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Al otro día de la Independencia, tú sigues siendo periferia: Ramón Grosfoguel

ENTREVISTA: MARIO BRAVO SORIA/LALUPA.MX  

[A propósito de la publicación en México de su más reciente libro intitulado De la sociología de la descolonización al nuevo antiimperialismo decolonial (2022), impreso por la editorial Akal, el periodista Mario Bravo Soria ha charlado con el sociólogo Ramón Grosfoguel (Puerto Rico, 1956), quien es profesor en el Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de California en Berkeley. La plática con el destacado teórico decolonial abarcó diversos temas como el racismo colonial, las izquierdas latinoamericanas, el zapatismo en Chiapas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México y el papel del intelectual en un posible otro mundo…] 

Foto: Mario Bravo Soria

Conversar sobre racismo colonial tras las fiestas patrias 

Al momento en que se realizó mi encuentro con el profesor Grosfoguel en una librería de la Ciudad de México, pocos días atrás se había llevado a cabo la ceremonia de El Grito de Independencia en la Plaza de la Constitución de la capital del país. Año con año en un día determinado y en medio de un jolgorio, la nación entera asume que el proceso de independencia es algo obvio, zanjado, concluido y digno de evocación.  

                Nuestro entrevistado, entre otras tantas reflexiones, asegura que eso, las independencias en América latina, no están consumadas. Ramón Grosfoguel alerta sobre la importancia de producir una –urgente– segunda fase independentista en los pueblos de la región. De acuerdo con el teórico decolonial, ahora resulta impostergable cortar los lazos con varias dinámicas estructurales que llegaron a Abya Yala a partir de 1492, lastres que no se abolieron en las primeras décadas decimonónicas, sino que perviven hasta nuestros días, tales como el racismo, el eurocentrismo y el dualismo cartesiano. 

                Con él he sostenido la plática que aquí presentamos a los lectores de lalupa.mx.  

Una izquierda eurocéntrica en América Latina 

–Usted ha teorizado sobre el Juicio de Valladolid (1550-1551) que se llevó a cabo entre fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Allí se discutieron aspectos esenciales de la Conquista y, asimismo, acerca de cómo Europa definiría al Otro violentado en América: el fraile dominico asumiendo a los indígenas como bárbaros a cristianizar y, el jurista Ginés de Sepúlveda, afirmando que el hombre europeo se hallaba frente a pueblos sin alma…  

                –El debate giraba en torno a saber si los métodos de la Conquista estaban bien o no ante los ojos de Dios… Bueno, en el corto plazo tal discusión la ganó Las Casas; pero, en el largo plazo, ambos triunfaron porque son dos versiones de los discursos imperiales. La versión de Ginés de Sepúlveda, la resumo como pueblos sin alma desde el lenguaje teológico del siglo XVI, la cual pasó a entenderse como pueblos sin el ADN humano tanto en el siglo XIX como en el XX. Allí se secularizó el discurso racial: de un lenguaje teológico pasó a un cientificismo cuando la autoridad del conocimiento migró de la teología a la ciencia. El discurso de Las Casas cambió de bárbaros a cristianizar en el siglo XVI a primitivos a civilizar, ya con la antropología del siglo XIX.  

                –Tanto en el siglo XX como en el XXI, se instauró esa otra vertiente del racismo colonial que usted define en la frase democratízate o te mato. La oleada de gobiernos progresistas en América latina, que empezó desde finales de la década de los noventa del siglo pasado, ¿usted la inscribiría en esa pugna entre un proyecto de muerte y destrucción como ha sido la modernidad pretendiendo democratizar como coartada legitimadora de una inacabada guerra de conquista y despojo, en contraposición con las resistencias de distintos pueblos y la toma del poder estatal por parte de gobiernos de izquierda? 

                –Sí, es un proceso complejo en la medida que tienes una izquierda también eurocéntrica, la cual se enfrenta a estructuras imperiales, a la oligarquía y a estructuras neocoloniales; pero participa también de muchas premisas… ¡es una cosa contradictoria! 

                –Usted hace una lectura rigurosa acerca de la obra de Frantz Fanon, puntualmente de Piel negra, máscaras blancas (1952). Remitiéndome a ese concepto fanoniano de Zona del No-Ser, el cual podríamos definir como el lugar –no necesariamente geográfico, sino más a la manera de un marcador racial– donde son depositados los sujetos inferiorizados por el racismo colonial, entiendo que la expectativa de los dominados no debiera pasar por habitar, alguna vez, la Zona del Ser… No se trata de blanquearnos ni de anhelar ser reconocidos por la mirada del colonizador. Le pregunto, entonces, ¿cuál sería la vía que usted vislumbra como horizonte y praxis de las actuales luchas populares en América latina? 

                –La destrucción de las estructuras de dominación que producen Zonas del Ser y Zonas del No-Ser. En lugar de buscar una lucha por el reconocimiento dentro de esa estructura, hay que luchar por destruirla y construir otra cosa… 

Frantz Fanon

Giro decolonial en las izquierdas latinoamericanas 

Ya con la charla dentro de un ritmo interesante, le pregunto al Dr. Grosfoguel si, más allá de que la teoría fanoniana es potentísima, ¿acaso efectivamente es posible dinamitar esas estructuras de dominación que se mantienen activas en América latina? Sin vacilaciones, responde: 

                –Bueno, es posible en la medida en que se haga un giro decolonial en las izquierdas latinoamericanas, pues éstas realmente son parte del problema en la medida en que reproducen los mitos de la modernidad. 

                –El zapatismo en Chiapas inició así: marxista-leninista y luego se instaló en el Mandar-Obedeciendo y en el caminar preguntando… 

                –Sí, dio un giro decolonial… 

                –Es magnífico plantear y hacer ese giro decolonial en las comunidades zapatistas; pero, ¿cómo lo implementas en la nación? ¿Es posible? ¿Deseable? 

                –Ahí tienes que hacer un frente unido pluriversal de todos los condenados de la Tierra en México… ¡que tenga allí el pensamiento crítico de todos los sectores oprimidos de este país! 

                –Caricaturizando un poco: por un lado, varios lopezobradoristas acusan a los zapatistas de haberse vendido o de ser un invento de Carlos Salinas de Gortari… y, otros tantos prozapatistas, acusan a los lopezobradoristas de ser cortos de miras e idolatrar a un mesías. Es difícil entonces pensar en un frente unido… 

                –Bueno, eso creo que es una visión problemática y sectaria porque, si quieres transformar todo México, tendrás que hacer alianzas políticas con sectores que no necesariamente son indígenas. Tiene que existir un frente unido de todos los oprimidos de México… 

“Andar preguntando; no andar predicando” 

El concepto de nación, ¿no tiene esa imposibilidad de origen? La idea de la identidad nacional, ¿no traba la creación de ese frente?, le pregunto a nuestro entrevistado y, lúcidamente, responde: 

                –Por supuesto, si miras el concepto de nación como algo homogéneo, sí se traga a las diferencias. Habría que hacer un pluriverso: moverse del universo al pluriverso, de lo homogéneo a lo heterogéneo y dar cuenta de esa multiplicidad de sujetos que forman parte de los condenados de la Tierra en México…  

                “La idea de La Otra Campaña no estaba mal: andar preguntando; no andar predicando. ¡Era un giro decolonial a la práctica política de la izquierda!” 

                –Aquello fue una Torre de Babel… 

                –La propuesta era: hagamos un diálogo interepistémico con todos los que somos oprimidos aquí. Yo, como pueblos indígenas de Chiapas, no tengo la verdad absoluta con letras mayúsculas, entonces entremos en un diálogo con otros pueblos indígenas, trabajadores, mestizos… y construyamos un frente unido. ¡La idea no estaba mal! 

                “Lo que pasó fue, si recuerdas, que Marcos en lugar de hacer La Otra Campaña, se metió en la campaña [electoral por la presidencia de México en 2006] y empezó a hacer críticas a López Obrador, en medio de la contienda con Felipe Calderón, y socavó muchos de los votos. Era otra campaña. El zapatismo tenía una correcta visión estratégica de largo plazo y, en la inmediatez, había que derrotar a Calderón. ¡La idea no era meterse ahí a favorecer a Calderón, que fue lo que terminó pasando…!” 

Marcos
                –También vino la represión brutal en Atenco… eso desbarató al movimiento… –le preciso al profesor Grosfoguel– pero, es cierto, el tiempo nos dice que aquel “todos son iguales…” fue costoso. Milité en La Otra Campaña y anulé mi voto en 2006. En cambio, para el año de 2018 reflexioné: ‘creo que hace 12 años nos equivocamos… no en la esencia de La Otra, sino en cerrar por completo la vía electoral’ y voté entonces por López Obrador. Me parece que, de no haber existido el fraude electoral, se habría detenido una catástrofe, la cual vino a partir de 2006 traducida en cientos de miles de muertos a causa de una absurda guerra. ¡Quizás, en aquel momento, López Obrador no era la revolución que soñábamos, pero significaba una decisión táctica! 

                –¡Claro! Era táctico, no era estratégico, pero era táctico. Ahí hubo un error político garrafal, que luego terminó con la matanza y todo lo que vimos. Creo que eso fue más por Marcos que por los zapatistas en sí mismos… creo que era él quien tomaba esas posiciones tan sectarias. Había que entender que López Obrador era lo táctico y, La Otra Campaña, lo estratégico. 

                –Eso es una pugna que, me parece, se resume en quienes creen que el objetivo final es la toma del poder estatal y quienes, contrariamente, luchan exclusivamente por la consolidación del denominado autonomismo.  

                –Eso Dussel lo dijo en su momento:  La Otra Campaña siendo la estrategia y López Obrador siendo la táctica. Lo dijo públicamente y le costó porque, cuando fue a hablar con los zapatistas, le dieron durísimo por haber dicho eso. Tenía razón, ahora se ve más claro que nunca. Cuando él expresaba: La Otra Campaña es la visión estratégica y apoyamos a López Obrador para que gane frente a Calderón… ¡y seguimos con La Otra! Así paramos un poco la avanzada de la derecha mientras avanzamos con La Otra Campaña. 

                “En cambio, ¿qué pasó? Ganó Calderón y masacró a medio mundo, empezando por los mismos zapatistas. Tuvieron una oportunidad histórica de haber encabezado el proceso revolucionario aquí en México. Montones de simpatizantes del PRD que eran prozapatistas a muerte, después de eso no querían saber más del zapatismo, pues lo vieron como una traición. A Marcos le pusieron el micrófono en la boca y se puso a despotricar no contra Calderón, sino contra López Obrador en medio de la campaña: ¿no se supone que era La Otra Campaña y tú te ibas a quedar por fuera de las campañas políticas?” 

“Ocupar al Estado para interrumpir las políticas de dominación” 

Según yo, detener poco a poco los atroces feminicidios, aumentar el salario mínimo en un país que registra 50 millones de pobres, la creación de necesarios empleos, parar la guerra iniciada por Calderón y continuada por Peña Nieto, destinar el presupuesto público para el bienestar de los sectores populares, garantizar constitucionalmente una pensión digna para adultos mayores y becas en todos los niveles escolares, legalizar el aborto en todo el país, así como construir un digno sistema de salud pública o esclarecer tragedias como Ayotzinapa… eso sólo se consigue tomando el control del aparato estatal. La otra política por su propio sitio en donde se lleva a la praxis, no alcanza a corregir los lastres de la herencia neoliberal.  
                Ante tales reflexiones, el académico puertorriqueño expresó:  

                –¡Exactamente! Es anarquizante en el sentido más negativo: ¡no te metes en las estructuras del Estado y dejas que la derecha las ocupe…!  

                –Sin embargo, paradójicamente es necesaria y deseable la construcción de esa otra política enarbolada por el zapatismo… 

                –Claro. Hugo Chávez, para mí, tuvo la visión más clara. Decía: hay que ocupar las instituciones del Estado para interrumpir las políticas de dominación; pero sabiendo que ahí no está la solución con letras mayúsculas, sino que la hallarás al crear el poder comunal por afuera del Estado que vaya, poco a poco, remplazando al Estado moderno con formas comunales de Estado. 

                “Si no te metes ahí, la derecha te ocupará eso y te reprimirá… ¡y no vas a crear ningún poder comunal! Chávez resolvió el viejo dilema entre socialistas estatistas y los anarquistas antiEstado: ¡no es esto o aquello! ¡Son las dos cosas!” 

Hugo Chávez
                –Así como los zapatistas han dicho que el capitalismo es una hidra con muchas cabezas… pareciera, entonces, que las luchas por descolonizar también tendrían que contar con diversos frentes… 

                –¡Claro! Y uno de ellos es el Estado. Hay que meterse ahí para interrumpir las políticas de dominación, pero sabiendo que ahí no está la solución, sino que ésta pasa por el poder popular. 

Luchar por la descolonización del imperio desde adentro 

–Profesor Grosfoguel, en todo esto que acaba de plantear, ¿qué papel juega la academia y la teoría?  

                –La teoría decolonial da orientación… siempre en diálogo con las teorías que se producen al calor de las luchas, pues nace de las luchas políticas y sociales… del pensamiento crítico que ahí surge. Esto que debatimos sobre izquierda estatista-socialista y la izquierda antiEstado y anarquista, ¿cómo conjugas ambas cosas?: ¡el Estado que planteó Hugo Chávez! Y requiere de teoría; no solamente es una improvisación. Necesitas de una teoría y una orientación de cómo harás eso. 

                –¿No existe el riesgo de que a la teoría decolonial se le secuestre, y se le convierta en marca… y como marca sea monopolizada por un grupo académico… y ese grupo cree líneas de investigación alejando a dicha teoría de las luchas populares…? En México eso le sucedió al marxismo e incluso al pensamiento de Antonio Gramsci: terminan siendo apropiados por expertos que, con honrosas excepciones, nunca dialogan con esos dominados de quienes teorizan y escriben. 

                –Sí, eso está pasando ya; pero, también, hay movimientos sociales y políticos que están por fuera de la academia, asumen el planteamiento decolonial y desarrollan teoría y práctica sobre el tema. En la academia siempre habrá modas; sin embargo, uno debe prestar atención a la producción teórica decolonial que se hace desde los movimientos por fuera de la academia. 

                –Me llama la atención lo que usted hace. No se va a la montaña o se retira a los bosques a teorizar o escribir como Henry David Thoreau, sino que está dentro del imperio… en las fauces del monstruo. 

                –Sí, nos metemos allá adentro para luchar por la descolonización del imperio desde adentro; pero, también, usando las instituciones contra el imperio. Te metes en las instituciones para empoderarte y, entonces, ser más eficiente en el apoyo a las luchas que se dan fuera de los predios universitarios. 

División internacional del trabajo y colonialismo 

–Usted suele venir frecuentemente a México. ¿Cómo mira a la academia y a la teoría mexicana?  

                –Lamentablemente encuentro mucha ceguera con respecto al tema decolonial y, también, mucho eurocentrismo y elitismo, eso predomina, aunque siempre hay excepciones a la regla. Piensan que lo decolonial es un tema de las independencias del siglo XIX… ¡no entendieron nada del planteamiento de la crítica decolonial del siglo XX y, menos, del XXI! Cuando expresas descolonización, piensan inmediatamente en el siglo XIX y su reacción es la siguiente: “¡eso ya está superado, no hay nada que hablar ahí porque la Independencia ya se logró! ¡La Colonia terminó y estamos en otro momento! ¿Por qué estás hablando de colonialismo?” 

                “No entendieron nada porque estamos hablando de un mundo muy colonial, a pesar de que las administraciones coloniales terminaron. Hoy todas las estructuras de dominación son resultado de 300 o 400 años de administraciones coloniales en el mundo. La división internacional del trabajo en el centro y la periferia, no existiría sin 300 años de colonialismo”. 

                –No es un proceso de larga duración como lo teorizó [Fernand] Braudel. No es que se mantenga ese proceso, de inicio a fin, sin cambios ni fisuras –le cuestiono a nuestro entrevistado–. Pienso más, como lo ha reflexionado Mario Rufer, en una matriz conquistual que se actualiza… se reedita… 

                –Sí, pero la larga duración está ahí… es la división internacional del trabajo, luego puedes ver cómo eso evoluciona en el tiempo; pero esa matriz está aquí con nosotros… ¿y cuándo se creó eso?: ¡Con la expansión colonial europea! Por eso, al otro día de la Independencia, tú sigues siendo periferia.  

                –Sin embargo, hay Constituciones nacionales, las cuales supuestamente garantizan que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley… –contrapunteo con aparente ingenuidad, aunque sabiendo, de antemano, la respuesta del profesor Grosfoguel. 

                –Sí, pero estás todavía en la división internacional del trabajo subordinada a los centros metropolitanos, porque tu economía sigue siendo monoexportadora, pues eso se creó en la Colonia y tú no desapareces eso al otro día de la Independencia. 

                “Luego, tienes las estructuras de dominación político-militares: si tú te rebelas, te tiran a los ejércitos o te bloquean. Tienen múltiples mecanismos para ponerte en tu sitio. ¡Mira a Cuba o Venezuela! Incluso mira a países que, ya directamente, han sido invadidos como Libia o Irak”. 

“Tenemos que ir a la segunda Independencia” 

–Michel Foucault, aun con todo lo eurocéntrico que siempre resultó ser, reflexionó hábilmente sobre la relevancia del aparato jurídico como discurso legitimador de la dominación. La coartada es el aparato jurídico: somos dominados y colonizados; pero la modernidad ha vendido la narrativa de que todos somos iguales ante la ley, tal como lo afirman las Constituciones nacionales en América latina. 

                –Claro, el aparato jurídico sirve de mecanismo ideológico para encubrir y constituir las relaciones de dominación. El aparato jurídico legaliza un montón de procesos neoliberales, por ejemplo. La descolonización es también epistémica: la división internacional del trabajo y la noción de Estado-Nación son una herencia eurocéntrica, porque no existe tal cosa como un Estado con una identidad que corresponde, uno a uno, a la identidad de la población… ¡eso es una ficción que crea más problemas que soluciones! 

                “Cuando hablamos de colonización, nos referimos a una multiplicidad de relaciones de dominación que todavía está con nosotros. No se descolonizaron al otro día de la Independencia; hoy somos, formalmente, independientes, pero no lo eres: ¡eres una colonia o neocolonia de los imperios, porque siguen ahí todas las relaciones de dominación! Tenemos que ir a la segunda Independencia, la cual será la más radical porque ya se plantea descolonizarnos de todo ese paquete de relaciones de dominación: el racismo, el eurocentrismo, el dualismo cartesiano como mecanismo de ecologicidio… 

Michel Foucault

Medios de comunicación y colonización  

–Entiendo que la colonización no sólo es una dinámica que le cae encima al colonizado, de manera unidireccional como si el dominado, exclusivamente, fuese una víctima pasiva sin capacidad de resistencia o un sujeto bondadoso e impoluto…  

                –No, está internalizada por los dominados en la subjetividad, en la identidad y en el eurocentrismo que nos ha colonizado nuestras mentes… 

                –¿Usted cómo mira el papel de los medios de comunicación en ese sentido? 

                –Imagínate… es uno de los mecanismos por excelencia de difusión de fake news y de mentiras, así como de manipulación de la opinión pública internacional. Allí están todas las mentiras imperiales circulando y siendo accesibles para la gente. 

                –Usted plantea que, la colonización, no sólo se trata de una dominación económica, material, ideológica y política, sino también subjetiva. ¿Cuáles serían las praxis que usted alcanza a mirar en América latina que intentan desmontar dichas subjetividades de los vilipendiados? 

                –Hay muchos procesos en América latina haciendo eso. Están los pobladores de Chile, el Movimiento de Pobladores y Pobladoras en Venezuela, Codeca en Guatemala, los movimientos en Argentina, así como movimientos indígenas y afros que están teniendo un impacto importante. 

Desmovilización social y el riesgo de la burocratización 

–Resulta interesante analizar que, desde hace cuatro años en México, no hay una sola movilización importante en este país, excepto las enormes protestas de los distintos feminismos. Pareciera que vivimos una peculiar condición de desmovilización de los sectores populares en tiempos de la autodenominada Cuarta Transformación… –expreso a nuestro entrevistado con un rasgo de preocupación. 

                –Eso tiene que ver mucho con la pandemia, por un lado. Eso no sólo pasó aquí, sino en todas partes hubo mucha desmovilización; pero es cierto, desde las instituciones cualquier proyecto de izquierda que no tenga al pueblo movilizado en las calles, es un proceso que va abocado al fracaso… 

                –Cosa que sí hizo Hugo Chávez en Venezuela… 

                –Y Nicolás Maduro. Hay una dialéctica entre las instituciones y los movimientos por fuera. Eso es fundamental. 

                –En México tenemos un gobierno inédito que ha visto por esos condenados de la Tierra… esos 50 millones de pobres con los cuales cuenta el país. Es un hecho innegable, las cifras y las políticas públicas están ahí; sin embargo, existe una desmovilización social… ¿cuál es el riesgo de esa situación?  

                –El riesgo es que te burocratizas y eres absorbido por los sectores dominantes del país. No tienes un peso importante en la calle que esté empujando hacia adelante el proceso. El riesgo es que se corrompa la lucha misma y que esté en peligro la ocupación de esas instituciones por parte de la izquierda. 

“Descolonizarnos de ese sueño europeo…” 

–Al ser usted un estudioso de la obra de Frantz Fanon, quiero preguntarle: ¿para qué nos sirve el pensamiento fanoniano en el año de 2022? 

                –Fanon nos da las claves de lo que significa el racismo, que es mucho más de lo que nos imaginamos. En el mundo liberal occidental pensamos al racismo como una discriminación, a partir de estereotipos y prejuicios; pero es algo mucho más grande como explico en el libro. Estamos hablando de una división: el racismo como un principio organizador de las relaciones de dominación de la modernidad y del capitalismo. El capitalismo es racial. 

                “El Tercer Mundo, que son los superexplotados de ese sistema capitalista mundial, están superexplotados a partir de una clasificación de esos pueblos como racialmente inferiores… por eso les pagan menos, tienen las peores condiciones de trabajo, se les violan continuamente sus derechos ciudadanos y, por eso, en la Zona del No-Ser se colapsa todo el sistema jurídico de la modernidad. Fanon nos da unas claves para entender el sistema, pero también para superarlo. 

                “Su trabajo sirve para descolonizarnos de ese sueño europeo. Él termina diciendo en Los condenados de la Tierra: ‘Olvidémonos del sueño europeo’. Hay que construir otro mundo, desde la hermandad del sur global. Eso de estar imitando a Europa, esperando reconocimiento de Europa y buscando que ellos, finalmente, te reconozcan como un ser humano… ¡no te va a llevar a ningún sitio! Al contrario, el sistema seguirá ahí y siempre te reconocerán como un inferior. Para salir de ahí hay que destruir este sistema y construir uno nuevo en lo que él llamaba nuevo humanismo, que es inclusivo de todos los pueblos del mundo; pues no es el humanismo burgués-europeo en donde solamente son humanos una porción minoritaria del mundo y el resto son animales. 

                “Se trataría de construir un mundo donde otros mundos sean posibles y éste sea imposible. No es decir solamente hacer otros mundos posibles, sino que debemos hacer este mundo imposible: ¡tenemos ahora un mundo que hace imposibles a los otros mundos!” 

                –Para erradicar este mundo actual, ¿cómo haces para eliminarlo? ¿La violencia es un camino? 

                –Ahí viene la lucha política con la destrucción de este sistema. En unos lugares adquirirá un carácter violento y, en otros, se podrá hacer de otra manera. En Venezuela lo han logrado hacer electoralmente porque hay una situación muy particular: el Ejército Bolivariano ha tomado partido con el proceso bolivariano. Es un ejército muy diferente al chileno, por ejemplo. En Chile está difícil porque es un ejército pinochetista e históricamente oligárquico y de la derecha. En cambio, en Venezuela siempre fue un Ejército Bolivariano y popular, eso ha permitido que, a pesar de los intentos de golpe de Estado por parte del imperio, pues no hayan podido consolidarlos.  

                –Por cierto, ¿qué lectura tiene acerca del reciente rechazo en Chile a la instauración de una nueva Constitución diferente a la emanada del pinochetismo? 

                –Es una colonización mental muy fuerte, pero además movilizaron a un montón de gente que no votaba… ese fue el truco de la derecha: forzaron a que todo el mundo, por ley, tuviera que votar. Ahí se movilizó un montón de gente que no vota, sobre todo de grupos protestantes cristianos quienes fueron manipulados para votar el “No” en la Constitución, principalmente vinculados con el tema del aborto. La izquierda, en principio, lo vio bien que todo mundo fuera obligado a votar, pero apareció mucha gente que votó bajo directrices de la iglesia protestante que viene de EUA, diciendo “no a la Constitución porque eso es del diablo y se aprueba el aborto…” ¡Así fue como perdieron! 

Pensar junto y con los pueblos 

–¿Cómo se imagina el papel del intelectual en esos otros mundos posibles? 

                –El intelectual debe estar pensando junto y con los pueblos; no puede estar pensando sobre los pueblos. El junto y con significa escuchar al pueblo, escuchar el pensamiento crítico que de allí nace y acompañar eso… teorizar eso… comprometido con la transformación revolucionaria. 

                –Quienes hacen eso creo que son personajes que ya, por cuestiones generacionales, uno asume que están en una recta final de su itinerario de pensamiento: Enrique Dussel, Pablo González Casanova, Boaventura de Sousa Santos, Silvia Federici… no sé si hay un problema de relevo generacional –insinúo frente a quien es un discípulo destacado de otro gran intelectual comprometido con distintas luchas populares: me refiero a Immanuel Wallerstein. 

                –Sí, hay discípulos que lo siguen haciendo y otros que no. Siempre pasa eso en las escuelas de pensamiento. Existe gente que son discípulos, pero luego traicionan al maestro… y personas que son consecuentes con los maestros y siguen adelante. Eso siempre pasa, no lo veo como excepcional.

                –Es parte de la condición humana, ¿no? 

                –No sé si condición humana o es el hecho del sistema en el cual estamos, que hace difícil ser coherente y consecuente con ciertas cosas. 

                –Ramón Grosfoguel, cada mañana cuando usted se mira al espejo, ¿queda tranquilo consigo mismo con respecto a la coherencia y la consecuencia de su quehacer intelectual? 

                –Tranquilo. Me siento tranquilo con mi conciencia.      

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Last modified: 5 octubre, 2022
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