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Rodolfo Montoya, ¡el auténtico gatillero del futbol mexicano!

ENTREVISTA: ENRIQUE CALDERÓN/LALUPA.MX

Quien tenga duda sobre si Rodolfo Montoya es el verdadero gatillero del futbol mexicano, debería preguntarle a Pilar Reyes, quien saltó a la cancha como portero de los Tigres de la Universidad de Nuevo León, en aquella final de 79-80 cuando cementeros de Cruz Azul y universitarios se enfrentaron en un par de partidos épicos.

Ambos cuadros estaban plagados de estrellas: Tomás Boy, Gerónimo Barbadillo, Pilar Reyes, Sergio Orduña, Roberto Gómez Junco, por parte de los norteños. Mientras del lado de la entonces poderosa Máquina Azul: Miguel Marín, Horacio López Salgado, Wendy Mendizábal, Jara Zaguier, y, por supuesto, a nuestro entrevistado, el sensacional goleador extremo derecho Rodolfo Montoya Villegas, quien en aquella final le clavó tres goles de tiro libre al entonces portero de Tigres y de la selección mexicana.

Bisteces en jitomate

La historia de Rodolfo Montoya Villegas no es muy diferente a la de muchos deportistas destacados en México, pues literal este futbolista tenía hambre de triunfo y hambre a secas. Originario de la popular colonia 20 de Noviembre de la Ciudad de México, al morir su padre en un accidente de carretera, pues era chofer de trailer, se acabaron los ingresos económicos en su casa, así que tuvo que dejar la escuela y comenzar a trabajar en la herrería de un tío.

“Eran tiempos difíciles. Salía de chambear y me iba corriendo a toda velocidad por Eduardo Molina. Siempre me gustó el ejercicio y el futbol, y, por supuesto, los partidos en la calle. No dejábamos de jugar hasta ya entrada la noche. Un día me vieron jugar unos señores que tenían relación con los Tigres y me invitaron a probarme.

“Recuerdo que cuando llegué a Monterrey para jugar precisamente con los Tigres de la segunda división en los desayunos mis compañeros siempre pedían hot cakes, pan francés, omelette, y se sorprendieron cuando pedí bisteces en jitomate. ¿Para el desayuno?, exclamaron asombrados, eso es muy pesado, no vas a poder entrenar, me decían. No me importó, yo tenía hambre (hasta las lágrimas se me están saliendo de recordar esos momentos). Ese día en el entrenamiento metí tres goles, el entrenador dijo: ‘qué bárbaro este muchacho, hay que darle de desayunar bisteces en jitomate todos los días’”.

La llegada al Cruz Azul                                   

La figura de Rodolfo Montoya destacó de inmediato por su gran velocidad, su inteligencia nata y su olfato goleador. “Estuve dos temporadas con los Tigres, y casi al iniciar el tercer torneo me avisaron que ya me había comprado Cruz Azul, no me dieron chance de despedirme de mis compañeros, pues de inmediato tomé un avión a la Ciudad de México para incorporarme a lo que en verdad era una poderosa máquina del Cruz Azul, un equipo lleno de estrellas donde fui muy bien recibido por mis compañeros y directivos; solo puedo dar gracias a don Guillermo Álvarez Macías y a su hijo Billy, pues me abrieron las puertas de un club grande y que me dio a conocer en todo México.  Fue ahí donde comencé a destacar en 1975”.

Efectivamente, el delantero originario de la 20 de Noviembre llegó a Cruz Azul en un momento de transición, pues acababan de lograr el tricampeonato de liga y algunas figuras de ese equipo leyenda ya habían salido del cuadro cementero como Octavio Muciño, Alberto Quintano, el Chino Estrada, Sánchez Galindo el “Pierna Fuerte” y el gran Fernando Bustos. A la vez, con la llegada de Montoya se inició una nueva generación de enormes figuras del balompié mexicano como Sergio Rubio, Wendy Mendizábal, Miguel Ángel Cornero y Carlos Jara Zaguier, respaldados por enormes figuras como los experimentados  Miguel Marín, Nacho Flores y Horacio López Salgado, todos bajo la dirección del legendario Nacho Trelles.

El sobre equivocado

En 1977, durante las eliminatorias para la Copa del Mundo que se llevaría a cabo en Argentina en 1978, Rodolfo era constantemente convocado a la selección comandada por José Antonio Roca y que contaba con grandes figuras como Hugo Sánchez, Víctor Rangel, Leonardo Cuéllar, Pilar Reyes y el Gonini Vázquez Ayala. No era casualidad, pues Montoya ya era un portento de jugador, de clase excepcional, muy inteligente, goleador.

“Yo era el tercer anotador de la liga en esa temporada, sólo detrás de Cabinho y  Carlos Eloir Peruci, y con la selección había ido a la gira de Europa, estaba en plenitud de facultades. En esa época se acostumbraba que en donde estuviera tu equipo jugando  —en este caso el Cruz Azul, por ejemplo, si iba a jugar a Guadalajara— hasta allá la Federación Mexicana de Futbol me enviaba un sobre donde me avisaban que había sido convocado por la selección y que me debía presentar en tal fecha, lugar y  hora. Siempre fue así, pero en la última convocatoria ya no me llamaron, pues el sobre que iba dirigido a mí se lo mandaron a otro jugador. Fue un golpe durísimo, me dio rabia y coraje, uno de los episodios más tristes y decepcionantes en mi carrera, tenía tanta ilusión de jugar un Mundial y todo se vino abajo. Por aquel entonces la prensa opinaba que yo tenía mejor nivel que los dos que fueron en mi posición”.

—¿Qué fue lo qué ocurrió?

—Creo que simplemente fue cuestión de envidia, de grilla, culpa de un personaje que no le caía nada bien. Fue él quien envió el sobre a otro jugador. El llamado sin duda era para mí, y el entrenador José Antonio Roca también se hizo el desentendido.

El campeonato de los 80

En la década de los 80 en el futbol mexicano dominaban la tabla de un extenuante campeonato de 38 jornadas, más la liguilla, Cruz Azul, América, Pumas, Chivas y Tigres. Esos eran los equipos más poderosos, pues varias finales se jugaron entre ellos. En la temporada 78-79 Cruz Azul se coronó campeón al derrotar al Pumas de la Universidad con todo y el goleador brasileño Cabiñho, el niño de oro Hugo Sánchez y la Cobra Muñante, además del Pareja López y Manolo Negrete, con marcador de dos goles a uno y con anotaciones de Carlos Jara Zaguier y Horacio López Salgado.

Para la final 79-80, en el partido de ida jugado en el estadio de Tigres, Cruz Azul venció a los universitarios con marcador de 1 gol a cero, anotación lograda en tiro libre por Rodolfo Montoya: “Nacho Trelles no quería que yo realizara el tiro libre, de hecho en la plática antes del juego ordenó que si existía la posibilidad de un tiro libre, lo tirara cualquiera menos yo, pues de plano no le gustaba cómo disparaba. Sin embargo se dio la oportunidad afuera del área grande y a mi sin importarme la orden de don Nacho, tomé el balón, a lo que nadie se opuso, miré al arco, medí la distancia y justo cuando veo que Pilar Reyes se mueve a su izquierda… !Tómala! Que le sorrajo al balón y se metió a un ladito del poste derecho ¡Qué golazo!”.

Para el partido de vuelta en la gran final en el Estadio Azteca se jugó un duelo no apto para cardiacos que terminó en empate a 3 goles y en el que casi al final Pilar Reyes, portero de los Tigres, fue habilitado como delantero y casi anota el gol que le hubiera dado el empate a los norteños, y el alargue al partido.

”Tuve la fortuna de meter dos goles de tiro libre y con ello obtuve el máximo logro de mi carrera futbolística al coronarme campeón del futbol mexicano, con sentimientos encontrados, pues Tigres fue el equipo que me brindó la oportunidad de convertirme en jugador profesional y Cruz Azul el que me llevó a lo más alto de mi carrera”.

Luego de su salida de Cruz Azul, Rodolfo vistió las playeras del León, Atlante y Puebla, destacándose en los tres equipos, hasta que terminó su carrera como jugador profesional en 1987. ”Me puse la playera azulgrana del Atlante, platica con cierta nostalgia. Pocos saben que estuve a punto de vestir la playera azulgrana del Barcelona mucho antes de que Hugo Sánchez se fuera al Atlético de Madrid, sin embargo pidieron las perlas de la virgen y se cayó la negociación”.

En el Atlante, con Lato, jugador polaco

Gracias a la vida… y al futbol

Como muchos de sus compañeros al colgar los tacos, Rodolfo Montoya cursó su título de director técnico y se graduó con altas calificaciones. Al respecto, recuerda con cierto sarcasmo cuando recibió el documento que lo acreditaba como director técnico de futbol: “¿Quién crees que me firmó mi título? Nada más y nada menos que don José Antonio Roca, el entrenador que no me llevó al Mundial de Argentina 1978, son cosas de la vida, que en paz descanse”.

“Estoy agradecido con la vida, el futbol me dio todo, y agradecido con don Guillermo Álvarez Macías y con Billy Álvarez,  siempre se portaron conmigo como lo que son, finísimas personas. También estoy agradecido con mucha gente que me apoyó en las buenas y en las malas,  y, claro, agradecido también con mis amigos de la revista De Sangre Azul, que a cada rato me entrevistaban, y ahora con lalupa.mx”.

¿Por qué la gente dice que tienes mal genio?

¿Qué quéeeeeeeeeee? !$%#”)(/& (risas)

Agradecemos todas las atenciones que tuvo con nosotros el gran comentarista deportivo Fernando Schwartz y el sensacional restaurante “Sport & Chips” de la Ciudad de México.

Montoya, Schwartz y Calderón
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Last modified: 20 noviembre, 2021
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