Autoría de 3:30 am Cartas desde la Cuarentena

Me convertí en viróloga, científica y opinóloga – Karla González

Berlín. 18 de marzo. «La situación es seria. Tómenla también en serio». Expectantes, millones de alemanes se congregan frente al televisor para escuchar el discurso grabado de la canciller Angela Merkel, quien grave, con un dejo de preocupación, advierte:  «Desde la Segunda Guerra Mundial no se había planteado a nuestro país ningún otro desafío en el que todo dependiera tanto de nuestra actuación solidaria mancomunada…» Merkel hace una pequeña pausa y anuncia lo que es inevitable: «Debemos limitar el riesgo de contagio de la única forma posible y ésta es: reducir la vida pública al máximo posible, aunque con sentido común y medida».

Para que no queden dudas, detalla las medidas que permanecerán en los próximos meses: «Yo sé cuán dramáticas son ya las restricciones: no más eventos, ni ferias, ni conciertos; y, por lo pronto, tampoco más escuela, ni universidad, ni jardín infantil, ni juegos en los parques. Yo sé cuán duramente golpean nuestra vida y nuestra idea de la democracia los cierres acordados entre el gobierno federal y los regionales. Son restricciones que jamás hubo en la República Federal de Alemania…»

«La situación es seria. Tómenla también en serio».

¿Cómo?, me pregunto, apenas voy saliendo de una cuarentena e iniciando lactancia y voy a entrar a otra, que la fuerza me acompañe, ironizo conmigo misma.

Cuatro días después del mensaje de Merkel las calles de las principales ciudades del país se ven cada vez más vacías: Se prohíben las reuniones en exteriores de más de dos personas. Se recomienda reducir los contactos con otras personas fuera de la propia casa y mantener una distancia de 1.5 metros. Se cierran los restaurantes, aunque se permitirá el reparto a domicilio.

Cuatro días después del mensaje de Merkel las calles de las principales ciudades del país lucen cada vez más vacías.

24 de marzo. Llevo dos noches sin poder dormir. Comienzo a manifestar algunos signos de ansiedad, insomnio, incertidumbre y también miedo, antes de intentar cerrar los ojos pienso que si no existiera Internet, no estaría informada al minuto de lo que sucede en el mundo. Me he convertido en una esponja succionadora de noticias, cifras y de expresiones emocionales no controladas en Facebook.

29 de marzo. Sin querer desperté a mi bebé, quizá sintió mi estrés. No es justo seguir de esta forma, en mi mente sólo pasan preguntas como ruleta, queriendo entender el ¿por qué?, ¿quién nos hizo esto?, ¿qué sigue?, ¿cómo le está yendo a mi México?, ¿cuándo nos volveremos a abrazar? ¿serán reales las teorías conspiratorias? Y así un cúmulo de preguntas se pasean por mi cabeza, sin respetar un orden, una lógica o una normalidad, pero ¿qué es la puta normalidad, si el mundo desde hace años está de cabeza?, la gente nace y también muere todo el tiempo por accidentes, diabetes, cáncer, asesinatos, suicidios, etcétera.

Respira profundamente, sólo respira y vuelve a dormir, mañana será otro día. Respira y un día a la vez.

“Cuando más oscura está la noche, más pronto va a amanecer”, frase célebre que mi abuela materna solía pronunciar y que sólo recordarla, me ayudó a dormir tranquilamente.

UN FLASHFORWARD

Ya transcurrieron 80 días de las restricciones impuestas por las autoridades del gobierno alemán.

¿Qué pasó en ese lapso? Me convertí en viróloga, doctora, científica y opinóloga de redes sociales sin tener ápice de idea de los temas que se debatían. Leí todas las cartas que otros escribieron para esta serie de LaLupa.mx y nominé mis favoritas. Tuve miedo; me enojé, discutí, lloré, me quejé del clima, puse en cuarentena mis redes sociales, tuve noches de insomnio… es suficiente.

«Ahora practico yoga todos los días en mi oficina favorita, la cocina».

Elegí parar y dejar de ver afuera y empecé a ver hacia adentro y automáticamente empezó a salir el sol. Cambié mi programación, ahora practico yoga todos los días en mi oficina favorita, la cocina. Me inscribí en un entrenamiento de alemán para fortalecer mis habilidades en el idioma. Borré la aplicación del Facebook de mi teléfono y comencé a ver noticias una vez por semana, sólo para estar al día sobre las nuevas disposiciones. Me puse a sembrar semillas de frijoles mexicanos. Empecé a meditar y a centrarme en el ahora y reciclo lo que puedo, porque creo que sólo tenemos un planeta y si no pongo de mi parte, el coronavirus únicamente será el pequeño moco molesto de una verdadera crisis planetaria que no tendrá piedad de nada.

LA CALLE, AL FIN

A partir de mayo comenzó una apertura paulatina, pero bajo estrictos protocolos: es obligatorio utilizar cubrebocas, principalmente en el transporte público y en las tiendas de conveniencia. Desde el 4 de mayo, éstas abren y cierran bajo estricta y rigurosa observación, para analizar el comportamiento del virus.

Los eventos masivos como carreras pedestres y maratones, se cancelan. Sí, incluso el tradicional y conocido mundialmente Maratón de Berlín, así como el Oktober Fest en München. ¡Histórico!

Las iglesias de todas las religiones en el país comienzan abrir sus puertas, pero no pueden entrar más de 50 personas para mantener la Susana Distancia. Las plazas comerciales anuncian un control “riguroso”, por ejemplo en 20 metros cuadrados entra una sola persona; es decir, a una tienda que tiene 200 metros cuadrados, entran diez personas, y sólo habrá un acceso para asegurarse cuántos entran y cuántos salen.

«En mis tiempos ‘libres’ reciclo; atrás de la computadora están mis frascos de puré de bebé adornados con mecate».

Mi lado pesimista ruega para que esta apertura no vaya a provocar un rebrote del nefasto virus, y ello nos regrese a otro pico de contagios y muertes y, de nuevo, al encierro. Mi lado optimista opina que luego de casi 9 mil muertes (en el mundo, más de 400 mil fallecidos) y 186 mil casos hay que agradecer a la vida que tenemos salud y que cada mañana vemos el amanecer.

PD A partir de la segunda semana de mayo, en las principales ciudades alemanas miles de personas se han manifestado, prácticamente todos los días y sin Susana Distancia, contra el confinamiento, contra el racismo (por el caso Floyd) y ¡hasta contra la vacuna anti-coronavirus! (por aquello de las teorías conspiratorias), que, por cierto aún no existe. Sí, en un mundo habitado por siete mil millones de personas, cada humano cree en lo que quiere creer, pero precisamente cuando leo este tipo de noticias mi lado pesimista me comienza a invadir, y algo me dice que una posible segunda ola de contagios será catastrófica.

CUANDO SE ACABE TU CREATIVIDAD, PÍDELE CONSEJO A UN NIÑO

El más pequeño de la casa tiene un corral en el que está instalado un volante muy bien equipado para hacer viajes a donde la imaginación lleve. Hay varias opciones para emprender el camino, se puede hacer por barco, avión, tren, camión y patrulla. Generalmente tomamos el avión, el piloto lo activa con un botón color naranja y automáticamente se prepara todo para arrancar una nueva aventura…

KARLA GONZÁLEZ ES ESPECIALISTA EN COMUNICACIÓN INTERNA POR LA UNIVERSIDAD DE LA SALLE BAJÍO. EN QUERÉTARO ESTUVO A CARGO DE ÁREAS DE COMUNICACIÓN INTERNA Y SOCIAL EN LOS TRES NIVELES DE GOBIERNO. HOY, VIVE EN BERLÍN, GENERALMENTE EN TRES IDIOMAS.
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Last modified: 22 septiembre, 2021
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