REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
El trueque, las tandas y las ventas por catálogo ganan terreno ante la situación económica que generó la pandemia por el Covid-19. En redes sociales se incrementó la actividad de gente que intercambia lo que tiene por lo que le hace falta: desde personas que “truequean” arbolitos o plantas por ropa hasta quienes intercambian productos y servicios a cambio de alimentos. Además, hasta septiembre pasado, el número de vendedores de venta directa en México se incrementó significativamente.
El incremento de estas actividades podría tener su origen en la desigualdad que se acentuó con la contingencia, explica el académico de la UAQ, René Olvera Salinas, con base en las cifras de 2018 del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam): el 85% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial está en manos de 10 corporaciones internacionales y el resto de la gente “está sumamente precarizada y explotada”.
La gente no puede comprar como antes. Melina es fotógrafa y desde hace tiempo inició un huerto urbano en su vivienda que le empezó a dejar más productos de los que consumía, así que empezó a vender hortalizas y algunas frutas con sus vecinos, pero ahora no sólo vende, también las intercambia por otros productos que necesita, “pasta de dientes, papel higiénico. Se puede vivir bien sin gastar tanto, sólo hay que buscar un grupo en redes y haces el acuerdo que te parezca justo”.
Alejandro Luna, creador del grupo Swap Querétaro, considera que el Covid-19 no sólo le pegó a la economía, sino también hizo que la gente se diera cuenta de que “somos acumuladores naturales, tenemos muchas cosas que en realidad ya no vamos a usar y las podemos cambiar por algo que sí”.
Otras personas no están tan convencidas del trueque, pero sí encontraron una opción para conseguir ingresos extras en las ventas por catálogo. Arlene es profesionista y vive sola, pero desde que inició la pandemia los gastos en casa fueron más altos porque tuvo que habilitar una oficina y comprar equipo, así que encontró una manera de ayudarse con la venta de productos de belleza.
“No vendo mucho porque muchas amigas también venden productos pero nos compramos entre nosotras lo que necesitamos. En la capacitación que me dieron en video –y también me lo dijo por teléfono la asesora que me asignaron en mi área– explicaron que puedo llegar a ganar hasta 200 mil pesos al mes si logro vender suficiente, porque la ganancia se eleva a más del 40% si lo consigo. No sé si eso sea cierto, mis ventas son de 700 pesos, 800 al mes, pero voy empezando y es una manera de conseguir algo extra, que nadie te regala”, señala.
Adelina, quien pertenece a varios grupos dedicados al trueque y ventas por catálogo, sostiene que son espacios llenos de mujeres. “Hay grupos de mujeres empresarias, ventas o trueques entre mujeres, queretanas que organizan mercaditos de intercambio, servicios entre mujeres. Te puedo asegurar que en esos grupos hay muy pocos hombres, parece que la necesidad de conseguir ingresos sólo la tenemos las mujeres aunque seamos parte de una familia”.
Ximena también participa en trueques y vende productos de venta por catálogo, pero su especialidad son las tandas y hay gente que la busca para participar en ellas. “Saben que no les quedo mal, porque hay multas si no pagas a tiempo y porque siempre pago, aunque a veces he tenido que asumir el costo de que alguien no aporte su parte. Aquí casi siempre somos mujeres, aunque estén casadas y trabajen, siempre somos las mujeres las que nos preocupamos le hacemos frente al problema económico”.
ECONOMÍA SOLIDARIA CONTRA LA DESIGUALDAD
El investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), René Olvera Salinas, señala que los espacios de economía solidaria tienen una larga historia en México, sobre todo debido a la desigualdad. La pandemia, dice, nos hizo darnos cuenta de las cifras alarmantes que existen.
Como ejemplo, cita a Oxfam, que en 2018 advirtió que el 85% del PIB mundial está en manos de unos cuantos grupos económicos, “más o menos 10 corporaciones internacionales o lo que es lo mismo unas 10 familias a nivel global tiene la acumulación del 85% del PIB. Todo lo que trabajamos está hiper concentrado y la mayoría de la gente ha estado sumamente precarizada y explotada”.
“Se está creando una brecha enorme entre ricos y pobres y cada día es más difícil sobrellevar la reproducción de la vida en los espacios cotidianos. En primer lugar porque no hay trabajo y el que hay está sumamente precarizado, trabajo sin contratos colectivos ni individuales, con sueldos muy por debajo de la ley o en el marco del mínimo legal establecido, sin prestaciones laborales”, denuncia.
Esto hace que muchas personas necesiten tener 2, 3 o hasta 4 trabajos para poder tener un ingreso digno porque los sueldos precarios se presentan incluso a niveles de doctorado. Otra forma de precarización del empleo es no contar con una plaza que genere seguridad laboral.
“El aumento de esta gran desigualdad a nivel global nos puede llevar al desastre si no tomamos el desafío de volver a encontrarnos con los medios de volver a reproducir nuestra propia vida. Los problemas de la pandemia son los mismos que teníamos antes de ella, pero ahora bajo una gran lupa que los amplifica, entre las cosas que amplificó es que somos prescindibles para el capital”, detalla.
Frente a esta situación, mucha gente opta por reconstruir sus modos de vida. Señala que algunos recurren a las ventas por catálogo pero contribuyen a hacer más ricas a las empresas trasnacionales que “entienden bien la lógica de los hogares precarizados, las grandes corporaciones han entrado hasta nuestra casa y nos dan una alternativa a lo que ellos mismos construyen, que es el despojo y la sobreexplotación”.
La economía piramidal que ofrecen las ventas por catálogo se presenta entonces como una alternativa, “cuando en realidad es la precarización por excelencia”. Además, se presentan otras formas, como el trueque, que tiene una raíz comunitaria porque permite el intercambio de productos y de alimentos indispensables para la reproducción de la vida.
“El trueque, el tianguis, la tanda, el colado, la construcción de viviendas colectivas donde lo compartido no es un producto para venderse sino para reproducir la vida, no es una mercancía. Esas prácticas han llegado a otros espacios con otros canales, como el internet, donde cada día se encuentran más comunidades en Facebook, Instagram, donde la idea es desacelerar el consumo exacerbado y compartir aquello que no utilizamos, que no nos es indispensable, para que alguien lo pueda utilizar”, agrega.
AUMENTAN VENTAS POR CATÁLOGO
Arlene se inició en las ventas por catálogo en a finales de junio de este año, después de que la pandemia se alargara y se hizo indispensable adaptar su casa para trabajar. Aunque vive sola, vio cómo sus gastos se incrementaban y dejó de percibir la compensación que le daban en el trabajo por puntualidad y como ayuda al traslado.
“En la oficina muchas amigas ya vendían productos por catálogo y yo les compraba, pero ellas son madres de familia, así que siempre lo vi así, como algo que hacen las mamás para mantener a sus hijos. Pero luego me invitaron a vender productos de belleza, porque una vendedora puede invitar a otras y así se hace una cadena, entonces me quité la pena y empecé a ofrecer mis productos. Nos mandamos los catálogos por WhatsApp y todas nos compramos entre todas, al final son cosas que vas a comprar tal vez en la tienda o en línea y mejor ayudar a otra”, agrega.
En su caso no vende mucho, pero en el video que le dieron en la “escuela” de ventas en línea del catálogo que ofrece le explicaron que las ventas pueden convertirse en su mayor ingreso. También se lo dijo su asesora. “Me explicaron que puedo llegar a ganar hasta 200 mil pesos al mes si logro vender suficiente, porque la ganancia se eleva a más del 40% si lo consigo. Dicen que hay gente que dejó sus trabajos y sólo se dedica a estas ventas, aunque tal vez exageran. Mis ventas son de 700 pesos, 800 al mes, pero voy empezando y es una manera de conseguir algo extra, que nadie te regala”.
La Asociación Mexicana de Ventas Directas (AMVD), que reúne a la mayor parte de las empresas que venden por catálogo en el país, informa que en 2019 las ventas totales de la venta directa ascendieron a 90 mil 887 millones de pesos en México y el Estudio de Mercado de la Venta Directa 2019 mostró que el sector generó ganancias extras a 3.3 millones de personas en el país.
El estudio Estatus de la Venta Directa en Latinoamérica Covid-19, que elaboró el grupo Asociaciones de Ventas Directas Latinoamericanas, arrojó que el 15% de los socios consideró que el número de vendedores del canal de venta directa se incrementó significativamente y el 55% estimó que se incrementó levemente, lo que confirma que sí existe un aumento de personas que venden por catálogo.
Aunque no se tiene información segmentada por estado, se prevé que existirá una recuperación paulatina de este tipo de negocios para fin de año, porque “la venta directa es un canal de comercialización muy dinámico, que ha demostrado a través del tiempo su fortaleza y capacidad de adaptación y dado que esta es una alternativa real para millones de personas en épocas de crisis, consideramos que se tendrá una recuperación y crecimiento”.
La AMVD subrayó que este tipo de negocios es una oportunidad de desarrollo económico para personas que se encuentran sin trabajo o que buscan incrementar sus ganancias, lograr independencia financiera o tener un micronegocio, ya que “cada vez hay más casos de personas que después de descubrir talentos y aptitudes en las ventas, pasaron de dedicarle su tiempo libre a una actividad de tiempo completo”.
ESPACIOS DE MUJERES
Ximena organiza tandas desde hace varios años, es algo en lo que empezó cuando se quedó sin trabajo durante dos meses y tenía que cumplir con diferentes pagos. “Viví con lo poquito que me dieron de liquidación y con las tandas me logré financiar en lo que conseguí otro empleo y realmente no sentí tanto no tener ingresos fijos ni me pesó tanto pagar la tanda que había organizado, pero de ahí la gente me pedía otra y otra y ahora es una manera de financiarnos entre todas mis conocidas”.
En su experiencia las mujeres son siempre las que buscan la tanda o la organizan, porque “parece que sólo somos nosotras las que nos ponemos a pensar en que la hace falta ropa al hijo o que nuestras hijas ya no tienen zapatos o que no nos va a alcanzar para algún pago”.
La misma percepción tiene Adelina, quien pertenece a varios grupos dedicados al trueque y ventas por catálogo en las redes sociales. “Ahí estamos todas, nos llamamos amiga, compañera, miren chicas esta es una oportunidad, parece que sólo nosotras tenemos necesidad de intercambiar. De vez en cuando te encuentras hombres, pero ellos «truequean» camionetas, coches, motos y piden parte en efectivo, las mujeres cambiamos nuestras cosas, ropa, pinturitas que nunca usaste, aretes y algunas hasta las cambian por comida”.
La gran cantidad de grupos de trueque e intercambio dominados por mujeres llevó a Alejandro Luna a crear el grupo Swap Querétaro en diciembre del año pasado, para promover el trueque de todo tipo, muebles, ropa, zapatos, electrónicos, juguetes, sin que se promuevan las ventas.
“Los grupos de este tipo fueron creados inicialmente por mujeres, para mujeres y en su mayoría no aceptan hombres. De hecho, muchísimas publicaciones son iniciadas con un ‘hola, nenas’, ‘bonito día, chicas’, por lo que se entiende que están acostumbradas a que sólo participen mujeres en este tipo de grupos. Afortunadamente ya hay varios (hombres) que están empezando a participar. De hecho, esta es la razón principal por la cree el grupo, no fui aceptado en otros y en los que fui aceptado solo el 20% son trueques, lo demás es política, ventas, anuncios”, sostiene.
Considera que el crecimiento de estos grupos se debe a la situación económica y a que “la gente se dio cuenta que somos acumuladores naturales, pero que tenemos muchas cosas que en realidad ya no vamos a usar y las podemos cambiar por algo que sí. Estaríamos regresando a lo más esencial del trueque, hay gente que pide cosas de despensa básica, hay gente que pide dulces y botanas o pasteles, principalmente”.
René Olvera sostiene que en estas formas de economía solidaria hay más mujeres porque son ellas quienes tienen una participación más inmediata en las casas y son quienes “han representado el sostén de la reproducción de la vida, tenemos a las mamás, a las compañeras, a las hijas, no sólo en el trabajo habitual, si lo tienen, sino haciendo actividades que les permitan tener un ingreso extra sin descuidar las labores domésticas, actividades que no tienen una retribución salarial”.
“Esta gran crisis global económica está pegando sobre todo en los cuerpos de las mujeres, ahora con el confinamiento de la pandemia, pero esto no es propio de la pandemia, sino del capitalismo está sosteniéndose esa crisis sobre la vida de las mujeres”, subraya.
VIVIR BIEN, SIN PAGAR TANTO
Como fotógrafa, Melina rara vez tiene ingresos fijos, aunque asegura que nunca le faltó nada. Cuando todavía estudiaba, inició un huerto urbano en su vivienda y poco a poco dejó de comprar algunos productos en el mercado. Después, comenzaron a producir más de lo que ella y su pareja podían consumir así que empezaron a vender hortalizas y frutas entre sus vecinos.
Cuando el trabajo empezó a ser más irregular, empezó a «truequear» lo que tenía por cosas que necesitaba. “Cambio una sandía, jitomates, chiles, por cosas que me hacen falta como pasta de dientes o papel de baño, pero ya no sólo entre mis vecinos, así que busqué en las redes sociales y empecé a ofrecer productos, también plantitas, me hice de macetas que alguien más me ofreció en trueque y ahora ofrezco las plantas y las macetas”.
Olvera Salinas estima que la mayoría de los grupos de trueque en el país todavía opera con un “sentido capitalista, “donde voy a ‘truequear’ lo que me sobra y lo que ya no me sirve o lo que tenemos posibilidad de ‘truequear’. Son cosas de segunda o tercera necesidad, no intercambian productos indispensables como alimentos, como vivienda”.
Para Melina no es tan complicado hacer un trato con las personas. “Te pones de acuerdo, a veces te dicen, yo quiero lechuga, cebollas, jitomate, guayaba y te piden de todo y te quieren ofrecer pañales de bebé que tú no necesitas y te dicen pero es que esto lo puedes vender y sí, pero también puedo vender lo que yo tengo, entonces tratas de ayudar, a lo mejor le das parte de lo que quiere, pero también hay que pensar qué necesitas tú”, abunda.
Los trueques, dice Melina, se van a volver cada vez más y más comunes, así que es mejor pensar qué puedes ofrecer y a cambio de qué. “Si revisas los grupos ves a mujeres que hacen tatuajes y ofrecen hacerte uno pequeño a cambio de leche, frijol, arroz o ropa; ves a otras que ofrece leerte el tarot a cambio de que plantas, otras dan clases de idiomas, los grupos están llenos de mujeres que no ganamos lo suficiente, que sabemos hacer cosas y que somos justas en el intercambio. No sé si hay muchos hombres, yo no los he visto, pero las mujeres sí entramos a los grupos para ayudarnos, es como debe ser una solidaridad real”.