Autoría de 1:46 pm #Opinión, Armando Mora - El Ardiente Rabo

La historia del libro, un paso a su olvido – Armando Mora

La historia del libro es tan importante porque sólo de esa manera entendemos a cabalidad la capacidad de las letras para sujetarse a su signo gráfico y comunicar a vastedad.

Nadie debería caminar sin saber que un libro es tan fundamental, como el aire que llena el espíritu para llegar a comunicar ideas, que trasciendan o, simplemente, darlas a entender con cabalidad.

Si resguardas un libro como lo último de tu vida, te acercas sin remedio a archivar la memoria es un minúsculo fragmento o la pieza de un rompecabezas. Es decir, tener entre manos todo el instante que representa la fascinante historia de la humanidad: la comunicación por medio del lenguaje, sistema complejo-biológico, fisiológico y producto del trabajo, la evolución y su transformación, que permite a la voz, ya dotada de entendimiento, establecer con el habla las condiciones complejas cerebrales para elaborar sistemas comunicativos en cada uno de los pueblos –ya creado el órgano–, a través de sonidos articulados. La capacidad social para crear, en condiciones geográficas y de comercio, entre otras cosas, un propio idioma para comunicarse con claridad; el lenguaje es el sistema, el idioma la forma de entendimiento.

Después deviene otra revolución en la comunicación humana, porque la memoria en el habla no era suficiente para conservar datos, y entonces se tuvo que crear un sistema para archivar, cuya técnica consistía en un buril que incidiera en una superficie, en fin, grabar –escribir– en tablillas de arcilla y dejar un documento que avalara y tuviese perdurabilidad en esos primigenios soportes. Así, de esa forma, quedara grabado el pensamiento, o parte de él; era posible ahora divulgar las ideas, o más bien tener un registro de las cosas, como el caso de una deuda o de un préstamo, las historias vendrían con posterioridad.

De esta manera, a través de cientos de años, de grandes cambios en el dominio de la mano y el cerebro, y a la inversa, va surgiendo un sistema de complejidad brutal, que hasta nuestros días nos acompaña: el sistema de reducir los idiomas a signos gráficos por medio de la escritura, signos gráficos fónicos, abstracción y síntesis, creación de mayor significación para la humanidad; dotar al signo gráfico de un sonido. Dividir en unidades del habla signos gráficos de un solo trazo, que se ven reducidos en ciertos idiomas, pero esto varía. En el caso del español, el abecedario consta de 27.

Ya después de muchos años de trabajo, porque el mundo del Renacimiento lo necesitaba, el conocimiento debería compartirse a toda la humanidad, se inventa, con mucha labor, trabajo y tesón, la imprenta, es decir, la tipografía, y algo más que cambiará al mundo laboral: la división del trabajo. Historia compleja que se sostiene sólo al mirar todo en un simple y llano libro impreso. A Gutenberg le costó casi toda su vida crear el sistema de reproducción por medios mecánicos: la prensa, la tinta, el papel, la tipografía, y su estampación nunca más igualable.

Plantearse la historia del libro en unas breves líneas es irresponsable, pero grandes hombres y mujeres que vivieron en carne propia las avatares de la imprenta son testigos, grandes trabajadores, creativos, sostenedores de la más difícil comunicación humana que resulta al expresarla por medio de la letra impresa. La letra impresa, en conjunto con la escritura, juega un papel de grandes avatares y de estudios acuciosos. Pensemos que la letra en sí misma ya lleva implícito el sonido, no podemos dejar de abstraernos a ello, por eso, su grado de entendimiento es de mucho estudio, reflexión y trabajo dentro de las artes gráficas, pero pocos son los que miran desde esa perspectiva. Cuando el signo gráfico se nos presenta así, A, no dejamos el pensamiento en silencio, al contrario, repetimos en nuestro cerebro su sonido, A. Gráfica y sonido unidos. Esta unidad es una historia polémica que sólo el materialismo histórico ha podido resolver, bueno, uno necesita interpretarlo.

Dejaré este brevísimo comentario para hacer referencia a una de las historias del libro que es fascinante, de fácil comprensión y que ha ido quedando en el olvido para dar paso a textos sin rigor histórico ni técnico, sólo especulativos. Me refiero a la del soviético M. Ilin (1889-1967), ingeniero y científico, uno de los autores que con mayor tenacidad se dedicó a publicar libros para la juventud. Pero en su Historia del libro, editado en 1984 por Ediciones Quinto Sol, destaca un prólogo magistral de un escritor, guionista de cine y editor cubano, Ambrosio Fornet; en esta ocasión, dos hombres en el olvido. Vale aquí detenerse a leer el prólogo, fino acercamiento para abrir el apetito del libro de Ilin. Tengo que decir que Fornet publicó una historia del libro en Cuba. El caso de Ilin nos da un panorama de gran entendimiento para acercarse a la historia del libro con anécdotas y datos históricos que dan una idea clara de cómo fueron cambiando los soportes, las materias escriptorias, para definir las características que acompañan a un libro a través de la historia y de cada una sus tesituras dentro de las artes gráficas para que llegue a los lectores. M. Ilin posee una capacidad de reducir lo complejo a una explicación sumamente fascinante; este tipo de textos deberían ser fundamentales en la enseñanza escolar que está cada día más alejada de la historia de la escritura y del libro. Ilin abre su historia con la siguiente reflexión:

¿Cómo era el primer libro?

¿Estaba impreso o escrito a mano? ¿Estaba hecho de papel o de cualquier otra materia? Si existe todavía, ¿en qué biblioteca se le podría encontrar?…

Si nos alejamos de la historia de la escritura y del libro, es simple, es lejanía a la comunicación humana y, por tal, al entendernos. Así de simple.

Baste hasta aquí para que el lector busque con fruición los libros de M. Ilin.

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Last modified: 24 junio, 2024
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