.
Para Eduardo Becerra Torres, profesor investigador de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM, campus Juriquilla, solucionar este tema no depende solamente de la inversión en plantas de tratamiento, porque se necesitan políticas públicas que involucren a la sociedad para el rescate de estos espacios y la creación de humedales artificiales, entre otras medidas que ya funcionaron en otros lugares.
De acuerdo con los especialistas, Querétaro está a tiempo para iniciar la discusión sobre qué hacer en el tema del agua, no solamente con el abastecimiento, sino con garantizar la calidad del agua que circula en los afluentes del estado y la que llega a las viviendas. Estas acciones, consideran, ayudarían también a revertir la sobreexplotación que hoy sufren ocho de los 11 acuíferos del estado y que agravan la problemática de la escasez.
“Un ahogado en los años 70”
El cronista municipal de Querétaro, Eduardo Rabell Urbiola, señala que a finales de los años 70 todavía se conoció el caso de algún ahogado tras meterse al río Querétaro, “por meterse a nadar, no porque haya decidido hacer algo contra su vida, solamente deseaba refrescarse”.
En esa misma época, “era usual que mientras la señora lavaba la ropa (en el río), llevase a la pipiolera ‘a bañarse’ y dicho y hecho, así como la ropa se miraba enjabonada, los chamacos también perdían la pringue que les rodeaba”.
En los 80 ya casi no se veía esto. El río cada vez llevaba menos agua y poco a poco empezó a notarse la contaminación. “Eso de lavar ropa ahí para tenderla sobre las jaras de la vera del río, darse un chapuzón y finalizar con la correspondiente enjabonada, pasó a ser tema de charla de café, o de corrillo en la esquina”.
La desaparición de las lavanderas en el río Querétaro fue paulatina, “no de un día para el otro”. A principios de los años 90 ya no se encontraban en ese lugar. “Hoy día miramos émulos de tal actividad con quienes carecen de todo y tratan de adecentar sus prendas con el agua que sale de la fuente ubicada entre Juárez y Corregidora y, por lo regular, el fin de semana miramos su vestimenta secándose al sol tendida sobre el barandal aledaño a la corriente”, comenta Rabell.
Enrique Uribarren recuerda, en broma, que incluso se decía que quien tomaba agua del río “quedaba loco”, pero el cronista puntualiza que era un dicho que nació de las habladurías, igual a cuando se dice que “de comer una naranja por la noche, antes de irse a dormir, le saldría un elefante en la barriga”.
A principios de los años 70, Juan Carlos Salgado acudía a la primaria al Instituto Queretano, donde hoy está la Universidad Marista, entonces él tendría 10 años y los profesores lo llevaban junto con sus compañeros a quitar el lirio del río para facilitar el paso del agua. “Era nuestra actividad cívica, se podía entrar al río, sí corría el agua, la veíamos con lama, a veces con color rojizo, pero no olía mal y nos metíamos a limpiar. Pasando el rastro, ya pasando Ezequiel Montes, ahí sí empezaba a oler mal, pero la gente se seguía metiendo”.
“No era un asunto de vida o muerte si alguien se mojaba, a veces hasta echábamos al río a alguien y nadie se enfermaba. Debajo de donde está el Instituto Queretano, hoy la Universidad Marista, había unos canales y ahí también se veía a las lavanderas, a nadie le pasaba nada. Hasta hacíamos días de campo ahí. Hoy el río sí lleva mucha contaminación y ya ni hay agua”, insiste el sexagenario.
Una foto colorizada de los años 40, publicada por Salvador Sánchez en “Fotos del Querétaro Actual y Antiguo” en Facebook, que muestra a las lavanderas en el río Querétaro, fue suficiente para llenar de nostalgia a habitantes de Hércules, Ejido Modelo, Santa María Magdalena y el centro de Querétaro. Salvador y otras personas, todavía recuerdan el río limpio, “allá por 1976”, cuando los llevaban y se podían meter. Ahora no quedan rastros de lo que algún día fue ese río “ni esperanzas de recuperarlo”.
Peces, tortugas y culebras eran parte de un río vivo
José Elías Sánchez Sánchez es un aficionado a la historia y sabe que el río es parte importante del desarrollo de ese lugar y del estado. Como muchos otros que vivieron su infancia en los años 60 en Hércules, le tocó ver al río lleno de vida, con peces, con tortugas, cangrejos y culebras.
El río, dice, cambió en diferentes épocas. “El propietario de esta zona fue Fernando de Tapia y su hijo don Diego y sus hijas se encargaron de hacer acequias, canales, para sus plantíos y hubo diferentes dueños, como El Marqués de la Villa del Villar y terminó con don Cayetano Rubio. Quien aprovecha y explota el río fue don Cayetano Rubio Álvarez, que desde La Cañada, desde los manantiales y los socavones, se encargó de hacer represas y modificó las que había hecho don Diego de Tapia, como la presa del Salto del Diablo, la presa de La Purísima, la presa San Carlos, la presa Santa Isabel, desgraciadamente tiene poco que las destruyeron”.
A través de canales y represas, entre otras medidas, “hizo navegable el río, aunque no llevaba mucha agua, había lanchas para navegar sobre el mismo río, pero no había más actividades. La gente aprovechó el río para nadar. Don Cayetano aprovechó el agua, sobreexplotó los socavones y los dinamitó para soltar más afluencia, levantar las cortinas de las presas para retener más caudal y echar a andar sus turbinas, la de la presa de La Purísima Concepción y la principal que era la que surtía a su Fábrica de Textiles El Hércules, él fue el que aprovechó más el agua”.
Se dice que don Cayetano era muy estricto sobre la contaminación del agua, “pero el que más contaminaba era él. En la ciudad de Querétaro había una ley de aguas limpias y sucias, el vertedero que se tiene en la presa de La Purísima, atrás del seminario conciliar, que antes era una fábrica textilera que se llamaba El Molino Blanco, servía como un laboratorio para la ciudad, porque ahí se daban cuenta de la pureza del agua, qué cantidad caía todos los días y tenía un equipo de agrimensores, que se encargaba de revisar la calidad del agua”.
Elías nació en 1959 y recuerda que le tocó disfrutar el río que pasaba por Hércules, aunque “el agua ya iba contaminada, pero el agua tenía vida, tenía peces, tenía tortugas, cangrejos, ranas, sapos, culebras, caracoles, toda esa vida había en el río. Todavía era un agua relativamente limpia, pero la contaminación siempre ha existido, la gente también echaba todos sus desechos al río”.
Junto con sus compañeros que crecieron en los años 60, le tocó ir a la escuela en la mañana, y en la tarde, cuando regresaban a casa, “salíamos disparados al río o nos íbamos por toda la orilla del río, era raro que pasara un carro o un camión por esa zona”, hasta que toda la riqueza del río se acabó.
Contaminación agrava problema del agua
El presidente del Observatorio Ciudadano para la Protección Ambiental de Querétaro, Enrique Uribarren Castro, recordó que el 76 por ciento de los 42 cuerpos de agua del estado que monitorea la Comisión Nacional del Agua (Conagua) presenta altos niveles de contaminación y los que tienen una alta toxicidad, al “superar todos los límites”, son el río Tolimán y el arroyo de Bernal, aunque también presentan niveles importantes de contaminación el río Pueblito, la Presa El Batán, el río Querétaro, el río San Juan y los drenes de Jurica y del Arenal.
“De toda el agua superficial que disponemos en Querétaro el 76 por ciento está altamente contaminada, lo cual sólo nos deja el 24 por ciento con niveles no tan altos y sólo dos ríos en Querétaro, el río Extoraz y Ayutla están en condiciones aceptables de niveles de contaminación existente. Esto nos pone en una situación de vulnerabilidad adicional al problema de escasez, porque el agua que tenemos disponible la hemos contaminado”, resaltó.
Entre los principales elementos contaminantes del agua en los ríos y presas resaltan las partículas de e-coli y coliformes fecales. Esto no es nuevo, dice Uribarren, a casi 300 años de la construcción del Acueducto, símbolo de la falta de agua en Querétaro, se mantienen los problemas de abasto, igual que la contaminación de las presas y de los ríos del estado. Esto se manifiesta también en el agua que llega a los hogares que no tiene la mejor garantía de calidad.
“El agua que nos llega a los domicilios es potable, pero mientras en países como Estados Unidos en el agua para consumo humano se monitorean 48 elementos para saber que está en óptimas condiciones, en el caso de México únicamente se monitorean cuatro: la demanda bioquímica de oxígeno presente en al gua, la demanda química de oxígeno, los sólidos suspendidos totales y los coliformes fecales”, insiste el especialista.
De manera adicional, estima que se tendría que medir la presencia de metales pesados en el agua que llega a las viviendas, que son dañinos para la salud, al igual que arsénico y otros elementos como el flúor.
En el caso de los ríos y otras afluentes, propone identificar primero con exactitud con qué se contamina el agua, para empezar a frenar el problema y, con eso, ayudar a revertir la sobreexplotación de los acuíferos de Querétaro, porque de 11 acuíferos que tiene Querétaro, ocho presentan sobreexplotación, “en buena medida porque de las aguas superficiales no podemos hacer uso porque las hemos contaminado”.
Aprovechar las ventajas e involucrar a la sociedad
El profesor de la ENES de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Juriquilla, Eduardo Becerra Torres, advierte que hoy Querétaro padece dos problemas principales: uno, la cantidad de agua que se dejó de percibir en la temporada de lluvias, “sobre todo en el año del Niño, que eso tiene que ver con las condiciones meteorológicas que son cíclicas a lo largo de un cierto periodo de años”.
El segundo problema es la contaminación del agua con el que cuenta y si el afluente está o no entubado. Los ríos del estado, excepto el del Pueblito, todavía no están entubados, “y eso tiene una desventaja y una ventaja. La clara ventaja es que hay posibilidades de tratamientos alternativos que no tienen que estar ligados a plantas de tratamiento, es decir, por ejemplo, generación de humedales o fitorremediación (el uso de plantas para recuperar espacios contaminados), que es la forma en que se pueden detener ciertos elementos contaminantes”.
La desventaja de que estos afluentes no estén entubados es que se exponen a los agentes contaminantes directos de tuberías y drenajes que se vierten, además de aquellos desfogues ilegales sin que nadie los controle “y esa es la condición de la mayoría de las afluentes que atraviesan al municipio de Querétaro”.
Otro problema es la cercanía de los centros urbanos. Becerra Torres detalla que estudios recientes muestran que la contaminación está ligada con los puntos urbanizados. “Esto no es un patrón raro, los sistemas lacustres, pluviales y marítimos tienen un margen de amortiguamiento de contaminantes, pueden soportar cierta carga de contaminantes antes de que empiecen a tener repercusiones en propiedades de nitrógeno, acidez, cantidades de azufre, hasta cantidades en las que sean realmente agresivos y nocivos para las comunidades”.
En la ciudad “hay evidencias de que las afluentes que están separadas de la parte urbanizada, el río todavía tiene un margen de amortiguamiento, hay un porcentaje que está libre a medida que esté libre de urbanización, eso nos dice que hay una ventana de oportunidad para centrarnos en las fuentes de contaminación, que principalmente es la parte urbana, para evitar que se contamine el resto de las afluentes de los ríos”.
En el caso del río o dren Jurica o el río Querétaro, se muestra que están completamente contaminados porque atraviesan las zonas más urbanizadas o el centro de la ciudad, mientras que otros afluentes, más cercanos a la sierra, todavía tienen espacios y procesos que pueden amortiguar su capacidad de recibir cierta cantidad de contaminantes.
Soluciones que involucren a la sociedad
Becerra Torres sostiene que más allá de los proyectos para invertir en plantas de tratamiento que mejoren las condiciones de los ríos, sí hay posibilidades de remediar el problema y Querétaro está muy a tiempo de iniciar esa lucha, porque “estamos en un punto muy cercano al día cero, como lo que pasó en Monterrey, en Monterrey el día cero ya pasó, ya hay una crisis clara de que hay más población de la cantidad de agua que se puede recargar y eso se demostró el año pasado que las lluvias escasearon y no había agua. Querétaro está aproximándose, de hecho, es el sexto estado en crisis hídrica y con el crecimiento que está teniendo es algo a considerarse”.
Por un lado, considera urgente cuidar el bombeo del agua del manto freático y enfocarse “en el tratamiento de los cuerpos de agua que tenemos descubiertos: hay una serie de presas, hay una serie de afluentes y no sólo son plantas de tratamiento, hay otros medios como humedales, naturales y artificiales, sistemas de regulación de las tomas de agua y los afluentes de drenaje. Hay algunas alternativas que aún no se han tomado, que pueden tomarse en Querétaro y pueden ser muy económicas, como el regular la cantidad de contaminantes que llegan, como el tomar acciones de remediación”.
Para eso, el académico recomienda acercarse a los grupos de investigación que ya existen. Solamente en el campus de la UNAM Juriquilla hay tres espacios de estos, relacionados con el tema del agua, donde se abordan aspectos como el tratamiento y el manejo de algas para producir energía, a través de aprovechar contaminantes.
Aunque se tienen algunos intentos por trabajar con las autoridades en proyectos puntuales, faltan muchos aspectos por resolver, además de atender el tema de la reglamentación, pero hay interés por parte de muchos actores sociales y políticos por ampliar esta discusión.
“Actualmente, sé que el gobierno municipal tiene un proyecto de remediación de los ríos principales del municipio de Querétaro. Sí hay acercamientos, hay voluntad y se está volviendo un tema a tratar, qué bueno que se esté tratando, porque si tenemos la infraestructura instalada es más que suficiente para empezar a trabajar”.
Sin embargo, subraya la necesidad de involucrar a las comunidades cercanas a los cuerpos de agua, porque a nadie le gusta vivir cerca de espacios contaminados o con mal olor, pero al generar humedales artificiales y promover monitoreos alternativos es posible que la gente se apropie de esos sitios porque se vuelven atractivos para la población.
“Se vuelven sitios de recreación, sin tener que perturbar la flora ni tener que impactar de manera agresiva al paisaje y eso es muy fácil para que la sociedad y la comunidad alrededor lo adopte, si yo veo que hay un sitio donde me puedo sentar, donde veo aves, donde veo polinizadores, donde veo insectos, lo voy a cuidar, sí hace falta un trabajo, no solamente apoyarse de la infraestructura que tiene la universidad también un trabajo que tiene que hacerse con las comunidades”, afirma Eduardo Becerra.
Enrique Uribarren añade que, si se tuviera una visión integral de la problemática del agua en Querétaro, no se pondría como pretexto la insuficiencia económica, sino que se empezaría por un diagnóstico integral que fomentara una ley de aguas para la atención de este tema y no solamente la ley actual que se enfoca a la prestación del servicio.
Para los habitantes de Hércules y quienes recuerdan el río Querétaro, el problema fue la falta de control sobre los desechos que se tiraban al agua, también el crecimiento de la ciudad que poco a poco dejó sin agua este afluente y lamentan que sus nietos no alcanzaran a ver el lugar como lo conocieron ellos.
Buen artículo, felicidades