Autoría de 3:04 pm Los Especiales de La Lupa

El negocio de la droga en tiempos del Covid; conoce a Sugarman, narcomenudista queretano

ENTREVISTA: CARLOS P. JORDÁ / LALUPA.MX

“Obviamente no se vende lo mismo; yo creo que se bajó la venta un 50 por ciento… o hasta el 60”, calcula Sugarman. Su empresa, al igual que la mayoría, se ha visto afectada por la pandemia. Ha tenido que adaptarse a las medidas de seguridad sanitarias, a pesar de manejarse al margen de la ley. Sin embargo las entregas a domicilio ya eran parte del día a día mucho antes de la llegada del Covid-19.

¿QUIÉN ES SUGARMAN?

Con 27 años de edad y 10 en el negocio, su alias es referencia entre la clientela queretana, por ello que haya puesto en manos de este reportero un nuevo apodo que salvaguarde su identidad. La traducción literal de “Sugarman” es hombre de azúcar, pero, inspirado en la canción de Sixto Rodríguez, la forma más adecuada de interpretarlo sería: el hombre de los caramelos.

Sí, caramelos para fiestas; mas no para fiestas infantiles. Este es el menú: “cocaína, ese es el fuerte; también vendo crack, ese es sobre pedido, pedidos grandes y no le vendo a cualquiera; vendo molly (MDMA); vendo LSD; vendo tachas; y vendo weed (marihuana), pero también de muy buena calidad”. Sugarman asegura que es capaz de conseguir cualquier otra golosina —derivados de cannabis, por ejemplo—, aunque prefiere recomendar a otros vendedores o a sus subordinados.

“Estoy haciendo algo que es contra las reglas, entonces (me) dije: si vas a hacerlo, hazlo bien, si no mejor no lo hagas”, fue la lógica que este hombre —en aquel entonces prácticamente un niño— obedeció para adoptar la venta de drogas como forma única de ganarse la vida. Explica: “yo lo veo como un negocio porque si no lo hago yo, lo hace alguien más”. También aclara que tiene sus propias normas; como no mentir respecto a la calidad de su producto ni ofrecerlo a desconocidos. No tiene ningún inconveniente con los reembolsos en caso de que el cliente no reciba lo esperado, siempre y cuando, por supuesto, se devuelva la sustancia a cambio.

¿CÓMO HA AFECTADO LA PANDEMIA AL NEGOCIO?

Hace tiempo que Sugarman intenta llevar su producto hasta el paradero del cliente —generalmente zonas residenciales—. Igual es común que exista una negociación de por medio: dime cuánto compras y dónde andas, yo te diré en cuánto tiempo llega tu pedido ó, dependiendo de tu urgencia, si te conviene acercarte a un lugar que se acomode a la ruta. Por ello que la invitación al confinamiento por parte de las autoridades, ante la crisis sanitaria, no afecta el modus operandi de Sugarman. Sin embargo el “quédate en casa” no deja de ser la variante que más pérdidas ha ocasionado en el negocio.

“Muchos de mis clientes son jóvenes… tienen que salir de sus casas, no pueden estarse drogando a lado de sus papás, ¿no?”. La obviedad que remarca Sugar, aunada a la clausura de moteles y sitios de entretenimiento nocturno, significan una baja de más del 50 por ciento en las ventas. “No hay donde la gente pueda hacer las cosas que no están bien vistas por la sociedad”, dice a lalupa.mx

A los factores que disminuyen la ganancia neta se suma el alza del dólar. Un kilo de cocaína, la especialidad de la casa, cuesta 16 mil 500 verdes. A Sugarman, quien todo tiene que convertirlo a moneda nacional, las matemáticas le dictan lo siguiente: a principios de marzo del 2020, el precio del dólar aún no llegaba a los 20 pesos mexicanos; hoy, últimos días de abril, cuesta 24 pesos; por lo tanto, en dos meses el costo de su producto ha aumentado cerca de 55 mil pesos; o sea alrededor de 3 mil dólares; es decir entre 13 y 18 por ciento. Las variaciones dependen del día y, por atención a los consumidores, él no puede subir sus precios de golpe, por ende su bolsillo recibe el mayor impacto.

Sugarman lamenta haber creído que la alerta por el virus sería pasajera y no haberse prevenido, pues también está teniendo problemas para abastecerse. Con el cierre de fronteras internacionales lo primero que dejó de importarse fue el MDMA (éxtasis) que se envía desde Bélgica. Por otro lado, hace apenas unos días el proveedor de cocaína informó que el producto traído de Venezuela escaseaba. “Está en el mismo precio, pero como no hay, casi casi que es como una subasta, ¿me entiendes? Entonces sí está muy crítica la situación”.

Los riesgos a los cuales se expone Sugar nunca han sido menores, mas no por ello ha dejado de adoptar las máximas medidas de seguridad sanitaria. “Tengo un frasco de gel antibacterial y cada que hago una entrega me limpio las manos, tengo cubrebocas y guantes. También tengo mi máscara de acrílico. Todo el dinero que me entregan lo meto en una Ziploc y le doy rociadas de Lysol y al final, en mi casa, también llego y lo baño en Lysol para después poder contarlo”.

¿A QUÉ LE TEME SUGAR?

“La verdad no siento miedo… más bien me da miedo mi economía… y no es miedo, pero es como: güey, si no salgo y tengo tantos gastos, pues me van a alcanzar y no voy a poder solventarlos. No puedo dejar de trabajar”. Sugarman es un hombre que todo lo mira en términos monetarios, por ello es que contar con un seguro de gastos médicos lo tranquilice más en cuestiones económicas que de salud. Ya ha hecho el comparativo hipotético de cuánto le costaría contraer el Covid-19 sin gozar de un seguro particular.

¿Para qué tomar las medidas preventivas mencionadas anteriormente si no hay temor a contagiarse? ¿Cuál es el propósito de quitarse la ropa al llegar a casa y ponerla en una bolsa de plástico destinada a la lavadora? Lo cierto es que sí existe un miedo, y no es otro que ser la causa de que sus hijos se enfermen.

“Desgraciadamente siempre hay fiesta a donde voy, güey. Todos mis clientes se llevan muy bien conmigo, me dicen: `pasate´ y cosas así. Y pues uno se hace la víctima y le pasa”. Sugar no bebe en horas de trabajo, pero, naturalmente, su horario laboral suele coincidir con los ratos de farra de la clientela. Puesto que no hay muchos pedidos, se entretiene en las reuniones de los compradores que no acatan el aislamiento, pero su abstinencia alcohólica lo ha llevado a iniciarse en el vicio del cigarro y a aumentar su consumo de cocaína. Esto último resulta contraproducente para el negocio, pues usualmente, al calor de la juerga, no encuentra reparo en sacar “bolsa y bolsa y bolsa” de su propio producto para degustación propia y de narices ajenas.

A su vez, tomando en cuenta su propia perspectiva, el modus vivendi de Sugarman hace que todas sus medidas de sanidad se vuelvan obsoletas. “Si ya estás ahí, por sentido común, no importa si pasas la llave o la bolsa, si ya está enfermo alguien ahí te va a enfermar. Ya mejor no pienso en eso. Ya no importa si chupa mi llave, si se mete… estando a lado de alguien contagiado ya valiste.”

El riesgo de ser atrapado por la ley, ya sea en tiempos ordinarios o de crisis, es algo implícito para cualquiera cuya actividad sea ilícita. Debido a la contingencia, el flujo de automóviles se ha reducido, lo cual ha visibilizado más la presencia de cuerpos policiacos. ¿Acaso este factor no hace más riesgosa la operación de Sugarman? Responde: “si lo ves a probabilidad y estadística pudiera ser que sí, porque eres el único carro que va pasando a esa hora y por ende tienen que pensar: ¿qué hace este güey pasando a esta hora?”

Igual descarta alguna preocupación; “siempre estoy preparado para eso. Sé que decir, sé que hacer, sé donde tengo mis cosas guardadas. Es muy difícil que te lleguen a agarrar por un punto de sorpresa. La única forma que me pudieran agarrar rápidamente es que alguien me denuncie”. Sugar relata que el único altercado con la justicia que ha tenido durante la cuarentena fue hace unos días cuando una patrulla del municipio de Corregidora lo detuvo por no traer cubrebocas, situación en la cual el verdadero problema se tornó a que había olvidado su licencia. Nada que una “mordida” (soborno) de 500 pesos no resolviera.

La conclusión mutua —del entrevistado y el entrevistador— es que el miedo hace más vulnerable a las personas ante cualquier situación. “La medicina moderna dice que no hay peor enfermedad que la que uno se produce a sí mismo”, asegura Sugar.

EL CORONAVIRUS A TRAVÉS DE LA MIRADA DE SUGARMAN

Con tal oleaje de información como el que hoy inunda todos los medios de comunicación, es común que cada quien cree su opinión (o teoría) a partir de lo que consume —mira, escucha o lee— y lo que observa desde su ámbito —profesional y personal—. Puesto que su oficio demanda transitar, constantemente y a diversas horas, las calles de la ciudad queretana, el punto de vista de Sugar sobre el actuar de la sociedad y las autoridades, a nivel local, pudiera ser una referencia muy cercana a la realidad.

“Esta tercera fase y mitad de la segunda fase como que a la gente le valió, eh. Yo veo más autos en la calle, antes (durante la primera fase) estaba desolado”, dice. Y, puesto que sabe por experiencia propia que la gente no ha dejado de reunirse para beber, tampoco le parece tan descabellado que los alcoholímetros sigan funcionando. Esto, lejos de dificultar su trabajo, lo favorece; “como ya vieron que es negocio, desde el policía que se deja que le entreguen la mordida, o para el gobierno de tanto que pagan de multa, corralón y todo eso, pues ya no lo van a quitar, y entonces dejaron de hacer los retenes normales donde hacen revisiones”.

Una calle en Wuhan, China.

Sugarman se mofa de las teorías “conspiranóicas” de quienes aseguran que el virus no existe. Él no mira la televisión, se informa a través de notas que encuentra en internet y hace referencia a una en específico cuando se le pregunta su visión general, o si tiene una teoría predilecta respecto al coronavirus. “Ayer leía un artículo donde dice que: ¿cómo puede ser posible que Wuhan, una ciudad de China, sólo se haya esparcido ahí el virus y no haya llegado a Shanghai ni a Beijing? ¿Me entiendes? ¿Cómo no llegó ahí y cómo llego al resto del mundo tan rápidamente? Entonces yo siento, por eso que leí, que China lo controló. Entonces pudiera decir que, por ese artículo que leí, a lo mejor si fue una guerra bacteriológica o como la quieras llamar.”

Esta charla que comenzó como una entrevista periodística, con indagatorias anotadas en un cuaderno y respuestas concisas, termina asemejándose más a un cotilleo telefónico de intercambio de ideas, proyecciones y teorías. Sugar invierte los papeles y pregunta qué piensa el reportero. Obtiene una respuesta y, sin concordar, avisa que comprende la postura. “Pues yo creo que esto no se va a acabar hasta que haya una vacuna. Y pues ya, de algo nos tendremos que morir. Ójala no nos muramos nosotros ”, concluye.

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Last modified: 27 septiembre, 2021
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