De origen humilde, guadalupano por su nacimiento y de vocación, Ramírez Álvarez fue ejemplo de constancia y dedicación para conseguir los más elevados ideales, tanto personales como profesionales, su denodado esfuerzo para mejorar sus condiciones de vida lo llevó a realizar estudios para librarse del oficio de carpintero al que su padre quería que se dedicara, acreditó sus estudios de primaria y secundaria, para poder ingresar al Colegio Civil y cursar la Preparatoria y finalmente, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro, de donde se graduó en 1953, a la edad de 33 años. Es sin duda, un personaje ejemplar que vivió y transformó a Querétaro en aquellos tiempos en que la ciudad no tenía cátedra, ni universidad ni un periódico.
Sus extraordinarios aportes literarios, su brillante carrera de periodismo y su extensa labor docente, quedan como testimonio de su fecundo trabajo, mismo que abarcó los ámbitos académico, cultural e intelectual, y de manera sobresaliente, la historia de Querétaro.
Abogado, Notario, periodista —con una trayectoria superior a los 25 años—, director de El Heraldo de Navidad, historiador y autor de una veintena de libros sobre la Historia y las tradiciones de Querétaro, maestro universitario, Director del Museo Regional, director de la Facultad de Derecho, rector de la Universidad Autónoma de Querétaro en dos períodos y creador del Centro Universitario, cronista de la ciudad de Querétaro y primer cronista del estado de Querétaro, fundador de dos importantes periódicos: Amanecer y Diario de Querétaro, orador extraordinario y elocuente y sobre todo: un queretano absoluto, esencial.
Nació en Santiago de Querétaro el 12 de diciembre de 1920 y murió en esta ciudad el 18 de mayo de 1986. Indudablemente, la más importante aportación de Ramírez Álvarez lo constituye la creación del Centro Universitario, actual sede principal de la Universidad Autónoma de Querétaro, pues él fue quien encabezó la comisión que elaboró y presentó el proyecto para su construcción al Presidente de la República en 1972. Su elocuencia y capacidad oratoria convencieron al mandatario para emprender la obra que culminaría con la inauguración de la nueva sede universitaria el 8 de diciembre de 1973.
Es de destacar su ininterrumpida labor como docente en la Universidad Autónoma de Querétaro, en donde formó a miles de profesionistas en el campo del Derecho, Administración, Contaduría y Psicología, además, de manera simultánea, impartió clases en la Benemérita Escuela Normal del Estado durante treinta años.
Apasionado de la historia, publicó más de 20 libros que constituyen un valioso acervo para conocer la historia y las tradiciones de la hoy ciudad de Santiago de Querétaro.
En su labor periodística, la cual abarca un periodo de veinticinco años, fundó los periódicos, Amanecer y Diario de Querétaro, condujo programas de radio en Radio UAQ, XEQG Canal 98, XEJX y Canal 9 de televisión. Su vocación docente le llevó a forjar a jóvenes periodistas que abrevaron del maestro, quien con rigor, disciplina y energía, les enseñó a escribir con sensibilidad y ética.
Hombre de trabajo, de valores y virtudes bien cimentados, no dudó en enfocar su esfuerzo en la generación de los valores comunes que nos identifican y contribuyen al engrandecimiento de nuestra entidad, por ello, considero que era pertinente y justo que el municipio de Querétaro honrara la memoria de este personaje ingresando sus restos mortales a este recinto de honor en tiempos de Marcos Aguilar Vega como alcalde, el 12 de diciembre de 2016. El gobernador Mariano Palacios Alcocer lo homenajeó de por vida con el profesor Eduardo Loarca Castillo al haber creado la figura de Cronistas Municipales en 1987 en los dieciocho municipios y no nada más en la capital y en San Juan del Río. Pepe Calzada lo revivió al rescatar el cargo de Cronista del Estado en septiembre de 2012.
Con el titánico esfuerzo de la rectora Teresita García Gasca el pasado diciembre, en lo que fuera la casa del insigne maestro en Escobedo 67 poniente, se presentaron “Las Memorias de J. Guadalupe Ramírez Álvarez”, en un gran libro editado por la Máxima Casa de Estudios con la participación del cronista universitario Juan Trejo Guerrero.
Pero lo que es digno de resaltar es que por fin, después de 34 años de burocracia judicial y trámites de tinterillos y cagatintas (entre los que me incluyo como ex presidente municipal), por culpa del desordenado testamento que dejó el maestro, Teresita García Gasca logró poner de acuerdo a los legatarios Diario de Querétaro, Municipio de Querétaro y UAQ para que la vieja casona se compre por parte del Patronato de la UAQ dirigido inteligentemente por mi condiscípulo Carlos Núñez Gudiño, y que éste a su vez lo venda a la Máxima Casa de Estudios para hacer un gran centro cultural, que podría ser la ansiada Biblioteca de Querétaro.
Así las cosas, nuestra Universidad daría becas a los más brillantes y necesitados tal y como lo quiso el gran maestro, cosa que no ha dejado de hacerse de manera generosa desde que llegó a la rectoría Gilberto Herrera Ruiz. Teresita eficaz y eficiente: las cosas no son de los que las piensan sino de los que las hacen y crean. He dicho. Les vendo un puerco marquesino a quienes le robaron a don José Guadalupe las pantuflas y la bata roja en su casa de La Cañada.