Autoría de 2:24 pm #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito

Certezas y dubitaciones en la brújula de la cultura obradorista – Víctor Roura (IV de V)

En la renovada Feria Internacional del Libro de Monterrey, ocurrida del 8 al 16 de octubre, hubo una intervención, acaso la mesa central de todo el evento (¡durante una conferencia de prensa, que es parte del mismo acto, a esos grados se dimensiona la figura intelectual de la protagonista!), de la escritora Elena Poniatowska donde salió a relucir, aún más, su descontento con la gestión obradorista al lanzar, resguardada —o acompañada— por funcionarios evidentemente opositores de la administración morenista, fuertes y enconadas acusaciones contra las decisiones de la actual administración federal en materia cultural levantando cierta ámpula en el sector al considerar dichas palabras una especie de reclamo al extraviar la novelista sus privilegios económicos, antes solventes de manera permanente: en los sexenios pasados no se había aireado, jamás, tal revuelo o reclamo por la indiferencia, siempre perenne, del funcionariato federal, de ahí mi interés por saber, de viva voz, los padeceres o los cuestionamientos de la clase creadora; pero quizás, dentro de la oscuridad emitida por Elena Poniatowska, haya nebulosos resplandores en aquellas ríspidas declaraciones, envueltas en la clásica aparente ingenuidad poniatowskiana (sobre todo cuando, apenas recientemente, la escritora fue festejada —con lujo de inmensa propaganda masiva oficial— el pasado mayo por su nonagésimo cumpleaños mereciendo espacios por doquier en el sistema radiotelecomunicacional del Estado mexicano). ¿Qué piensan los artistas, qué dicen de esta situación, cuál es su opinión? No de lo afirmado por la escritora sino, aprovechando la coyuntura, de la circunstancia cultural sin ánimo airado, con tiento reflexivo. Hice sólo tres preguntas a casi —al final de la cruzada periodística— medio centenar de creadores (de perfiles políticos dispares) que, gentilmente, la mayoría respondió con el indudable rubro del intelecto propositivo, no enfadado ni ideológico, que entorpece el diálogo abierto. Por supuesto este reporte fue elaborado con la finalidad de hallar ideas para contribuir a la fertilidad cultural, no para desplazar o refutar a personalidades intelectuales cuyos configurados nichos los han establecido a lo largo de los años mediante coartadas y aplicaciones calculadamente grupales, aunque, gracias a estas contestaciones, me he podido percatar que no todos saben cómo se fueron tejiendo las estructuraciones cupulares del ámbito cultural. Compleja es, pues, la situación. Y respeto, cómo no, el silencio de las y los que se abstuvieron de verter su opinión al respecto.

Urge que, en la alta burocracia, México tenga a los mejores, no a tapetes del Presidente: Humberto Musacchio

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Humberto Musacchio, periodista y enciclopedista: Comparto plenamente lo dicho por la querida Elena. En lo que va del presente sexenio, las instituciones culturales han estado sometidas a presupuestos que les impiden desarrollar las tareas para las que fueron creadas. El Sistema Nacional de Creadores se convirtió en una oscura oficina, una más, de la Secretaría de Cultura, hoy dejada a las ocurrencias de su titular, una mujer que de ninguna manera cubre el perfil indispensable para el cargo, incapaz de negociar presupuesto ni respeto para la cultura.

       —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —La Poniatowska es, desde los años cincuenta, una muy destacada profesional del periodismo, aguda entrevistadora, ensayista de alto mérito, prosista respetable y muy valiente ciudadana. Para la generación que vivió el Movimiento de 1968 (mi generación), Elena es todo un estandarte. Su libro La noche de Tlatelolco fue una bocanada de aire fresco en el sofocante clima del priismo criminal. Éramos una generación derrotada y acallada, y cuando llorábamos a nuestros muertos, Elena nos dio voz y ánimo para continuar en la brega por las libertades democráticas. Los premios y reconocimientos que recibe son más que merecidos.

       —Si la situación cultural va por mal camino, cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Para empezar, es inaceptable que se regalen altos cargos a perfectas nulidades, con base en la idea de AMLO de que para ocupar puestos públicos basta con ser “noventa por ciento leal y diez por ciento eficiente”. Los funcionarios deben ser personas altamente calificadas en la especialidad en la que se desempeñen, no seguidores o, peor aún, lambiscones del tlatoani. Urge que, en la alta burocracia, México tenga a los mejores, no a tapetes del Presidente. Pero para eso debemos esperar a que acabe este desafortunado sexenio.

“Para empezar, es inaceptable que se regalen altos cargos a perfectas nulidades, con base en la idea de AMLO de que para ocupar puestos públicos basta con ser ‘noventa por ciento leal y diez por ciento eficiente'”

El presupuesto del sector cultural debe ejercerse pensando en la ciudadanía toda y no sólo en atender al sector privilegiado de costumbre: Sergio Raúl López

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Sergio Raúl López, crítico de cine: De existir un punto fallido, éste sería una inoperante política de comunicación social, nula desde el inicio de la administración. Justo me tocó hacer una investigación sobre las convocatorias en torno al Proyecto Chapultepec que no consiste en el megalomaniaco proyecto de un espacio artístico por parte del artista plástico y conceptual Gabriel Orozco, sino que ha otorgado apoyos a 140 compañías en 2021 y a 134 en 2022 como parte del Circuito Nacional de Artes Escénicas en Espacios Independientes, emitida desde la Coordinación Nacional de Danza del INBA. Y lo mismo ocurrió con música desde el Festival Cervantino, teatro desde el Centro Cultural Helénico, títeres y objetos desde el Cenart, e incluso cine de cortometraje desde el Centro de Capacitación Cinematográfica. Con esta nueva herramienta, no sólo se han apoyado artistas que se encontraban fuera del radar cultural sino que son enviados a recintos independientes (y no los oficiales de costumbre), generando un recambio en el sistema salinista de apoyos y subsidios del que tanto se han criticado los montos de clase alta para sus ganadores así como la reiteración de apellidos y abolengos. Por cierto, basta una somera revisión de los artistas seleccionados en el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales para darnos cuenta  que, si bien continúan apareciendo los privilegiados de costumbre, al menos la mitad son artistas que nunca habían contado con este tipo de subsidio oficial. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Un rasgo de esta élite cultural y artística era, indudablemente, que más allá de tendencias políticas, todos ellos conformaban, desde el salinato, insisto, una suerte de cortesanía cultural en torno al reyezuelo en turno, totalmente centralista, inamovible y, además, fruto del poder, de la imposición, de los favores y de los compadrazgos. Cierto, había un impulso importante y decidido a las actividades culturales durante los sexenios neoliberales pero, por lo mismo, sólo atendían a esa burbuja mimada y autorreferencial sin ocuparse de la sociedad entera. El resultado es la sociedad ignorante, alienada, con referencias pobrísimas de libros, arte, música o pintura, y un sector minoritario que recibía casi en exclusiva esos festines culturalosos tan excluyentes. Un país tan rico en manifestaciones culturales como éste, merece que el presupuesto del sector cultural sea ejercido pensando en la ciudadanía toda y no sólo en atender al sector privilegiado de costumbre, pero el transcurso de tres décadas nos convenció de lo contrario, de la dictadura de los pocos cultos y privilegiados. Este síndrome resulta visible y transparente justo en el reino tiktokero de Nuevo León, en el que acompañada de mujeres famosas, poderosas y veleidosas como Mariana Rodríguez, Denise Dresser o Consuelo Sáizar (editora, de inicio, de Jus, la editorial ultracatólica fundada por el pro inquisición de Salvador Abascal y casa del Vasconcelos autocensor), del que no hay sino que hallar la comodidad del poder con el poder. Y Poniatowska está acostumbrada a ello desde su niñez principesca. Para mí, todo el numerito de Poniatowska en la FIL de Monterrey no es sino la confirmación de la pérdida de privilegios y poder, ya se hace en uno de los pocos centros que se oponen a este cambio político y social iniciado en julio de 2018 y del que aún no se comprende su magnitud a cabalidad.

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Antes que cultural, este país necesita una verdadera reforma educativa de gran calado para retornar al conocimiento básico de matemáticas, ética, lengua, historia, cultura física y, claro está, artística. Retomar la educación pública como la solución a miles de los problemas que asuelan a este empobrecido y depauperado país saqueado y abusado desde tiempos inmemoriales. Y, claro, tener a Alejandra Frausto como secretaria de Cultura y a Marina Núñez Bespalova como subsecretaria de Desarrollo Cultural sólo agrava el problema, pues eran parte del equipo del gran zar cultural de sexenios anteriores: Rafael Tovar y de Teresa, cabeza de la cultura durante la friolera de 12 años y 41 años como uno de los favoritos de los regímenes anteriores: sus dos presidencias transexenales al frente del Conaculta, primero una década con Salinas (1992-1994) y con Zedillo (1994-2000), y luego ya con Peña Nieto como presidente del Conaculta (2012-2015) y como primer Secretario de Cultura (2016), aunque ya antes había fungido de director de Asuntos Jurídicos (1989) y estado al frente del INBA entre 1991 a 1992, así que estuvo como burócrata cultural, incluyendo embajadurías y asesorías, en altos cargos durante prácticamente 30 años de sexenios neoliberales. Mi opinión es que desde la 4T debiera desmontarse ese sistema de poder y privilegio, pero que no ha sido prioritario hacerlo ante temas más urgentes de la agenda presidencial. Confío, sin embargo, en que más temprano que tarde se desmontará esa tara que pregona a los artistas como una casta privilegiada y no como conciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que todos.

Poniatowska está acostumbrada al poder desde el poder desde su niñez principesca”

Se debe partir de no destruir: es bueno comenzar nuevas ideas y propuestas, pero si algunas ya están funcionando bien no hay por qué tirarlas a la deriva: Elizabeth Cruz Madrid

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Elizabeth Cruz Madrid, autora de libros infantiles: Me parece que las políticas culturales del actual gobierno están enfocadas en programas distintos que las de gobiernos anteriores. Tengo la impresión de que están dando más impulso a las culturas populares, entendidas éstas como los saberes y expresiones identitarias del pueblo. Me parece que se están haciendo varias cosas en materia cultural, pero con otro enfoque en el que cobran protagonismo las personas de los estados y los artistas que no forman parte de la alta cultura (entendida ésta como la élite de la intelectualidad).

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Creo que puede tener razón en cierto sentido si consideramos que los presupuestos en Cultura se están enfocando a ciertos programas mientras que a otros se les quita. Es obvio que aquéllos que no están recibiendo la misma atención o presupuesto están sufriendo para subsistir o tener la salud y bonanza anteriores. Por ejemplo, es una pena que la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, que era tan potente y venía creciendo enormemente, se haya dejado de hacer o se esté haciendo con mucho menos impulso. El logotipo de este año no muestra en absoluto la creatividad y fuerza que en otros años, y menos si pensamos que cumplirá su 40 aniversario. Considero que hay algo verdadero en la afirmación de Poniatowska, porque hemos visto algunos programas culturales irse a pique, pero tampoco creo que sea una verdad absoluta pues, como mencionaba, más bien creo que se han enfocado en otro tipo de proyectos culturales. Por ejemplo, ahora está abierta una convocatoria para publicar por parte de “Alas y Raíces”, que no restringe el género literario ni la propuesta creativa.

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Lo ideal sería tener el presupuesto suficiente para no dejar que se pierdan programas culturales importantes, que se han ganado su lugar, al mismo tiempo que se impulsen nuevos. Que se pudiera dar espacio y voz a diversidad de propuestas culturales de manera democrática, lo mismo expresiones de una comunidad pequeña que a un intelectual reconocido históricamente por la élite. No obstante, en la administración pública siempre se debe decidir. Creo que lo mejor sería, respetando el ánimo de la diversidad, seleccionar los apoyos considerando que los diferentes ámbitos culturales son igual de importantes (la cultura popular y las bellas artes).

Se debe partir de no destruir: es bueno comenzar nuevas ideas y propuestas, pero si algunas ya están funcionando bien no hay por qué tirarlas a la deriva. Crecer no es borrar el pasado, sino recuperar del pasado lo necesario para seguir desarrollándose, al mismo tiempo de procurar la constante reinvención.

“Tengo la impresión de que (en este sexenio) están dando más impulso a las culturas populares, entendidas éstas como los saberes y expresiones identitarias del pueblo”

Me pronuncio a favor del ejercicio de un arte de cara a la sociedad sin búsqueda de prebendas ni cotos de poder: Carlos Sánchez

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Carlos Sánchez, narrador: Toda transformación implica procesos de reordenamiento. No creo que López Obrador no piense en la cultura, o no la tome en cuenta en su justa dimensión y trascendencia. Creo, en todo caso, que al derribar los privilegios de quienes por años han vivido privilegios en cifras de las arcas se encuentren desconcertados y orquestan sus campañas de difamación y acusaciones sin pensar en el bien común y en el proyecto de nación como se requiere realmente para lograr la transformación. Por otra parte, si somos conscientes debemos pensar en nuestra aportación social desde el arte y en el cómo, creativamente, construimos nuestro discurso desde la autogestión; no obstante, las becas y otros apoyos enormes para los artistas y la cultura permanecen.

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Pienso que la postura de Elena, es a partir del cuidado de un prurito mal concebido: criticar todo acto de gobierno en el afán de creer que el periodista jamás debe elogiar o destacar las posibles acciones acertadas de un mandatario; también el contexto de su declaración es determinante: ante disidentes de López Obrador.

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Mi propuesta para fortalecer la trascendencia cultural en el país, el ejercicio diario, es el compromiso personal con la sociedad y con nuestra vocación. Me pronuncio a favor del ejercicio de un arte de cara a la sociedad sin búsqueda de prebendas ni cotos de poder. Para figuras literarias o artistas de relumbrón ya tenemos bastante.

“El contexto de la declaración (de Poniatowska) es determinante: ante disidentes de López Obrador”

La modificación profunda del trabajo cultural en México implica una transformación radical en los medios de producción, distribución y consumo de la cultura: Carlos Herrera de la Fuente

Carlos Herrera de la Fuente, filósofo: Me es muy difícil separar el lugar y la circunstancia en que Elena Poniatowska dio sus declaraciones y el contenido de lo que dijo. Sigue siendo cierta aquella frase tan sobada de McLuhan: “El medio es el mensaje”. Podríamos corregir ahora: “La compañía es el mensaje”. ¿Y qué nos dice la compañía? Tratemos de ser lo más cándido posible para comprender la esencia del mensaje. No especulemos de más. Lo que dice el mensaje de la compañía, en la supuesta pureza de las intenciones, es lo siguiente: el presidente, al no “reconocer sus errores”, al “creerse un sabelotodo”, se comporta como un ser inculto, como alguien no plenamente “cultivado” en los “valores democráticos”. ¿Y qué significa ser “culto” en una “democracia real”? Aprender a convivir con “los otros”, aprender a reconocer que hay “distintos puntos de vista”, que, aunque no estemos de acuerdo con los demás, tenemos que saber “relacionarnos” con ellos y respetar sus puntos de vista. El adagio liberal, pues: “Ser culto es ser tolerante con los otros”. Así, Elena Poniatowska, “la eterna defensora de las causas de los desprotegidos”, demuestra que ella sí puede convivir con los demás, con aquellos con los que no está de acuerdo, por los que tal vez nunca votaría, pero a los que “respeta” y “sabe escuchar”… En fin, ése es el mensaje del acto.

      “Ahora bien, lo fallido de ese mensaje y de esa forma es que presupone una neutralidad del debate democrático que simplemente no existe ni existirá en una sociedad clasista, racista, elitista, corrupta, etcétera, como la nuestra, y que ha generado una respuesta cada día más exacerbada y airada de las mismas élites, económicas, políticas y culturales que dirigen el país, por los cambios que este gobierno ha introducido en varios niveles. Esas élites se aproximan, cada vez más, a posiciones políticas de ultraderecha bajo la máscara del liberalismo y la democracia. Es lo mismo que pasa en distintos países latinoamericanos, y del orbe en general, que, desde ciertos regímenes más o menos moderados o radicales, se oponen a la hegemonía neoliberal anglosajona y a la que representan los grupos oligárquicos regionales que ven afectados sus intereses centrales (aunque sea en una escala minúscula). Estos grupos dominan la práctica totalidad de los medios de control cultural e ideológico, precisamente porque son los dueños de los llamados medios de comunicación masiva. Así, pues, debatir con ellos es debatir en una situación de absoluta disparidad y desventaja. No hay neutralidad. Digámoslo claro: es una guerra abierta, descarada y cada día más sucia.

      “Tomando esto en cuenta; a saber, que las modificaciones políticas y económicas que ha introducido la 4T (aunque se consideren mínimas) afectan y exasperan a las élites nacionales, y que éstas dominan la práctica totalidad de los medios de control cultural e ideológico desde donde promueven diariamente una guerra informativa contra el actual gobierno, se entiende que no se puede caer en dos errores básicos: 1) debatir con ellos como si se tratara simplemente de otras voces comunes y corrientes, ni 2) enfrentarse con ellos sin una estrategia de largo aliento, que implicara modificar, poco a poco, el escenario político general, el consenso ideológico dominante, para realizar los cambios que se necesitan en el rubro. ¿Por qué? Porque la modificación profunda del trabajo cultural en México no implica solamente un cambio institucional o de mera estrategia sexenal, sino una transformación radical en los medios de producción, distribución y consumo de la cultura; significa modificar radicalmente el tipo de monopolios culturales existentes, que impiden cualquier difusión auténtica, de alcance masivo, de las diversas y genuinas creaciones artísticas del país (puesto que lo único que les importa a esos monopolios es el puro espectáculo en todos los niveles). Y en ese mismo circuito del monopolio cultural de las élites está inmiscuida la casi totalidad de artistas, creadores, escritores, cineastas, actores, etcétera, más o menos conocidos o famosos del México contemporáneo. Atacar esos monopolios privados y públicos sería, en este momento, abrir a plenitud un frente doble, ya de por sí virulento: 1) el de los monopolios de comunicación masiva y 2) el de toda la comunidad artística e intelectual del país que, si para algo se uniría, sería para defender sus intereses económicos amenazados.

      “Se dice que el gobierno encabezado por el presidente López Obrador ha abandonado la cultura en este sexenio. Es cierto que no ha sido su prioridad. La prioridad ha sido sacar adelante el proyecto de soberanía energética, de salud universal, de distribución del ingreso, de creación de infraestructura, de cobro de impuestos, de disminución de la inseguridad en el país, etcétera. Y en todos esos rubros ha tenido éxito (en algunos más, en otros menos). Si se dejó de lado la modificación del sector cultural fue por la enormidad de lo que ello significaba: resquebrajar por completo el dominio de los medios monopólicos de comunicación y generación de la cultura, abrir los circuitos a la población artística y cultural históricamente excluida, quitar apoyos a viejos sectores y fomentar el surgimiento de nuevos, con ideas frescas, críticas y distintas. Impulsar la idea de una cultura viva, cotidiana, masiva, que no sólo se centre en la estupidización televisiva o digital… ¿Se entiende la dimensión del reto? Atacar la sacrosanta dictadura mediática y a sus intelectuales y artistas orgánicos, que, desde hace casi un siglo, han formado, literalmente, a la población mexicana, más que cualquier esfuerzo educativo nacional compartido. Por todo eso, el presidente López Obrador le dejó la tarea a algún continuador de la 4T.

      “Personalmente, pienso que, después de las modificaciones básicas o estructurales de este gobierno (que deben seguir profundizándose), el siguiente sexenio debe ser el de la educación y el de la cultura. Pero, como lo he señalado, realizar un verdadero cambio en ese rubro significa romper con la dictadura mediática que nos domina. Ésa será, tal vez, la guerra de todas las guerras en México”.

“¿Se entiende la dimensión del reto? Atacar la sacrosanta dictadura mediática y a sus intelectuales y artistas orgánicos, que, desde hace casi un siglo, han formado, literalmente, a la población mexicana”

Todo se reduce al dinero: Carlos López

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Carlos López, fundador de la Editorial Praxis: Quiero mucho a Elena, pero se equivoca de manera rotunda, interesada. Habla en nombre de los eternos vividores del sistema (panista, priista, perredista, de lo que sea, ellos no tienen capacidad ni interés en saber qué intereses representan estos membretes, menos conciencia social), un pequeño grupo que se cree dueño de la cultura de este país y merecedor de obtener dinero mensual a cambio de su arte. Están enojados porque la Secretaría de Cultura está apoyando a nuevos, a verdaderos creadores. Son un coro descalificador que no ve más allá de sus narices. Su discurso empata con el fascismo más rancio. Nunca había visto tanto apoyo y tantos proyectos culturales como los que impulsa Andrés Manuel López Obrador. Pero no es nuevo el discurso de estos tránsfugas retrógrados. Han lanzado todos sus ataques contra un gobierno que trabaja por el bien de todos, pero callaron cuando gobernaron los ignominiosos sátrapas prianistas que les aventó migajas para tenerlos callados. Ahora les siguen aventando y aun así siguen vociferando su odio contra el pueblo.

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Todo se reduce al dinero. La indigencia cultural está enojada porque quiere todo. Además, la lucha por el poder para seguir con sus mafias cada vez se descara más. Todo esto era previsible. Esa gente no lucha por convicciones, por principios, por valores. Se obnubilaron, se plegaron a una lucha justa (a la que vieron posibilidades de ganar) y como no les cumplen sus exigencias monetarias traicionan. Su esencia es la traición. Así son los intelecuáles.

       —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Las obras están a la vista, los programas siguen a nivel macro. Hay obras de infraestructura que benefician a las comunidades. El pueblo es el principal generador de cultura, a él se debe apoyar en todas sus expresiones. Si algo hay que reprocharle a este gobierno es que sigue apoyando a los vividores de siempre, a los mafiosos que nunca han hecho nada por el pueblo.

El pueblo es el principal generador de cultura, a él se debe apoyar en todas sus expresiones

Es evidente que la situación de la cultura va por caminos torcidos o simplemente no va: Gonzalo Martré

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Gonzalo Martré, novelista: Creo que la Pony Tosca no se equivoca al calificar al gobierno del Peje ajeno a la cultura. Por lo visto en estos últimos  cuatro años la 4T  no incluye a la cultura entre sus planes. AMLO ha dejado la cultura en manos de burócratas ajenos a la creatividad, atentos solamente a salir del paso para ganarse un peso. La excepción a esta regla es Taibo II, quien sí es creador, aunque no precisamente de los buenos. Este sujeto ha acaparado el ámbito de la literatura nacional. En su puesto en el Fondo de Cultura Económica ha hecho lo que todos los anteriores directores generales del mismo, o sea favorecer a un grupúsculo de aduladores y excluir a quienes, siendo buenos escritores o poetas, no son de su particular agrado. Nada ecuánime, muy limitado, Taibo II es, nos guste o no, el consejero cultural favorito de AMLO. En la 4T la cultura ha sido abandonada a su mala suerte, la Pony Tosca está en lo cierto. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Es difícil entender el por qué, siendo la Pony Tosca una escritora que desde hace mucho es parte del círculo de favorecidos intelectualmente por AMLO, ahora lo critica con dureza. A ella le ofreció el Fondo de Cultura Económica y declinó el honor. ¿Será que ya se dio cuenta de que AMLO no está cumpliendo lo que ofreció en su campaña? ¿Honestidad intelectual a toda prueba? Quizá. 

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Es evidente que la situación de la cultura va por caminos torcidos o simplemente no va. No hay remedio, faltan dos años para que termine el sexenio y a AMLO no le importa un derrotero cultural equivocado, está mal atendido y así seguirá hasta el 2024. En su informe final encomiará la labor de su consejero Taibo y así cerrará el capítulo.  Salvo protestas como la de la Pony Tosca que resbalan por la dura piel escamosa del Peje y que se perderán en el vacío, el mal ya está hecho, no tiene compostura. 

“AMLO ha dejado la cultura en manos de burócratas ajenos a la creatividad (…). La excepción a esta regla es Taibo II, quien sí es creador, aunque no precisamente de los buenos”

Los intelectuales debieran reconocer que son utilizados con fines políticos: Carlos Padilla Ríos

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa? 

      Carlos Padilla Ríos, director de la revista de comunicación Zócalo: La escritora y periodista Elena Poniatowska es una de nuestras mayores representantes de la cultura de este país. Sus crónicas y biografías escritas acerca de acontecimientos relevantes en la historia de México y las libros escritos de personajes de la cultura nacional son reconocidos por propios y extraños. Sin embargo, en Poniatowska ocurre lo que en otros intelectuales: sus convicciones políticas son endebles y se acomodan al momento y circunstancia donde se encuentren. En muchas ocasiones he visto que Poniatowska elogia a López Obrador y en otras, las menos, quizá dependiendo del lugar o la persona que le pide un comentario, lo cuestiona. Sí noto una ambivalencia en sus posturas políticas, sin firmeza, acomodándose al momento. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?  

      —Poniatowska pertenece a un grupo privilegiado de intelectuales que han vivido casi todos del presupuesto público, en ocasiones con becas, en otras comprándoles obra y editando sus libros. Cada gobierno sexenal “reconoce” a sus intelectuales y a éstos les encanta que los elogien y hablen bien de ellos. Es su mundo y pocos de ellos se acercan a otros grupos sociales. Poniatowska sí se acerca a las clases bajas y ha escrito mucho de ellas. Pero como ella misma lo reconoce, proviene de una clase social de aristócratas europeos. 

      —Si la situación cultural va por mal camino, cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

       —Creo que, en la medida de lo posible, separar el poder cultural del poder político, podría decir el clásico. Es decir, que los presidentes y las autoridades culturales eviten en lo posible una cercanía a modo. Que se eviten reconocimientos por  50 años, por 60 años, por 70 años. Que los intelectuales también reconozcan que son utilizados con fines políticos, y que se reserven en vanidad ante el elogio.

CONOCE LAS TRES PRIMERAS ENTREGAS DE “CERTEZA Y DUBITACIONES EN LA BRÚJULA DE LA CULTURA OBRADORISTA”, UN REPORTAJE DE VÍCTOR ROURA PARA LA LUPA.MX

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LA LUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 22 noviembre, 2022
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