Autoría de 2:49 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito • 2 Comments

Donde van las hormigas – Víctor Roura

Dije: es como si unas hormigas caminaran sobre la palma de mi mano.

      Sentiría cosquillas, pero no.

      Un sobresalto, pero tampoco.

      Dije: si las hormigas se treparan en la piel que cubre mi pecho, entonces reinaría el silencio para oír los golpes de mi corazón.

      Dije: si las hormigas inundaran con sus lentos pasos mi desnudo cuerpo, sabría que dos palabras caben en su cintura mientras una dura lluvia cae del otro lado del espejo.

      Quiero decir alguna verdad, pero acaso no tiene la menor importancia, la menor gravedad: sin embargo, escucho el susurro de sus besos en la oscuridad. ¿Cómo callar el sonido del amor? Recorro su nombre con mis dedos, grito calladamente en sus abandonados ojos. Hoy nadie va a venir a decirme que se está haciendo demasiado tarde: pinto de carmín sus labios ya enrojecidos, de rojo fuego, de rojo que duele, de rojo que adormece la mirada que no quiere mirar sino su boca que es una hoguera.

      Dije: es como si unas hormigas pernoctaran en mis piernas un cálido y enfebrecido fin de semana.

Foto: Florin Firimita

      Sentiría un estremecimiento, pero no.

      Sentiría un escalofrío, pero tampoco.

      Dije: seguramente unas hormigas rondan por mi cabeza atolondrada, y me subo en una escalera hacia el cielo y desciendo por los verbos que no conjugo. ¿Por qué el amor no es blando como una nube? Yo puedo contar un cuento de mentiras como un monte que se deshace en un soplido, yo puedo, quizá, pintar un cuadro donde sus caderas sean el mundo donde vivo. Pero en la hora fría de la madrugada me cobijaré en los fantasmas de mi alcoba.

      Quiero decir una verdad como un abanico, mas presiento, y me lo guardo, que no tiene la menor importancia, la menor gravedad: he descubierto el rumor de sus pies cuando anda nocturnamente en las alfombras, me ha desvelado el aroma de su intimidad.

      Dije: la idea de las hormigas me devuelve el concepto de la revelación pasional. Yo tengo unas hormigas apretadas en el puño. No sé para qué, no sé para cuál. La Luna me mira y me regaña: dice que un perro ladra a lo lejos, y yo me encojo de hombros y digo a mí qué diablos me importa. Tengo unas hormigas en el puño para soltar en la mesa como barajas rotas. He de confesar ciertamente una verdad, aunque carezca del menor interés: el enamoramiento empieza en la noche en que la Luna se oculta detrás de la espalda de una bella mujer.

      Y el cuerpo hormiguea, pero no.

      Y el cuerpo se turba, pero tampoco.

      ¿Cómo se habla del amor si el amor no tiene definición?

      Dije: voy a poner bajo la almohada un hormiguero para que me despierten unas hormigas rojas, rojas como el viento avergonzado, rojas como su nariz en el invierno.

      Dije: voy a poner sal de hormigas en la comida del mediodía para que la digestión fluya apaciblemente, y pinto de paso de rojo, y pinto de rojo de paso su boca enrojecida, de rojo profundo, de rojo alterado. ¿Por qué el amor se va como viene?

Foto: Helmut Newton

      Dije: ahorita vengo, voy a hablar con las hormigas, que algo tienen que decirme.

      Y las escucho extasiado, pero no.

      Y las escucho muerto de miedo, pero tampoco.

      Dije: quiero dormir con un par de hormigas para que canten una canción mientras sueño. Entonces escucho la música de su voz. Entonces abro los ojos para creer que la veo. No ha pasado mucho tiempo desde la vez en que no quiso darme un beso. Pudo haber caído ya el cielo e iluminarse el centro del océano, pero la otra tarde tampoco besó mi boca. El amor es un largo postergamiento, como las palabras que se pierden en las colinas que un pintor distraído ha pintado de rojo disfrazado de un enrarecido viento, de rojo escandalizado, de rojo que no quiere ser ya más rojo. ¿Por qué la mujer entra en el corazón de los hombres de manera precipitada?

      Y me muerdo el labio inferior, pero no.

      Y me lacero la lengua, pero tampoco.

Foto: Driu & Tiago

      Dije: es hora de que las hormigas revoloteen como las mariposas, es tiempo ya de que crezcan sus alas y se vayan volando como el olvido. Es tan fácil desmenuzar la palabra amor, como decir cien veces te quiero y despertar con un nuevo nombre en la punta de los dedos. Miro sus ojos y miro en ellos una historia inacabada de pasión, como la tienen quizá mis ojos, como la tienen tal vez todos los ojos. Somos un fragmento apenas de lo que quisimos ser.

      Y no lo decimos a nadie, pero no.

      Y lo callamos eternamente, pero tampoco.

      Dije: es como si unas hormigas me cargaran sobre sus espaldas, me llevaran a un sitio desconocido, me desnudaran ante su dios. ¿Por qué el amor sólo tiene cuatro letras? Me voy con las hormigas que ella me ha traído en una botella de vino. Me voy rumbo a no sé qué destinos, hacia una piel intocada, acaso. Donde las hormigas se pintan de rojo para simular diminutos labios encendidos.

Foto: Armando Trejo

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Last modified: 29 julio, 2024
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