Entre los “otros números” y el virus que “anilló el dedo” de nuestro país, hoy más que nunca se resienten los problemas estructurales de México y las malas decisiones vienen con lupa.
“En México hay subregistro de cifras de decesos y contagios por Covid”, afirmó el diario británico Financial Times.
Fronteras cerradas para nuestro país y pareciera que su cara frente al mundo sigue en un papel ensimismado con un viejo discurso que las únicas nuevas que contiene son malas.
Sin un sistema nacional transversal de detección, monitoreo y seguimiento de infectados por Covid-19, seguiremos tratando al enfermo con los ojos cerrados y sin ubicar los focos de infección.
No podemos seguir hablando o decidiendo al tanteo, sacando cuentas chinas lo que se calcula en pesos mexicanos, o lo que es peor, calibrando al “ahí se va” lo que se reduce a vidas humanas.
La semana pasada presenté un exhorto al presidente de la República y al titular de la Secretaría de Salud de gobierno de la República para atender la urgencia de implementar una estrategia nacional de salud que reduzca el riesgo de contagio e incremente la detección, monitoreo y seguimiento de agentes y zonas de alto contagio de Covid-19.
Las estrategias de aplicación de pruebas de detección funcionan para lograr tres objetivos principales, según la OCDE: suprimir el resurgimiento de brotes locales, identificar a las personas que han desarrollado inmunidad y pueden regresar al trabajo de manera segura, y obtener inteligencia sobre la evolución de la epidemia, incluso cuando se ha alcanzado un umbral para la inmunidad del rebaño.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Gebreyesus, afirmó que es necesario cortar las cadenas de transmisión del virus, “y para lograrlo hay que hacer pruebas y aislar”. Añadió que “no se puede combatir un incendio con los ojos vendados. Y no podemos detener esta pandemia si no sabemos quién está infectado”.
La situación se agrava si consideramos que México tiene una tasa de un confirmado por cada dos pruebas de Covid-19, sobre todo si se estima que el país es de uno de los que menos pruebas realiza en la población. El académico de Harvard Eric Feigl-Ding en su cuenta de Twitter escribió: «estoy llorando por México. Hay más de un 50% de positividad».
México no está haciendo pruebas suficientes a la población para saber la penetración de la enfermedad, sino únicamente en los casos con síntomas más severos para saber cuántos enfermos graves necesitan de insumos médicos. Si bien la positividad no implica proporción de casos en la población, sí es una herramienta fundamental para hacer estimaciones y diagnóstico.
La razón de la alta tasa de positividad en México tiene que ver con el modelo de vigilancia epidemiológica elegido que refleja un diagnóstico insuficiente y un tratamiento deficiente, por lo que son necesarias más pruebas o detecciones.
México supera los 35 mil fallecimientos oficiales por Covid-19, quisiéramos que fuera lo mismo para un partido de futbol mundial, pues ya superamos a Italia, rozando más allá de los 300 mil infectados.
Ahora entiendo el afán de insistir en que México “tiene otros datos” de los que la realidad señala, pues es la realidad misma es la que no nos conviene encarar.
Actualmente la tasa de letalidad global, número de muertes por Covid-19 divididas entre personas confirmadas con la enfermedad, es de 5.4 % de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México superamos el 11%.
Esta cuarentena con sabor a eternidad vislumbra futuras oleadas si no ubicamos en el mapa las redes de contagio, que son prevenibles.
El que viendo el tornado de frente no se prepara para arraigarse, sufrirá el vuelo del “hubiera” que arrasa con mucho. México es el país con menos pruebas de detección de Covid-19, con apenas 0.4 por cada mil habitantes. Si bien, las pruebas masivas son inadecuadas por la composición demográfica y social del país, es urgente y posible la detección estratégica.
La reactivación económica no puede conciliarse con consumidores, trabajadores, emprendedores, comerciantes y mexicanos enfermos de incertidumbre.
No perdamos de vista que somos un país con un gran número de casos de diabetes, de acuerdo con números de la Federación Mexicana de Diabetes (FMD), se indica que la diabetes se encuentra en el segundo lugar dentro de las principales causas de mortalidad en el país. Más dulces a la piñata, pues la hipertensión y la obesidad también forman parte de las mismas causas.
Algunos especialistas refieren la utilización de sistemas de geolocalización y rastreo de números de emergencias médicas que ubiquen el origen de las llamadas de personas con síntomas sospechosos.
El Indicador Global de la Actividad Económica hiló 12 meses de caídas. El IGAE mostró una contracción de 19.7% anual en el cuarto mes de 2020, con cifras fuera de estación, con lo cual, la economía registró su peor mes en la historia del indicador.
Tenemos frente a nuestros ojos perspectivas de superación de la pandemia poco alentadoras.
Las condiciones para regresar a una plenitud social, económica, política y familiar se disminuyen ante un escenario de salud incierto aunado a una crisis sanitaria sin precedentes.
Hemos visto cómo otros países han regresado al confinamiento por rebrotes. Tan sólo en Latinoamérica los contagios se aceleran en países como: Chile, Bolivia, Ecuador y Brasil.
Esperemos no regresar a esa vieja normalidad que parece no termina de irse, de “verdades a medias” o de contagios por desinformación y polarización generalizada sin rumbo.
Ojalá vayamos de regreso a la conciencia a largo plazo con el único destino de frente: recuperar a México y reactivar su vitalidad.